Un beso deseado

259 26 16
                                    



Que bonita tarde, soy feliz caminando por las calles de la ciudad, admirando el paisaje ¡ah! Un puesto de helados, tengo que comprar uno, en eso me topo con un majadero que empieza a insinuar cosas un tanto indecentes. Ese patán está trepado en un coche igual que el de Albert. Harta de estarlo escucharlo he decidido enfrentarlo y le gritó — no tanta confianza que no tengo...— ¡que sorpresa, pero si es Albert!. Con tan solo verlo el panorama cambia, el acontecimiento que hace unos momentos era grotesco ahora se ha convertido en lindo, gracioso hasta me causa risa descubrir está faceta de Albert, el majadero.

Después del altercado me regaló una corona hermosísima por mi cumpleaños y dijo — princesa sus deseos son órdenes para mí

—mi primer deseo es que tú seas mí príncipe

—eso no podrá ser... Por que yo soy su súbdito

— súbdito le ordenó que sea mí príncipe

—solo traje una corona

—¡ mírame Albert, voy a ser el ridículo de aquí hasta que lleguemos a la casa y no estoy dispuesta a pasar sola por esto, entendido !

—esta bien, contenta ¡princesa!

Asentí con un leve movimiento de cabeza, después vislumbre una rama, la agarré , se la di y le contesté — su báculo majestad

— si, claro...

—primero quiero un helado

—princesa me haría el favor de acompañarme por un helado

—vamos majestad... Jajaja

Al llegar al puesto Albert dijo —un helado de chocolate por favor— e inmediatamente yo lo interrumpí — que sean dos uno de fresa y el otro de chocolate

—princesa yo no quiero— después se dirigió al vendedor y le ordenó — sirva uno y que sea de chocolate — mire a Albert de una forma coqueta y le suplique —compra los dos, sólo por hoy— mi buen amigo acepto, el vendedor le dio el de fresa a Albert y el de chocolate a mí, después caminamos por unos minutos y nos sentamos en el césped para disfrutar del delicioso y frío helado.

Cuando Albert estaba a punto de comer el que tenía en la mano yo me adelante y se lo arrebate para empezar a lamer los dos al mismo tiempo mientras ponía ojos inocentes y le decía con voz lastimera —dijiste que no querías, ¿acaso ya cambiaste de opinión?— yo seguí deleitandome con los sabores mezclados mientras él me veía de forma divertida

—princesa si comes mucho vas a engordar

—no importa su majestad así tendré más gracia

— querrás decir, más grasa

—¡ Albert ! ¿ desde cuándo te has vuelto tan majadero ?

—no soy majadero

—y las cosas que me dijiste hace rato, acaso tú le andas gritando a cuánta mujer se te cruza por el camino

—jajaja que cosas dices, por supuesto que no

—y entonces ¿ por qué a mí sí me dijiste majaderías ?

—solo fue una pequeña broma, y lo hice por que te tengo confianza

—entonces no estás de conquistador con otras chicas

—no... ¿Por qué lo preguntas acaso estás celosa?

—¡no! Solo es simple curiosidad

Al terminar de consumir los helados nos pusimos a caminar y de casualidad nos topamos con un artista callejero. Nos acercamos a él y le pedimos un dibujo. Para que el joven ejecutará su obra Albert hizo que posará como una señorita de sociedad mientras él se hincó sobré una rodilla sosteniendo mis manos con las de él al mismo tiempo que nos mirábamos a los ojos. De vez en cuando mi guapo amigo se paraba para ver los avances del artista, Albert se desenvuelve tan bien, dialoga de una forma agradable con el dibujante pareciera que se conocen de años, yo intenté ver la obra pero mí bello amigo no me lo permitió.

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora