I found A girl

Capítulo veinticinco.

El miedo es cobarde.
Se esconde y huye
como un ladrón
en la oscuridad.

Colomba;
La primera vez que me quedé con Azul a solas en la casa de Pía, la primera vez que estaba sola con quien en un tiempo sería mi sobrina, me pidió que le leyera un libro y siempre fui un ratón de biblioteca, no tenía problema con leer, sobretodo en voz alta, pero hacerlo con voz de madre, esa voz de criatura que a mi parecer era innecesaria y morbosa, le quitaba todo el agrado a la lectura. En fin, ella escogió el monstro de los colores, de Anna Llenas. Era un libro con oraciones de dos líneas en cada página, pero el tema y la manera en la que se contextualizó cada emoción, me atrapó desde el minuto uno. El lenguaje literario es español, el habla y los modismos aunque mínimos eran en castellano, leve detalle que le daba la gracia sin omitir lo profundo. Recuerdo haber llegado a una hoja que estaba rayada con negro en dibujos y garabatos con dos ojos en blanco en el centro y la silueta de algunos fantasmas, parte de la ilustración. Esa página hablaba del miedo y en la siguiente, las 4 líneas continuas, lo resumían de esta manera:

"Cuando sientes miedo,
te vuelves pequeño y poca cosa...

y crees que no podrás hacer
lo que se te pide."

No recuerdo mucho de esa noche, la verdad. Como hace años no me pasaba, borré lo que me convenía. No hablo de la noche con Azul, sino de la noche del domingo 12 de diciembre, hace 3 días.

—Tesoro, te escucho —mi mamá... Mi mamá desde que Adele había decidido entrar a mi vida para echar raíces, aunque no quisiera hablarlo con ella porque muchas cosas no la sabía con claridad ni yo, era mi pañuelo de lágrimas. En el fondo ella me conocía tan bien como para saber cuándo algo me sucedía y cuando ese algo era relacionado con la inglesa. Y así mismo yo la conocía tan bien a ella, que sabía muy bien que su opinión personal hacia Adele no influiría en el consejo resumido que me daría. En eso se basaba mi confianza en ella, el saber que independiente al rencor u odio, poco agrado que le pude tener a alguien, cuando es necesario, se abstiene de la opinión individual. Que virtud la de ella, de no tomarse todo personal —. Co, habla, miamor. Llevas media hora mirando hacia la nada con los ojos recorriendo la habitación, me tienes nerviosa.

—Mi spiace —salí de trance y pestañeé acomodándome. La verdad, mamá... no tengo idea de qué tengo que hablar en resumen. No, no podía decirle eso, no estaba en la edad de ese tipo de dudas. Porque lo sabía —. Creo que recuerdas que el domingo remplacé un turno en el hotel.

— En el The Savoy, ¿cierto? — asentí y ella entrecerró sus ojos— Aún no entiendo cómo fue que te bajaste de esa moto por unas horas y terminaste ahí.

— Una mujer que trabajaba conmigo en el Temptations consiguió increíblemente un puesto en el Savoy, tiene hijos y es madre soltera, inmigrante igual que nosotras, sabes que ser madre sola en otro país con dos niños que dependen al 100% de ti porque son crías aún, es complicado. No podía fallar esa noche, pero la menor se le cayó y estaba con ella en el hospital, con sinceridad tampoco sé por qué yo terminé ahí, era ilógico pensar que no cuentan con un ejército de empleados. Eran solo tres horas, tres míseras horas. Estaba terminado el turno, porque me habían avisado que ella ya venía de regreso y tomaría su puesto para no perder la paga del día, cuando en... —se me perdió la palabra y comencé a mover las manos tratando de que aludiera lo que quería decir, como latina hoy ella fallaba — Esta weá donde se gana la gente a tomar, pero no es el bar.

— Sí, entiendo, cariño.

—Iba Adele con un hombre, un hombre de edad que le sonrió y ella dejó de hacerlo cuando me vio.

— Sé que no eres celosa, así que el problema no va por ahí.

— No, no va por ahí.

— Continúa.