Dan

45 3 2
                                    

De cierto modo, sentí como si un trueno retumbara en las paredes de mi corazón aquella noche cualquiera en la que Elise nos había invitado a Skylar y a mí a un pequeño bar para festejar su cumpleaños número veintiséis tan solo siete meses después de que Zurmund se convirtió en un pequeño pueblo abandonado al oeste del país, noche en la cual Sky había tomado la iniciativa de levantarse de la silla en la que se encontraba sentada para pararse sobre aquel pequeño escenario del establecimiento para cantar 'Uptown Girl' de Billy Joel sin razón que lo ameritara.

La propuesta había tomado lugar tan solo un par de meses después de aquel suceso, en una noche lluviosa en Los Ángeles en la que nuestro paseo por bicicleta había sido interrumpido por la fuerte tormenta que caía. Ambos fuimos a refugiarnos debajo de la lona de un cine que encontramos por casualidad y yo, agradecido por el momento, tomé su mano para llevarla a la lluvia. En una ocasión que miró hacia atrás al escuchar que la gente comenzaba a salir de su función, yo me apresuré a apoyar mi rodilla derecha en el suelo, sin importarme lo mojado que este estuviera, y sacaba aquella pequeña caja de terciopelo que siempre llevaba en el bolsillo esperando por el momento. A pesar de la oscuridad que nos rodeaba, me di cuenta de la sorpresa que la invadió por completo, se le formó una sonrisa del tamaño del mundo y sus ojos comenzaron a brillar. Justo después de que lancé la gran pregunta, ella gritó más de cinco veces aquella respuesta que yo tanto anhelaba.

Mis amigos no se quedaron atrás en ningún momento: Ben y Daniel habían apostado a que Skylar sería quien me hiciera aquella tan esperada pregunta debido a que creían que yo era demasiado tímido para tomar la iniciativa; pero Wayne confiaba en que yo tenía algún instinto asesino muy oculto en mi ser que provocaría la inercia de no esperar un segundo más.

Finalmente, la boda tomó lugar tres meses después de que se lo pedí; algunas personas decían que habíamos hecho los planes muy apresurados, pero no dejábamos que nada se interpusiera en ellos.

Yo estaba de pie en el altar de aquella capilla para bodas de Las Vegas, aún cuando vivíamos en aquel pequeño departamento de Zurmund ambos hablábamos de lo mucho que nos gustaría tener una boda pequeña, pero con la gente más importante que nos rodeaba y ser bendecidos por el rey del rock 'n roll.

—Amigo —me llamó Wayne, sacándome de mis pensamientos y haciéndome caer en cuenta de que las palmas de mis manos sudaban por los nervios con los que cargaba—, ¿todo bien?

—Estoy nervioso como la mierda —admití de inmediato, casi agradecido por que me preguntara y dejara escapar con él todo el miedo que cargaba—, ¿qué tal si me deja plantado aquí?, ¿qué tal si se arrepiente de todo esto al último minuto? Tengo demasiadas cosas en la cabeza, Wayne; no quiero que nada malo pase el día de hoy.

Por todo lo que había investigado, era normal que todo tipo de pensamientos pasaran por la mente de alguien que apenas iba a casarse, pero no podía evitar sentirme abrumado ante todo lo que estaba sucediendo, o todo lo que estaba a punto de suceder: tenía la sensación de que el día podía tornarse en una verdadera pesadilla de la que temía no despertar.

O que tenía el potencial para convertirse en el mejor día de mi vida.

—Dan, tranquilo; todo saldrá bien —dijo Wayne, golpeándome levemente el hombro con la palma de su mano—; si alguien está más emocionada que tú el día de hoy, sin duda es Skylar, no va a arrepentirse de estar contigo y mucho menos te va a dejar plantado en este altar, lo prometo.

Le sonreí, estando ligeramente más calmado, confiaba en él y en todo lo que me dijera.

Aunque todos aquellos nervios que parecían haber desaparecido regresaron a mi cuerpo con fuerza cuando Ben entró apresurado a la capilla.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora