La noche es oscura, el aire frío, el cielo en vez de estrellas es cubierta por inmensas nubes grises, las calles están desoladas. Parece que todo a mí alrededor se confabula para darme su apoyo, acompañándome en mi tristeza.
Vivir sin ella, que ironía de la vida, que juego tan cruel del destinó el haber hecho que perdiera la memoria e ir a parar precisamente con mi princesa; pude parar en cualquier lugar y con cualquier persona, pero no me lo permitieron los hilos invisibles que me unen a ella, jugaron muy bien sus cartas y he aquí las consecuencias, un corazón roto, sentir otra vez la soledad que me persigue desde que tengo memoria. No me queda nada más que ser agradecido con Dios por permitirme estar con ella más de dos años y si tengo que pagar con sufrimiento la felicidad que viví con mi amada estoy gustoso en pagar.
Mi querida amiga, me cuidó con dulzura y amor. Sonrío amargamente si no me embargara la tristeza por tener que alejarme de ella, me daría el lujo de reír alegremente al recordarla gritando: "el guiso me ataca". Simplemente así es ella de encantadora, el cocinar no se le da bien.
Parado frente a la puerta del departamento, me armo de valor. Ha llegado el momento de un hasta luego para mi amiga y de darle un adiós definitivo a mi amor.
Entro y veo a la dueña de mi corazón descansando, es de madrugada debe estar agotada sumándole que es una dormilona, paso de largo para dirigirme al cuarto , acomodo mis pocas pertenencias en mi desgastada mochila de vagabundo, agarro papel y pluma para escribir una nota, salgo de la habitación cargando la maleta, la carta y una manta. Mientras mi querida Poupée, camina detrás de mí como si supiera que es hora de irnos. Me acerco a mi pequeña atolondrada, la contemplo, le acomodo la cobija para mitigarle el frío de la noche, acerco mi mano para acomodarle un mechón de pelo y si tengo suerte podré rosar su hermosa mejilla con las puntas de mis dedos; acerco mi boca para besar esos labios de cereza , pero, no lo hago, me detengo, no tengo derecho de hacer tal cosa, no tuve la oportunidad de luchar por su amor, no tuve valor de confesarle lo mucho que significa para mí, no tuve derecho de confesarle quien soy, de decirle que recuperé la memoria y no tuve siquiera el valor de confesarle que me voy, que tengo que hacerme cargo de mis responsabilidades. Lo único que me permito hacer es aspirar su aroma que va directo a incrustarse en lo más profundo de mis huesos.
Pongo la nota en la mesa, saco de mi chamarra un sobre con una considerable cantidad de dinero, si fuera por mí le dejaría más, tanto para que tuviera una vida cómoda, viajando, comprando, gastando a manos llenas, no puedo hacerlo, porque, no tengo manera de justificar los ingresos y porque mi Candy, me quiere a mí, a la persona y no el dinero que pueda darle.
Me puse la mochila en la espalda, cargué a Poupée en mi mano izquierda, me dirigí a la salida, cuando estaba a punto de abrir la puerta escuché un murmullo lastimero tras de mí ¿Esa voz será de ella o será la imaginación que me hace alucinar deseos del corazón que anhela estar junto a la persona amada? Sin más volteo a verla, se ha despertado, tiene una cara que no puede con ella, se ve linda, con esos ojos que tienen sueño, con el cabello revuelto y con cara de preocupación ¡no! más bien se ve enojada.
Lo único que puedo hacer para salir de trance es decir:
──¡Candy!
Mi asombro es mayor cuando se le quita su mala cara dándole entrada a una sonrisa resplandeciente y esos ojos adormilados se convierten en soñadores. No puedo evitar que la felicidad se propague por todo mi ser, después de ver como ella se transforma en el mismísimo sol que llega para acariciar mi alma y darle calidez a mi corazón herido.
Suspiro ante mi plan fallido de escabullirme sigilosamente de su vida, quería evitar precisamente esto, su mirada que me doblega y me convierte en su títere.
Se para mientras la manta se le resbala en su delicado cuerpo esbelto, ella corre a mí y me abraza, no puedo hacer otra cosa que corresponderle, se aparta un poco sin dejar de agarrar mis brazos y dice:
──Albert qué bueno que estás en casa, tenemos que hablar hay problemas que resolver. ──Trato de soltarme de su agarre sin lograrlo del todo y le digo── se de los problemas y por eso he decidido irme para no seguir siendo una carga para ti.
Se ve desconcertada y responde:
──Tú no eres una carga, tú eres mi familia, además, perdiste la memoria y necesitas de cuidados para recuperarla.
La miró a los ojos y le contesto── ya recuperé los recuerdos perdidos, estoy sano y fuerte así que ha llegado el momento de irme, sabes necesito resolver cosas.
Ella se ve triste con los ojos húmedos, ¡que no se ponga a llorar!, exclamo dentro de mí. Después dice de manera ansiosa con un poco de preocupación─espérame un momento ya regreso, no te vayas, por favor. ──Asiento con la cabeza sin pronunciar palabra, la veo alejarse mientras me paseo por el comedor con incomodidad por estar más tiempo de lo debido en el lugar que fue mi hogar, se supone que en estos momentos debería estar lejos de esta pequeña rubia, necia, terca, bella, linda, hermosa...¡Grrrr! No debería pensar estás cosas que no me ayudan en nada.
Después de unos instantes regresa, me agarra la mano con entereza y fuerza diciéndome──voy contigo y no acepto un no por respuesta.
Por eso traía su maleta y su abrigo puesto. Yo le contesto con un rotundo ¡no!, un no en mayúsculas.
Entonces ella pone cara de seriedad y argumenta── entonces quédate conmigo, no me dejes sola, yo no quiero vivir sin ti.
──No es recomendable vivir juntos, lo sabes, la gente en ocasiones se comporta de manera cruel, yo no quiero que tu reputación sea puesta en duda.
──Tú sabes que eso no me importa, lo único que necesito es seguir viviendo contigo, tenerte cerca porque tú eres mi familia.
──Estar juntos, tiene repercusiones, nos corrieron del departamento y no quiero que las personas hablen mal de ti.
──Si seguimos diciendo que somos hermanos nadie nos va a criticar, vez todo está solucionado, no tenemos porque separarnos.
Estoy en un gran aprieto. No puedo negarle nada a mi damisela en problemas y no tengo la fuerza de estar lejos de ella. Ja, ja, ja se me acaba de ocurrir una broma para asustarla y que sea ella la que se alejé de mí. Así que con una sonrisa traviesa le digo── para ir de aventura con este vagabundo primero tendrías que casarte conmigo.
Continuará...
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Y si, te digo que si
RomanceLa historia empieza cuando Albert intenta dejar sóla a Candy en el departamento Magnolia. En la historia original Albert se va sin despedirse de ella para cumplir con sus obligaciones , pero en este fic Candy no se va a quedar dormida y se va a afer...