Dan

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Sin lugar a dudas la biblioteca se había convertido en uno de mis lugares favoritos de toda la ciudad: el olor de los libros, la madera que crujía por debajo de nuestros pies, la manera en la que entraba la luz del sol... pero si había alguien que me había hecho amar aquel lugar como lo hacía sin duda era Skylar. A final de cuentas, ella era la razón por la cual conocí el lugar y estaba seguro de que los recuerdos que me traía estar ahí eran una parte importante de mí.

Pero no podía decir que todo fuera felicidad en el lugar, no después del asesinato de Ava.

No había pisado el lugar desde aquella primera y última vez, no era lo suficientemente valiente como para enfrentarme a algo que, claramente, había sido mi culpa.

Inhalé aire con fuerza cuando Skylar tomó la manija de la puerta principal de la biblioteca y la abrió. Era muy dramático decir que sentí cómo aquella tragedia me había envuelto cuando puse un pie dentro del edifico, pero no encontraba otra forma de explicar las náuseas y el dolor de cabeza que llegaron a mí.

Skylar y yo no nos molestamos en revisar si había alguna novedad en la recepción, por lo que nos frenamos en seco al momento en el que escuchamos que la voz de una mujer joven con acento británico nos llamaba con prisa.

—Hola, disculpen, ¿están buscando algo?

Giré mi cabeza para mirarla: cabello castaño oscuro sujeto en un moño que parecía estar apretado, piel clara y ojos marrones. Parecía ser que se había levantado de su silla sólo para dirigirse a nosotros, pero manipulaba sus manos con nerviosismo una vez que la miramos.

Cuando di un paso para ir a hablarle junto con Skylar, pero ella simplemente colocó su brazo delante mío para que me quedara en donde estaba

—No en realidad —le respondió Skylar, acercándose a ella—; sólo venimos para encontrar algo con lo cual podamos pasar el rato.

Era una primera mentira de las muchas que seguramente le diría a la recepcionista dependiendo de las tantas preguntas que podría hacerle, pero no iría a decirle que buscábamos información para lograr eliminar a una deidad que probablemente la tendría a ella como siguiente en su amplia lista de víctimas mortales.

Cada día de mi vida era más loco que el día anterior.

—Lo siento; pero, a menos que estén relacionados formalmente no pueden entrar ambos —declaró, curvando levemente sus labios a modo de disculpa—. Es una nueva política, tratamos de tener un aforo pequeño después del incidente.

Incidente era una forma sutil y nada cercana de decirlo.

—Él es mi esposo —dijo Skylar con seguridad mientras se recogía el cabello—; ya sabe: boda en Las Vegas, familia y amigos cercanos, un pastel de dos pisos... fue algo sencillo pero muy romántico.

La joven no dijo nada, pero su mirada había bajado hacia las manos de Skylar en busca del inexistente anillo de compromiso. Me tensé, aunque tal vez fuera lo mejor que yo saliera del lugar para evitar que la culpa me carcomiera aún más de lo que ya lo hacía. Justo cuando creía que la mentira de Skylar no podía ir más lejos una vez que la recepcionista no viera ningún anillo, contraatacó con algo de honestidad.

—Trabajo en la oficina de periódicos, en la fábrica; él trabaja cuidando perros y es muy complicado que no le pase nada a los anillos, por eso los tenemos muy bien guardados.

La chica asintió con la cabeza y después miró a las listas que yacían en su escritorio, insegura. No me quedaba claro si había creído todo lo que Skylar le había dicho, parecía inteligente y, por su trabajo, seguramente era observadora, no sería una sorpresa el que ya se hubiera topado con ese tipo de mentiras en ocasiones anteriores.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora