Córtese el pelo.

2K 297 314
                                    



Los días libres habían terminado y otoño estaba de regreso. Hayakawa despertó temprano y entusiasta con las esperanzas de un día tranquilo en el trabajo, el azabache caminó hacia el trabajo y entró. El establecimiento estaba vacío, algo no muy común ya que el compañero de Aki solía llegar antes que él. Después de una larga espera acomodando cajas, Ángel llegó al local.

— Llegas tarde, Ángel.

Mencionó al azabache mientras se posicionaba en una de las cajas registradoras.

— Perdón, Denji volvió a asaltar el bus y volvieron a pensar que yo era su cómplice.

Contestó el peli rosa entre suspiros. Debido a lo ocurrido en el autobús, Ángel tuvo que correr al trabajo. Aki soltó una pequeña risa la cual Ángel tomó a modo de burla, por lo que el peli rosa le tiró una bolsa de papas al azabache en la cara.

— ¿De qué te ríes? Puto morro pendejo, a la bestia.

— Verga ¿Tan mal te fue?

Preguntó el peli negro mientras se aguantaba las ganas de reír. Anteriormente le parecería molesto e incluso una falta de respeto que Ángel lo insultara de tal forma, pero ahora lo veía con ternura y como una forma de mostrar su cercanía a él, por lo que no se veía ofendido por ello.

— Si, que chingue a su madre el pendejo de Denji, ya me trae hasta la verga.

Aki volvió a reír en voz baja, y después le dió unas cuantas palabras de reflexión al peli rosa para que se calmara.
A unos minutos después de lo ocurrido, un señor de unos 50 años entró al local y tomó unas cervezas para después ir a la caja.

— ¿Eso sería todo, señor?

Preguntó Ángel a la vez que escaneaba las cosas.

— Eso es todo, mija.

Ángel ascendió con la cabeza y continuó escaneando las cervezas una por una. Aki, quien estaba en la caja de a lado susurró de manera burlesca — El maistro pensó que eras morra. — por lo que Ángel solo suspiró irritado. El intentó de Aki para que el cliente no lo escuchara no funcionó, provocando que el señor volteara a ver a Ángel de manera extrañada.

— Serían $113 pesos.

Cobró el pelirosa.

— Córtese el pelo, gay.

Interrumpió el señor de manera repentina, causando una mirada sorprendida por parte de Ángel y una pequeña risa por parte del azabache. Ángel parpadeó y suspiró, aún impactado por la falta de respeto del cliente.

— ¿Disculpa?

— En mis tiempos le mochabamos las orejas a los que se dejaban las greñas largas.

— Señor, esto es un Oxxo.

— Vale pito, córtate el pelo que pareces vieja.

Volvió a contestar el señor de manera despreocupada, Ángel volvió a mirar al cliente de manera sorprendida mientras veía como el cliente se quedaba parado. De un momento para otro, una chica llegó, tomándole la mano al señor en sus 50's.

— ¡Señor kishibe, lo estuve buscando para que tomara sus pastillas!

Exclamó la chica.

— Sáquese a la verga, en mis tiempos nos curábamos comiendo tierra.

Contestó el hombre, la chica suspiró y volteó a ver a los chicos, que aún estaban petrificados y con cara de asombro.

— ¿Les dijo algo extraño? Perdonen por las molestias, tiene demencia y se le olvida tomar sus pastillas.

Se disculpó la chica de manera apenada. A pesar de no saber lo que el señor Kishibe les había dicho, la chica ya estaba segura de que había sido algo fuera de lugar.
El hombre fue arrastrado por la fuerza a fuera del local, causando que Ángel volviera a sus sentidos.

— Che señor raro, tú no le hagas caso.

Habló el azabache.

— Aunque ya estoy acostumbrado,  lo que dijo me tomó por sorpresa.

— Seh, pinche maistro culero.

— Una más y me cortó el pelo, se pasan de verga con lo de que parezco vieja.

Suspiró el peli rosa irritado.

— Te ves lindo con el cabello largo, no creo que tengas que cortarlo solo porque un pendejo te lo dijo.

— Cállate.

Contestó Ángel, tratando de esconder su rostro color carmín debido al halago del azabache.
El señor volvió a salir de repente, insultando de nuevo a los chicos.

— ¡¿Qué me dijeron!? Pendejos ustedes.

Gritó el hombre.

— ¡Señor Kishibe, vuelva para acá!

— ¡Estos hijos de la chingada me están insultando!

— ¡Señor Kishibe, regrésese de una vez por todas!

Volvió a exclamar la chica de manera desesperada. Finalmente, el hombre volvió a caminar hacia la puerta del local para salir, esto sin antes amenazar por una última vez.

— Se van a morir, cabrones.

Los chicos quedaron atónitos por milésima vez, viendo como el hombre salía del Oxxo con una mirada amenazante. Al final del día los chicos caminaron juntos a casa, riéndose y bromeando sobre lo sucedido con el cliente de antes. Ya que el conductor del camión pensaba que Ángel era cómplice de Denji, no lo dejaban entrar, por lo que Aki decidió acompañar a Ángel a su casa para que llegara seguro. Sin duda que el señor Kishibe era un caso perdido.

Eventos tercermundistas en el OXXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora