La casa estaba en total silencio que parecía estar sola, sentía en mi ser la indecisión de entrar o no. Pasados unos instantes me arme de valor, me acerque a la entrada y con los latidos apresurados de mi pobre corazón por la incertidumbre de no saber que es lo que voy a encontrar en su interior proseguí a entrar al recinto que apenas en la mañana consideraba mi hogar.
Al abrir la puerta pude ver la oscuridad, con ayuda de la luz de la luna que se filtraba por las ventanas amplias de la casa pude apreciar con desagradó la mesa puesta de una manera impecable para albergar a un par de enamorados en una cena romántica, esto es algo que no puedo soportar ¡tiene que ser una broma de muy mal gusto!, Esté hecho no me detuvo para dirigirme a mi antiguo cuarto pasando de largo a la persona causante de mi sufrimiento mientras que él me llamaba por mi nombre, su voz dulce me suena tan embustera cuando dice Candy, en algún tiempo amaba que pronunciará mi nombre pero hoy lo detesto, al ver que no conseguía llamar mi atención él intentó detenerme pero sus manos que quemaban la piel, no podía soportar su tacto que le grité en automático —¡no me toques! — de inmediato me soltó y se alejó de mi al mismo tiempo que yo me sentía morir porque me dolía su ausencia, me dolía su traición, sentirme engañada, estúpida, como pude creer que era un simple vagabundo, si su manera de hablar, de comportarse, de tratarme dista de ser una persona humilde.
No pudiendo contener por más tiempo está impotencia, me dirigí hacia donde él estaba, lo vi directo a los ojos buscándolo pero no lo encontré, solo veía a una persona desconocida, a alguien que no sabía quien era realmente, sin poderlo evitar me salieron gruesas lágrimas que resbalaron por mis mejillas mientras que lo golpeaba como intentando matar este inmenso amor que no se donde empieza ni donde termina de lo grande que es, pero Albert es tan fuerte que mis puños no le hicieron daño, con cierta envidia lo deje para lamerme mis heridas.
Mi plan era irme de aquí ¿ dónde? no lo sé, pero Albert me hizo ver las cosas más frías, ya es muy tarde, hay muchos peligros en las calles de está fría ciudad y realmente no necesito más problemas ni tampoco quiero causarle sufrimientos de a gratis a la señorita Pony ni a la hermana María, no se lo merecen ¿ quién me manda a enamorarme del patriarca Andrew? ¡Nadie!, por eso nadie tiene que padecer las consecuencias de mis propios errores. Será mejor que primero busque un lugar donde vivir para irme de esta casa. Después vi como Albert depositaba las llaves de nuestro hogar en la mesita del recibidor sintiendo que con su partida también se me iba la vida y grité por inercia tratando de sobrevivir a este golpe que depositaron en mi alma —¡te amo! ¡te amo! — al instante de gritar cerré los ojos mientras sentía como las fuerzas abandonan mis piernas para caer dramáticamente al piso. Al abrir los ojos tenía dificultad para respirar y Albert intentaba ayudarme pero yo le dije con sufrimiento —esta situación me rebasa no lo puedo soportar
—Candy linda déjame explicarte
—por favor no me digas linda, llámame por mi nombre con eso es suficiente... La cuestión es que no quiero escuchar tus explicaciones
Con su carita triste me dijo —entonces perdóname por causarte tanto daño... No lo hice con esa intención, yo no tenía permitido dar mi verdadera identidad y lo de Neil te juro que no he ordenado tu matrimonio con él, es una mentira yo jamás te separaría de mi lado, tienes que creerme... yo te amo...
— Albert todo es tan confuso que no se que pensar de todo esto, en verdad quiero confiar en ti pero no puedo... Quiero encontrarte otra vez pero cuando veo tus ojos no sé quien eres realmente, todo lo que fuiste se desvaneció y lo que veo es a una persona que no conozco... Necesito tiempo para pensar, creo que lo mejor es me dejes sola
—esta bien, prométeme que te cuidarás
—si
Intento darme un beso en la frente pero me alejé de él, después solo me sonrió desanimado y prosiguió a irse a la puerta mientras me decía
—es solo un hasta luego, no es un adiós definitivo... te lo puedo firmar princesa
Al estar sola me puse a llorar hecha un ovillo, quería a Albert lejos de mi pero mi cuerpo lo necesita para seguir respirando, me levanté como pude para dirigirme a su habitación, al estar adentro lo recorrí con la mirada como si fuera un museo que contiene piezas invaluables, me acerque a su cómoda, vi un trozo de papel, lo tome para darme cuenta de que tenía la caligrafía perfecta de Albert que decía;
Estoy al corriente del propósito de los vecinos. Siento haberte causado tantos problemas.
Gracias también por tu confianza, no quiero molestarte más con esto.
Una última cosa: gracias a ti he recobrado la memoria, no obstante... Jamás tuve el valor de decírtelo...
Albert
Esta nota siempre la había querido leer, es la que me iba a entregar en la noche de su partida, y me pregunto ¿hace cuanto es que recobro la memoria? la llevo a mi pecho para sentir un poco de tranquilidad, después me dirijo a su clóset puedo ver sus trajes finos junto con sus camisas y al fondo pude vislumbrar la manga de su chaqueta café, la que traía puesta cuando lo conocí, como si fuera una sedienta lo tome con impaciencia para llevarlo a mi nariz, pude oler su aroma tan particular que me recuerda a la brisa de las mañanas, de repente me sentí tan cansada por haber tenido un día ajetreado que me acosté en su cama y me dormí abrazando la chaqueta y la nota.
Continuará...
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Y si, te digo que si
RomanceLa historia empieza cuando Albert intenta dejar sóla a Candy en el departamento Magnolia. En la historia original Albert se va sin despedirse de ella para cumplir con sus obligaciones , pero en este fic Candy no se va a quedar dormida y se va a afer...