Llama una ambulancia.

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Ángel vió como el hombre fornido entraba al local abriendo las puertas bruscamente, Aki por el otro lado, estaba hecho bola por debajo del mostrador.

– ¡Oiga usted!

Gritó el hombre a la vez que miraba a Ángel fijamente.

– ¿Yo?

– Si, la de pelo rosita.

– ¿Ocupa algo, señor?

Preguntó Ángel mientras le daba leves patadas al peli negro por debajo del mostrador.

– ¿No viste a un wey de cabello negro en una colita? Traía uniforme del Oxxo.

– Mmm, creo que no lo he visto, ¿Por qué?

– Lo ando buscando para verguearlo, me avisas sí lo llegas a cachar.

Contestó el señor para después dejar el lugar.

Aki dió un suspiro de alivio y se paró, saliendo de su escondite.
Ángel volteó a ver a Aki y río, casi burlándose del hecho de que Aki estuviera muerto del susto.

– Uy, como que el señor te trae ganas y no son de las buenas.

– Maldito loco, no le hice nada para que me quisiera romper la madre.

– Tú dale, capaz y le llegas a ganar.

– No andes con tus mamadas, Ángel.

– Mamadas las que me vas a dar.

Bromeó el más bajo, por lo que Aki solo le volteó los ojos y le dió un zape en la cabeza. Los chicos continuaron conversando sobre el extraño hombre que buscaba pelear con Aki, pero de repente el grande e imponente individuo llegó de manera brusca y entró al local.

– ¡Ya te caché! Ahora si valiste verga, puto.

Gritó el señor mientras se acercaba al mostrador de manera violenta. Ángel balbuceó un "Tsss" a la vez que veía a Aki, quien se encontraba petrificado.

– No te quedes ahí parado, éntrale a los vergazos.

Volvió a amenazar el hombre, tomando a Aki por el cuello de la camisa. Aki solo parpadeó sorprendido, y de un momento para el otro los dos se encontraban en el estacionamiento del Oxxo, listos para pelear.

Ángel intentó calmar el asunto, diciendo que no había una razón para ser tan brusco, aún así fue ignorado y el señor solo le contestó  — Tú no te metas, güerita.— y continuó amenazando al azabache.

– El primero en dejar al otro noqueado gana ¡¿Me escuchaste, princesa?!

Planteó el hombre de alta estatura. Aki, sin poder hablar por el temor, solo ascendió con la cabeza.

– Prepárate para la putiza de tu vida.

El hombre se acercó a Aki para darle un primer golpe, pero por suerte el peli negro pudo esquivarlo. Podrá ser que Aki no sea muy fuerte, pero al tener piernas largas y delgadas, el chico era un poco más rápido que el promedio.
La pelea continuó con el hombre dando golpes y Aki esquivándolos, eso hasta que el sujeto se enfureció y le gritó a Aki.

– ¡A ver sí me esquivas esta!

Bufó el hombre antes de darle una patada al azabache, la cual lo tiró al suelo. Hayakawa se encontraba tirado en el piso mientras se quejaba por el dolor, para empeorar las cosas, el impacto había sido tan fuerte que su brazo se rompió.

– Ahora si, ya te cargó la chingada.

El pelinegro se encontraba aturdido por el dolor, completamente incapaz de escuchar y mucho menos moverse. El hombre se acercó lentamente, listo para darle un último golpe a Aki, el golpe final que lo dejaría inconsciente.

Ángel no podía dejar qué tal cosa le sucedería a su compañero. Puede que ángel sea un indiferente y hasta egoísta en algunas ocasiones, pero cuando se trataba de Aki, la cosa era diferente.

– Despídete put-

Mencionó el hombre sin terminar su oración.
Justo cuando el sujeto iba dar el golpe final, este cayó al suelo inconsciente. Resulta que Ángel había noqueado al hombre, ¿Cómo? Pues el chico había tomando un palo de madera y lo rompió contra la cabeza del hombre, dejándolo completamente noqueado por el impacto.

– ¡Ey! ¿Estás vivo?

Le preguntó Ángel a Aki, quien aún se encontraba en el piso.

– ¿Estoy en el cielo?

– No wey, si estás vivo.

Le contestó Ángel mientras se sentaba a lado de Aki en el suelo.

– ¿Entonces gané?

– Algo así, creo que maté al señor.

Aki se rió y Ángel suspiró aliviado. Los chicos, ya tranquilos de que la pelea había acabado, se quedaron reposando bajo la luz de los faroles en el estacionamiento del Oxxo. Ningún movimiento, ningún ruido y ninguna palabra. Solo disfrutaban del momento.

Ángel cerró los ojos y suspiró, aún en el piso. El chico volteó a ver a su compañero el cual seguía acostado e inmóvil y sin decir nada al respecto. El silencio de la noche era agraciado. Unos minutos pasaron tranquila y serenamente, eso hasta que Aki cobró sus sentidos por completo y soltó un quejido.

– Llama a una ambulancia, creo que me rompí el brazo.

– ¡¿Qué mierda?!

La ambulancia llegó y se llevaron al hombre al hospital, Aki solo recibió primeros auxilios y un yeso en el brazo, ya que en efecto, se lo había roto.

Eventos tercermundistas en el OXXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora