La versión que le daba a cualquiera que me preguntara cómo fue que terminé con mi abdomen perforado ahora era más cotidiana y corta, limitándose solamente a un par de palabras, pero tal parecía que la nueva versión no dejaba de ser trágica:
—Me dispararon.
La historia era que Dan y yo nos topamos con un asaltante después de una inocente salida al cine y yo había sido quien se llevó la peor parte.
En realidad era creíble, y más considerando la inseguridad que era una constante en el pueblo desde que me mudé. Además, los asesinatos y homicidios —los cuales habían sido obra de Maxwell— no lograban ser olvidados por la gente que decidió a quedarse a pesar de todo el miedo que los envolvía y el cuál trataban de ocultar.
Tres semanas después de que aquella varilla me atravesó el cuerpo la herida había dejado de doler casi en su totalidad y en su lugar comenzaba a formarse una cicatriz que difícilmente podría pasar desapercibida. Aún así, estaba segura de que cualquier contacto brusco con mi cuerpo o algún disparo de adrenalina no tendría consecuencias positivas en mi recuperación.
Aquella tarde en el gimnasio mientras yo llenaba de golpes el costal relleno de arena, un mal movimiento provocó que mi codo golpeara torpemente justo en la herida y me doblegará del dolor. Aunque me esforcé por ocultar lo que me pasaba, no pasó demasiado tiempo para que Elise se diera cuenta de mis mejillas infladas y mis ojos cerrados. Lo siguiente que supe fue que nos encontrábamos en su automóvil con ella manejando y conmigo en el asiento del copiloto camino al hospital del pueblo.
—De verdad no es necesario —le dije casi en un murmuro y con la mirada en la ventana que se encontraba a mi derecha.
—Bueno, nunca me han disparado —admitió con voz calmada, casi como si estuviera acostumbrada a tener aquel tipo de conversaciones—, pero creo que una revisión después de que una bala te atravesó el cuerpo nunca está de más.
Ninguna de las dos volvió a hablar. Yo me limité a no quitar mi vista de la ventana por la que se veían todos los árboles y edificios que nos encontrábamos en el camino, tenía la sensación de que éste recorrido se tornaría más incómodo de lo que ya era con cualquier movimiento en falso o con cualquier palabra que saliera de mi boca y, de cierto modo, supe que Elise sentía lo mismo.
Una vez que llegamos al hospital Elise dejó su automóvil en el estacionamiento y salimos. Saqué mi mochila con cosas del gimnasio, la cual llevaba dentro la sudadera que Dan me había dado y el arma de la que me había adueñado muy al fondo, sólo en caso de que algo ocurriera y tuviera que usarla.
Tenía tiempo sin estar en un enfrentamiento, y no me quedaba claro si los extrañaba o no. Aún así, sabía que tenía que estar lista para todo. A Maxwell no le importaba que una de sus mascotas me hubiera tirado de un segundo piso y provocado que una varilla de metal oxidada me perforara el abdomen, sino todo lo contrario, era lo suficientemente cínico como para tomar ventaja de aquello.
Elise se acercó a la recepción y no pasó demasiado tiempo para que me encontrara sentada a la orilla de una camilla de uno de los pequeños consultorios de revisión rápida.
Después de quitarme la playera casi con nerviosismo, la enfermera me removió la gasa que cubría la cicatriz y, para que yo considerara una herida de la cuál ya no tendría que preocuparme dentro de muy poco tiempo, la expresión de la enfermera me dio a entender todo lo contrario a lo que yo creía.
—Vaya —dijo la enfermera con los ojos muy abiertos—, esto no está cicatrizando como debería. ¿Curaste el disparo en casa?
Asentí con la cabeza.
—Nos emboscaron a pocos metros de donde vivo —mentí, toqueteándome la herida—, creí que sería mejor y más rápido sólo... detener el sangrado y suturar las aberturas.

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CURSE | dan reynolds
Fiksi Penggemar❝he was just a city, she's just a dirt road, but that never meant a thing❞ Dan sólo quiere tomarse un respiro de su ajetreada vida de superhéroe y espera que Skylar sea quien lo ayude a mantenerse cuerdo. ━𝐄legí esta vida y ahora estoy eligiendo...