Dan

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La misma noche en la que le pedí a gritos a Skylar que se alejara de mi por su propio bien y que buscara una vida más acorde a lo que estaba seguro que ella siempre imaginó no pareció pensarlo demasiado, había pasado a lo que solía ser nuestro departamento a recoger todas sus pertenencias.

Desde un principio era evidente que estar conmigo le implicaría una vida complicada y repleta de cosas que ninguno de los dos sería capaz de controlar. Aún así, había hecho un recuento de todo lo que llegué a sentir desde el momento en el que la conocí: las ansias de poder conocerla, de hacer que riera y de ver sus ojos por las mañanas se había adueñado de todo lo que era y no dejó ningún espacio para que pudiera razonar con profundidad a todo lo que la estaba arriesgando.

Mi motivación principal para dejarla ir era mantenerla a salvo, pero ambos sabíamos que algo como Maxwell era impredecible y dábamos por sentado que nada de lo que hiciéramos lo pasara por alto. Además, no era complicado tener en mente la idea de que Skylar era lo suficientemente terca como para no dejar de lado todo lo que había aprendido en estos meses y, tarde o temprano, aparecería para demostrarlo. El saber que no iba a deslindarse de esta de una manera tan sencillo me provocaba ansias, graves problemas para conciliar el sueño por las noches y un espantosa sensación de estar estrujando mis pulmones.

A pesar de que creía estar haciendo lo correcto para ella ni podía evitar sentirme molesto conmigo mismo por haberla alejado de una manera tan cruel y poco empática como lo había hecho; además de que yo no había estado lidiando con el dolor que su ausencia me provocaba de la manera más adecuada: físicamente me exigía demasiado, de mis nudillos salían sangre día con día y siempre terminaba de rodillas en el suelo, rendido. No podía decir que, mentalmente, me encontraba en una mejor posición; no faltaba demasiado para que todas las noches que pasaba sin poder pegar ojo, las lágrimas de frustración, ira y tristeza que soltaba de repente y los objetos que yacían rotos en el suelo del departamento por todas esas ocasiones en las que no era capaz de controlarme no tardaban demasiado en pasarme factura.

Mientras recordaba cómo mi vida había estado yendo en declive desde hace unas cuantas semanas tuve que hacer mi mejor esfuerzo por dejar mi melancolía de lado al sentir el escalofrío en mi espalda que me indicaba que algo no iba bien en el pueblo que no sentía desde hace algunos meses. Supe que esta vez Maxwell no podría ser el autor de las cosas malas que estarían pasando, puesto que ninguno de mis poderes funcionaba cuando tendría que enfrentarme a él o a las criaturas que no se aburría de controlar. Me levanté con rapidez de donde estaba sentado, sin importar lo que estaba ocurriendo, el Guardián tendría que estar ahí para detenerlo.

Después de haberle dado una última ojeada al lago que se encontraba frente a mí cerré los ojos con fuerza e inhalé aire de la misma forma, sintiendo una cómo una brisa un tanto intensa me rodeaba para después reabrir mis ojos y toparme con las luces encendidas y el letrero de la oficina de periódicos.

Resoplé y estiré mi cuello para mirar al cielo, irritado. Esperaba que la vida que llevaba como Guardián me ayudara a distraerme y sobrellevar mi ruptura con Skylar, pero que aquella segunda vida me llevara a donde ella solía trabajar no estaba ayudándome.

Escuché el sonido de mi cuello tronar unas tres veces con movimientos de cabeza y abrí la puerta principal con una patada. Todo parecía estar en orden a excepción de aquel hombre que permanecía quieto al fondo del lugar, con una bolsa de tela grande a sus pies que parecía estar llena de cosas que podrían considerarse valiosas y que pertenecían al personal de la oficina. Cuando el hombre pudo reaccionar, lo primero que hizo fue cargar un arma y apuntar el cañón hacia donde me encontraba.

—Tú... —tartamudeó.

O no sabía usar un arma o no esperaba contar con mi presencia. Analicé al hombre con calma, parecía ser que mis dos ideas eran correctas.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora