Y si, te digo que si

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Para llamar su atención grité claro y fuerte: _ ¡Albert!

Él, después de oírme, se quedó inmóvil; dejó el picaporte de la puerta y giró el cuello lentamente como si con ese simple gesto, la vida se compadeciera para concederle mágicamente que me durmiera para así olvidar su osadía de intentar abandonarme, ¡abandonarme a mí! ¿Cómo se le ocurre tal cosa? Si él es mi familia no se puede largar así, como si nada, como si fuera un vagabundo, bueno si es cierto, así lo conocí; pero, eso era antes del accidente, de cualquier modo y cómo haya sido, no voy a permitir que me deje o dejo de llamarme Candy White.

"¡Con que ahí estás Poupée, amiga traidora, muy cómoda en los brazos de mi Albert! pero te voy a dejar sin comer durante un mes, bueno posiblemente una semana o quizás un día, pero..." Estaba con esos pensamientos malignos, mientras mi mirada se posó de nuevo en el rostro preocupado de mi amigo, lo había sorprendido, tenía la típica cara de un chiquillo cuando lo atrapaban en su travesura, se veía tan adorable que se me olvido que estaba enojada, sin querer sonreí de manera soñadora, mi corazón sintió paz, tranquilidad y felicidad por su presencia, por tenerlo cerca.

" Estaba con esos pensamientos malignos, mientras mi mirada se posó de nuevo en el rostro preocupado de mi amigo, lo había sorprendido, tenía la típica cara de un chiquillo cuando lo atrapaban en su travesura, se veía tan adorable que se me olvido...

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Ya de pie, escuché su dulce voz pronunciando mi nombre _¡Candy! _ ¡qué bonito suena! cuando él lo pronuncia.

No pensé, solo actué por un impulso inexplicable, corrí hacia él y me arrojé a sus brazos. Su cuerpo atrae al mío, como si fuera un imán que atrae al metal, simplemente no pude evitarlo, necesitaba estar cerca de él, más cerca de lo que se podía, necesitaba el calor que siempre me brindan sus brazos fuertes, escuchar los latidos de su corazón, sentir su respiración en mi cuello que me provoca un cosquilleo agradable y si la vida me consiente en ese instante, gustosa estoy en aceptar un beso en la frente de mi guardián, de mi familia, mi amigo, mi igual, un huérfano como yo, mi alma solitaria, a quien hago feliz, como él... me hace feliz a mí, a este corazón roto. Un corazón roto en mil maneras y en mil pedazos que él, con esmero cuidó, y sanó hasta convertirlo en un corazón inquebrantable, que es capaz de volver a sentir compasión y amor, sobre todo amor.

Me separé un poco de él y empezamos a dialogar, me dijo que pensaba marcharse, parecía decidido. Le dije que me esperara un momento. Fui al cuarto para acomodar una maleta con solo dos mudas. Agarré todos mis ahorros y me abrigué. Me sequé las lágrimas por que no quiero que me vea llorar, respiré despacio para tranquilizarme, tengo que despejar la mente para no permitirle deshacerse de mí, está discusión la gano yo ¡señor Albert!.

Me armé de valor, fui con todo. "Valor Candy, ten valor", me dije y me repetí como un mantra para llamar a la buena suerte. Albert no puede irse sin mí, si se va tendrá que llevarme, porque sin él... me falta el aire para respirar.

Ya más tranquila, con las ideas ordenadas, me dirigí hacia él, le agarre la mano y hable con determinación _¡ donde tu vayas yo te acompañare!

Él me respondió con cierta diversión en el rostro _ ¡tendrías que casarte conmigo!

¿Casarme con Albert? No sería tan descabellado, lo conozco de años, nos llevamos bien, me cuida, es trabajador, divertido, inteligente, buena persona y sumamente guapo, si hasta creo que me haría un favor. En unos meses cumpliré 20 años ¡estoy cerca de convertirme en una solterona! Debo aprovechar esta oportunidad. Pensando en las ventajas sonreí y, sin soltar su mano (porque con cualquier oportunidad que tenga se va corriendo), como si no lo conociera, así que le contesté _ y si, te digo que si ¿me llevas contigo donde tengas planeado marcharte?

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora