Dan

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Los frenos del camión que manejaba dejaron de ser útiles cuando más cerca nos encontrábamos del ayuntamiento, al igual que el volante. Mi primer instinto fue cruzar mi brazo enfrente de Skylar para abrir la puerta y pedirle con un ademan que saltara antes de que el parachoques colisionara contra las fuertes jardineras que ahí se encontraban.

Al final el tan esperado choque ocurrió y yo sólo recibí un impacto en la nariz que me dejó sangrando a cambio. No pasó ni un minuto para que Skylar abriera mi puerta y me sacara del camión atrayéndome con fuerza hacia ella para que ambos rodáramos por el suelo agrietado de la ciudad.

—Mierda, acabas de fracturarte la nariz —mencionó con una mirada consternada mientras manipulaba mi rostro con miedo—, ¿tienes tus poderes?

Negué con la cabeza.

—Maxwell está aquí, no creo que...

La manera tan repentina en la que movió los huesos de la nariz hasta que tronaron me interrumpieron para permitirme soltar un grito al que no le faltaba demasiado para ser tan fuerte que hizo que ella retrocediera de la sorpresa.

—¿Qué fue eso? —le pregunté, exaltado, mientras no dejaba de toquetear mi nariz y con la expresión de dolor aún vívida.

—Vamos, de haberte dicho que lo haría el dolor hubiese sido mucho peor.

No le respondí nada y, con ello, se dio cuenta de que le estaba cediendo la razón.

—Llegan tarde —escuché que nos dijo una voz que provenía del lado contrario del camión caído.

Dicho camión destrozado que se encontraba frente a nosotros de pronto salió volando, lo que nos permitió observar a Maxwell acercándose a nosotros con su típica gabardina negra y cabello que, sin importar el aire que él mismo habría provocado, se mantenía intacto. El enojo llegó a mí y tensé mi mandíbula para tratar de no explotar. Mi instinto hubiera sido atacarlo de inmediato de no ser porque Skylar también lo miró con ojos que echaban fuego —algo que yo nunca había visto en ella, ni siquiera cuando la dejé encerrada detrás de aquellas rejas en el almacén— y me dio a entender que ella era quien moría por dar el primer golpe. Me soltó de su agarre y caminó hacia él, sacando su fiel arma para poder atacarlo en cualquier momento.

—¡Tal vez no hubiéramos tardado tanto si alguien decidiera afrontarnos por él mismo en lugar de enviar a sus mascotas a deshacerse de nosotros! —le gritó, posicionando el arma frente a ella con sus brazos alzados.

Mientras yo luchaba por ponerme miraba a mi alrededor para verificar que no existiera ninguna otra amenaza a la que tendría que enfrentarme antes de ir de lleno contra él. Quizás mis intenciones de luchar eran inútiles, Maxwell estaba ahí y era capaz de quitarme todos mis poderes cuando él lo decidiera sin necesitar alguna ventaja.

—Sí, bueno —comenzó, sin una pizca de miedo o consternación ante el hecho de que un arma le apuntaba directamente a su cráneo—, uno tiene que tomar ciertas medidas para asegurarse de que no haya ninguna distracción en el camino —se hizo una pausa, una pausa tan larga que me provocó escalofríos. Sky se mantuvo impávida, aún sosteniendo el arma con decisión, había aprendido que no tenía que dejarse llevar por las cosas que Maxwell le hiciera o dijera desde hace mucho tiempo. Al final, él volvió a tomar aire para seguir con uno de sus típicos discursos—. Una distracción como siempre lo fuiste y serás, niña.

El hecho de que yo estuviera justo detrás de ella dejó de importarle y explotó, soltando todos los disparos que era capaz de dejar ir mientras gritaba de ira por todo lo que había pasado en éste tiempo. Todos quienes nos encontrábamos ahí sabíamos que las balas que se incrustaran en el cuerpo de Maxwell no tenían ninguna otra función más que sólo molestarlo, pero a Skylar no le importaba; a final de cuentas, era un modo de descargar con todo el enojo que cargaba desde hace algún tiempo.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora