El accidente.

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—¿Entonces, qué más decía la lista?— preguntó Hayakawa por llamada.

—Falta la leche, café, mini pizzas y papel para el culo.

—¿Papel para qué? Léelo como lo escribí, estoy seguro de que no dice esa aberración.

—No seas delicado, hombre, pinche vato llorón.

—Aguas con lo que dices, Ángel. Ah, y asegúrate de descongelar el pollo y limpiar bien el arenero del gato.

—¿Qué más quiere la princesa?— preguntó Ángel riendo —Que me atropellen a la verga— contestó Hayakawa, rodando los ojos a pesar de no poder ser visto por el peli rosa. Después de todo ya era una costumbre hacerlo ante los comentarios inmaduros del chico.

Aki colgó el celular y salió de la tienda, este suspiró exhausto al contemplar el hecho de que tendría que caminar hasta casa debido a su auto averiado, cosa que junto al extremo calor del día hacía que Hayakawa deseara ser llevado por Dios para poder disfrutar de manera tranquila su primer sábado sin trabajo en 2 meses seguidos.

Casi apunto de llegar, era necesario cruzar un tramo de calle algo largo para llegar al otro lado. Para esto estaba construido el puente peatonal, pero como Hayakawa era un "pinche huerco desesperado", como su tía lo describe, este ignoró la presencia del puente y esperó a que no se viera ningún auto cerca para después comenzar a cruzar la calle a pesar de la señal en rojo para peatonales.
Justo cuando Aki Estaba a la mitad del camino, un auto a gran velocidad se acercaba.

—Ni modo que no se quite— dijo el conductor al copiloto.

—Ni modo que me atropelle—pensó el azabache.

—¡¿Qué chingados te pasa, cabrón? Viste que venía el puto carro y nomás no te quitaste, wey—exclamó Ángel histéricamente —Pues que no mame el Don, bien que me vió a media calle y le valió verga, igual me pasó por encima el pendejo— contestó Aki, quien se encontraba en cama y totalmente enyesado debido al accidente.

—Pues sí, pero no te pases de verga Aki, el que legalmente estuvo mal fuiste tú.

—A mi no me vengan con chingaderas, yo voy a decir que el Don venía borracho y me va tener que pagar todo el tratamiento.

—Si tu pendejada no funciona vamos a tener que pagar el carro que le hiciste mierda, eso aparte de tener que lidiar con los pagos de hospital y tus huesos jodidos.

—Pues yo ya di mi declaración.

—Siembras lo que cosechas we, y Dios que lo ve todo no siempre va perdonar.

Las semanas pasaron y por suerte de los Hayakawa, el tribunal y el sistema corrupto de México decidieron que la multa se la llevaría el Conductor de la tercera edad. —¿Viste como se la rifó el abogado? Vaya que fue buena idea llamarle a ese tal Saúl— alardeó Aki.

—Sí cabrón, estuve presente durante el tribunal, cuando le quitaran el auto al viejito y cuando su esposa le gritó que quería el divorcio por llevarlos a la completa pobreza ¡Felicidades por arruinar la vida de unos inocentes!

—Igual ya está ruco, en unos añitos ya estira la pata.

—Nos van a venir haciendo brujería we, y con esas cosas no se juega.

—Ay por favor, yo te hice como 7 amarres y aquí sigo gozando y totalmente intacto— mofó Aki sin pensarlo dos veces.

—¿Qué?

—¿Qué?

—Después hablaremos de eso, Hayakawa.

Eran aproximadamente las 5 de la mañana, y un balbuceo constante terminó despertando al más enano de los Hayakawa.

—¿Podrías guardar silencio? Hay alguien tratando de dormir— dijo Ángel entre dientes, soltándole un pequeño golpe en la frente al azabache.

—¿Qué chingados? ¿Por qué me golpeaste?

—Porque tus susurros no me dejan dormir, y te recuerdo que no eres la única persona en la cama.

—¡Yo no estaba susurrando nada! Literalmente estaba durmiendo antes de que me despertaras con un golpe en la frente.

—Ajá, de seguro fueron los fantasmas.

—Solo deja de hacer berrinche y duérmete de una vez— finalizó Aki, dándole la espalda al peli rosa y jalando la cobija.

La noche estaba por terminar, y para mala suerte de Ángel; quien no había obtenido ni un minuto de sueño, los ruidos extraños continuaban.

—Buenos días a mi esquizofrénico favorito— saludó Aki, preparándose un café.

—¡Te juro que esos ruidos eran reales, no dormí en toda la noche por ellos!

—Sí, sí... pronto te buscaré una cita con el psiquiatra.

—Aki, juro que había alguien ahí hablando ¿Crees que estas ojeras mienten?— exclamó apuntando a los notables círculos bajo sus ojos —¡Estoy seguro de que ese anciano era algún tipo de brujo o chamán y ya nos lanzó una maldición!— Ángel se acercó a la ventana para abrirla, encontrándose con la sorpresa de un extraño símbolo en su patio.

—A. la. Ver. ga.

—¿Necesidad del suspenso en la palabra?

—Aki...

—¿Qué? ¿Acaso hay un ritual ahí?—preguntó Hayakawa burlesco —¡Suputamadre! ¡¿Qué mierda es eso?—interrumpió gritando.

Eventos tercermundistas en el OXXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora