Adele;
Escuché quizá de Marta o quizá de Colomba, que el primer paso para aprender a quererse es atender a lo que duele: quien no sabe de qué está huyendo siempre será perseguido por sus fantasmas.Y entendía completamente la frase, porque viví años sin saber de qué arrancaba, pero con el temor y el sentimiento de ser siempre alcanzada. Y era angustiante. No conocerte es angustiante. Al no hacerlo, no sabes cómo tratar contigo mismo y ahí, la angustia ahoga.
Estaba sentada en una cafetería con el aire moviéndome el cabello y el sol pegándome en la cara, mis lentes cubrían mis ojos de los rayos y mis muecas eran serenas. Mantenían la calma oculta del nerviosismo. Vi de reojo la silueta que esperaba, venía cubierta en colores como siempre y unas gafas amarillas tapaban la mitad de su cara. Su expresión no era la misma mía, pero no tuvo repercusión, no tenía una mayor expectativa, seguía siendo Adele, con un tremendo carácter que reflejaba el que era abogada.
— Adele.
Me saludaba y se sentó frente a mí mirándome paciente. La diferencia entre ella y yo hoy, era que el cristal claro de sus anteojos me permitían ver cada movimiento de sus ojos detallándome. Sus pestañas subían y bajaban recorriendo mi cara, mi cabello, mi cuerpo, mis manos.
— Ha pasado demasiado tiempo, Laura.
Infló sus pulmones de aire, el pecho le creció y movió el anillo de su dedo nerviosa. El gesto hizo que mis párpados bajaran a mi mano derecha donde descansaba el anillo que me había regalado Colomba, toqué con suavidad las luciérnagas y sonreí leve alzando la voz.
— Quiero pedirte perdón. Sé que puedes cuestionarlo, puedes ponerlo en duda e incluso rechazarlo, no puedo obligarte a que aceptes mis disculpas. Pero aún así, quiero dejarte en claro el que no lo hago por presión, para engrandecer el ego o limpiar la conciencia. Lo hago porque me nace, lo siento, sé que el error fue mío y me niego a perderte. No por mi culpa, no así. Me niego rotundamente a quedarme sin ti, tú, que eres mi familia, Laura.
Estaba quieta en el asiento y se había quitado los anteojos. Sus hombros reposaban en el espaldar de la silla y permanecía muda.
— Perdóname, Laura. Perdóname por lo que pasó hace años, por haberte puesto como carga mi estabilidad emocional, mi irresponsabilidad, mi salud, la vida de mi hijo. Por haberte obligado a parar con tu vida para que te centraras en la mía y en tratar de mantenerme aquí. Perdón, por haber pasado por alto el daño que te hice y fijarme solo en mí, perdóname por ser egoísta. Por olvidarme que esto es de a dos y separadas no funcionamos, que debo trabajar a la par contigo, no por mi propia cuenta ignorando el daño que causo. Perdóname por lo de hace meses, por haberte hecho repetir cada segundo de la primera vez, por cada palabra dicha y por cada minuto desaparecida haciéndote revivir un escenario despreciable. Perdóname por nunca demostrarte lo agradecida que estaba con quien sea por haberte puesto en mi camino, lo agradecida que estaba con el corazón que tienes porque gracias a él permanecías a mi lado. Lo agradecida que estaba contigo y con Hugo por nunca haberme dado la espalda y estar siempre atrás siendo un pilar, reforzando con ambas manos. Perdóname por abusar del saber que siempre estarías para mí.
— Por Dios, lo que ansiaba yo una disculpa, pero lo difícil que es escucharte. — sonreí limpiándome los bordes de los ojos que me lagrimeaban. Me quité las gafas y nuestras pupilas por fin conectaron —. Resúmeme.
Y ambas más relajadas, nos escuchamos.
Le conté de mi viaje a Chile, de lo pasado ahí, de Colomba, de sus abuelos, de lo que había aprendido, del regreso, de cómo iban las cosas con Angelo, de cómo estaba con ella, de cómo estaba yo como mujer, como mamá.— ¿Y tu mamá?
Respiré hondo y llevé la taza a mi boca. La verdad, no tenía idea.
— No lo sé, no la he vuelto a ver.
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I found A girl
FanfictionEn un mundo a veces demasiado caótico y triste, existen personas que hacen la diferencia. Personas que hablan con su actuar y no solo con las palabras, que no te dan una mano, te dan las dos. Personas que se conmueven frente al dolor ajeno, que abr...