CURSE | dan reynolds

Skylar

Cuando me fui a dormir anoche, cuando desperté esta mañana, cuando desayuné y cuando salí de mi casa para así comenzar a trabajar no podía borrar a Dan de mi mente, y aquello no me molestaba en lo absoluto, sino que me hacía sentir contenta y un poco más segura de mí misma, algo que no había sentido para nada desde que Luke había muerto. Aquello era bueno, muy bueno ante los ojos de cualquier persona, pero sentía que debía pasar más tiempo con Dan antes de sacar deducciones sobre lo que pasaría con nosotros si era que algo iba a suceder. Había pensado que quizá no tenía pareja por la cita que me había ofrecido apenas hace un día y porque ahora nos encontrábamos dejando atrás su casa para comenzar a andar por las aceras de la ciudad entera rozando nuestras manos de vez en cuando y con él estando casi igual de nervioso que yo.

Sabía muy bien que no era lo más correcto aparecerme en su casa sin previo aviso y pedirle que paseara conmigo. Quizá estábamos juntos ahora porque él no quería rechazarme de manera drástica y había accedido más a la fuerza que por propia voluntad, pero ya no podía hacer nada para que regresara a su casa. Yo misma admitía que me había comportado como una persona acosadora al momento en el que se me cruzó por la cabeza aquella idea de llamarle por teléfono para pedirle que saliera, pero no lo tenía tan asegurado hasta que presioné el botón de llamada y él había respondido. Nunca me había comportado así con nadie, ni siquiera en mis sueños más locos, pero creía que Dan era el primer chico que realmente lograba captar mi atención después de veintidos años de tener muy pocos sentimientos hacia muy pocas personas. Aparte, era bastante importante ya que era la primera vez que salía a la calle con la luz del día sin que fuera trabajo, algo que no hacía desde que llegué a vivir aquí.

—¿Y...? No sé... ¿Qué tal dormiste anoche? —preguntó, rascándose la nuca y sacándome de mis pensamientos negativos de manera repentina.

Reí: —Estuve pensando en nuestra cita, y lo relajada que me hizo sentir ayudo a que durmiera —afirmé, moviendo mi cabello de tal modo que cayera sobre un sólo hombro—, supongo que tuve un mal sueño, pero aquello ya es costumbre, así que supongo que no me preocupa tanto.

Alcé los hombros por un segundo para restarle importancia pero no funcionó tanto como yo lo esperaba ya que sentí que su mirada con preocupación genuina se posaba sobre mí. Pude notar que entreabrió sus labios para hablar pero, milésimo de segundo después, volvió a fruncirlos y sus ojos se dirigieron al asfalto de se encontraban por debajo de sus pies.

—Bueno... —habló, metiendo ambas de sus manos en los bolsillos de su chaqueta—, creo que aún hay demasiado sobre cada uno de nosotros que no pudimos hablar anoche, ¿n-no te parece? Es decir; ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Y, algo en aquellas sencillas palabras me hacía entender que, después de todo, no se había sentido tan obligado a salir conmigo como yo lo estaba pensando. Me pasé un mechón de cabello por detrás de la oreja y lo miré, con una muy pequeña sonrisa formada en la comisura de mis labios. No le iba a negar el que me conociera más a fondo, ya que yo quería hacer lo mismo con él; pero eran demasiadas preguntas que tenía para hacerle y no quería que se cansara de mí.

—¿Qué me gusta hacer en mi tiempo libre? —suspiré y miré al cielo, tratando de pensar en las pocas cosas que en verdad disfrutaba hacer cuando no trabajaba —. No soy muy diferente a los demás, en realidad; veo televisión, leo periódicos... mis días no son realmente interesantes —admití, tocando nerviosamente mi cabello.

—Vaya —murmuró—; tampoco es muy diferente a lo que yo suelo hacer.

—Supongo que me quitas un gran peso de encima —le dije sonriendo, pensando en qué podría decir a continuación para no terminar la conversación—, entonces... no lo sé... ¿con qué será bueno comenzar la sesión de preguntas del día de hoy? —guardé silencio por muy poco tiempo, pero esperando una respuesta de su parte; sólo vi cómo sonreía débilmente pero sin decirme nada—. Ya sé —murmuré—, ¿de dónde eres?