Eventos tercermundistas en el OXXO

Troleado.

El día era común y corriente, los chicos se encontraban trabajando tranquilamente hasta que Aki escuchó a Ángel reírse fuertemente en la sección de galletas.

– ¿Estás bien?

Preguntó Aki al ver que su compañero no paraba de carcajearse.

– Si, si... no te preocupes.

Le contestó Ángel entre risas. Aki regresó a las cajas y continuó cobrándole a los clientes. De repente se volvió a escuchar la risa de Ángel, y Aki quería ver que le causaba tanta gracia a su compañero.

Al parecer Ángel había sido picado por alguna araña de los chistes, ya que este no paraba de reírse. El lado bueno, y la parte favorita de Aki, es que al fin podía ver a su compañero alegre y sin quejarse a cada minuto de cuanto odiaba su trabajo.
Aki se puso a acomodar unas cosas cuando de repente llegó Ángel y le dió un golpe en el brazo.

– ¿Qué pedo? ¿Por qué tan violento?

– Apenas te toqué.

– Pero sí me re volaste el brazo, no te hagas pendejo.

– Te iba contar un chiste pero te pusiste de mamón, ya me voy.

– Pues que te vaya bien.

Expresó Aki después de la extraña interacción con su compañero.
Los chicos se pusieron a  acomodar las papitas en las estanterías cuando Ángel volvió a soltar unas risas.

– Ey, Aki.

Interrumpió Ángel mientras situaba las cosas en el estante.

– ¿Qué quieres?

– ¿Cuántos son 100 pitos más 2 pitos?

– 102 pitos.

Contestó Aki de manera seria a la vez que le volteaba los ojos a su compañero.

– Jaja, que siente dos pitos, dice.

– Te odio.

– Yo igual te quiero mucho.

No podía ser cierto, ¿Qué acaso esa broma tan mala era la causante de las risas de Ángel? Pues si, ese tipo tenía el humor roto, totalmente.

– Oye, Aki.

Volvió a interrumpir Ángel, esta vez mientras Aki arreglaba la caja sin servicio.

– ¿Ahora qué?

– ¿Cuánto es 0 + 0?

– ¿Me ves cara de matemático?

– Solo responde, ¿Cuánto es 0 + 0?

– Pues 0.

– Lámele los huevos al carnicero.

– Eres un hijo de puta.

– Jaja, troleado, puto.

Dios, el chiste era malísimo, pero aún así Ángel empezó a reírse como sí su vida dependiera de ello.

– ¿Te la metió un payaso o por qué andas tan risueño?

Preguntó Aki al ver que Ángel no podía respirar de tanto reír, parecía que el chico estuviera literalmente muriendo de la risa.

– Perdón, simplemente no podía quedarme con las ganas de decirle eso a alguien.

Le contestó Ángel mientras tapaba su rostro con sus manos, de verdad el chico no podía parar de reírse.

El día continuó y Aki pudo notar como una persona conocida entraba a la tienda. Era su ex-compañera de clases, pero en vez de alegrarse por ver a una vieja amiga, Aki tenía la angustia de que su ex-compañera, Himeno, hiciera alguna idiotez. Aki conocía muy bien a esa chica, demasiado como para saber que con unas cuantas cervezas, la mujer frente a él sería completamente irreconocible.

Himeno entró al local sin siquiera darse cuenta de que Aki era uno de los cajeros, solo caminó y se dirigió hacía la sección de cervezas. La chica tomó 1 paquete de 8 y fue a que le cobrarán, pero como a Aki le daba pena ser encontrado por sus ex-compañeros como un trabajador de Oxxo, se fue a la bodega y le dijo a Ángel que él atendiera a la chica.

– ¿Eso es todo?

Preguntó Ángel con indiferencia.

– Si, eso es todo, señorita.

¿Señorita? Ángel estaba apunto de corregir a la chica pero esta misma se veía demasiado melancólica así que lo dejó pasar.

– Serían 110$ pesos.

– ¿110? No me alcanza.

Contestó la chica. Sinceramente a Ángel no le importaba ni un poco, el solo quería que la chica se fuera de una vez para poder holgazanear.

– Sí quiere puede ir por una botella en vez de el paquete.

Sugirió Ángel.

– Está bien, cóbreme una ballena.

– Serían 31$ pesos.

La chica pagó y se sentó en una de las mesas dentro del Oxxo, lo cual no le afectaba en lo más mínimo a Ángel pero el problema es cuando la chica empezó a llorar con una cerveza en mano.

Eso iba ser todo un asunto.