— ¿Está de acuerdo, abogada? — parpadeé repetidas veces centrándome en el presente, miré a mis costado hacia la voz que me hacia la pregunta y mis ojos viajaron por el largo de la mesa, la madera brillaba y las sillas estaban perfectamente acomodadas. Había mucho cristal, pero no se veía desde afuera, lo que en lo personal siempre fue una idea retorcida para mí, pero con el paso del tiempo agradeces el poder tener el control incluso encerrada en una oficina — ¿Les gustaría aclarar alguna otra duda?
Miré hacia la pareja adelante de nosotros, se sostenían las manos con cariño, sus ojos mostraban esperanza y era entendible, buscaban adoptar y se les acababa de entregar buenas noticias. Era un proceso largo, pero cualquier luz era valiosa. Ahora, de lo que hablaban en este preciso momento, no tenía idea.
Afirmé uno de mis brazos en los costados de mi silla y respiré pausadamente pestañeando así como la pupila me viajaba de uno en uno, hasta que volví a desaparecer del presente.
— ¿Estás bien, Adele?
— Sí — ya ambas personas se habían ido. Sonreí mirando hacia arriba donde estaba su cara y asentí —. Puedes retirarte, y te agradecería que hicieras correr la misma orden para los demás. Me quedo yo.
Asintió y salió de ahí.
Salí cuando desde la ventana pude ver como la planta iba quedando vacía y de a poco el bufete se desocupó, tomé mi celular y caminé hacia mi oficina marcándole a Colomba, no me contestó como era muy de costumbre, pero a su vez salió su voz en el buzón y sonreí, porque para nosotras había sido un problema que el teléfono sonara y sonara y ella no me lo respondiera, y esas ocasiones eran cuando se encontraba en el establo sobre los caballos o sobre la moto y ninguna me era tranquilizadora.— La manía, la manía...
Agarré mis cosas y cerré todo saliendo de ahí.
Manejé hasta la casa de Laura, apenas vio el auto estacionarse afuera salió a mi encuentro soltando saltos de alegría y me tomó de un brazo adentrándome.— ¿Cómo te sientes?
— Estupenda.
— ¿Dónde está ella?
— No lo sé, la verdad.
Se rió y me senté con ella en el sofá de la entrada, me hizo repetir monólogos por demasiado tiempo. Llegó Hugo y nos miró extrañado, pero Laura le dio la orden de continuar con lo suyo y dejarnos ajenas, hizo caso y el ocaso comenzó a aparecer.
— Ponte de pie y vete, te veré allá.
Lo hice, sin decir ninguna palabra y volví a manejar hasta casa. Ahí me encontré con Colomba tirada en el césped, Angelo a su lado acomodado en sus piernas y ambos reían, las carcajadas se escuchaban desde que atravesabas el estacionamiento.
— Ha llegado mi mamá.
Lo escuché decir mientras alzaba la cabeza y mis ojos detallaban su cabello rubio en melena, sus ojos brillosos y los dientes blancos sonriéndome. Angelo estaba inmenso, había pasado demasiado tiempo, ya no era mi niño pequeño. Tres años habían avanzado con extrema rapidez, habían quedado muchas cosas atrás, otras habían avanzado siguiendo curso y varias continuaban apareciendo. Pero la vida seguía sonriéndome todos los días desde que Colomba estaba conmigo.
— Hola, ma.
Angelo estaba tan grande, que ya no corría a mí cada vez que me veía entrar por la casa, esperaba a que yo me acercara y saludara, o él lo hacía, pero no tiraba la casa abajo. Su emoción se había vuelto más neutral.
Angelo estaba tan grande, que ya no me decía "mami", ahora era "ma" o "mamá"
— Hola, miamor.
Sonreí mirando hacia abajo y me incliné para acariciar su cabeza. Cerró los ojos sonriendo y miré a Colomba quien permanecía con sus anteojos de sol puestos, las manos entrelazadas sobre el cabello de Angelo, el viento le chocaba en la cara y me sonreí a mí misma, porque tontamente, pese al tiempo, seguía quedándome pegada cada vez que mis ojos la detallaban.
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I found A girl
FanfictionEn un mundo a veces demasiado caótico y triste, existen personas que hacen la diferencia. Personas que hablan con su actuar y no solo con las palabras, que no te dan una mano, te dan las dos. Personas que se conmueven frente al dolor ajeno, que abr...