Fuegos artificiales

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Cuando Albert termino de cantar me secó las lágrimas y me dio un beso dulce en la boca, después tomo una fresa cubierta de chocolate que puso cerca de mis labios invitándome a comerlo, cuando estaba a punto de darle un mordisco a tan exquisita fruta el la alejó de mí regalándome una sonrisa traviesa, a pesar de no probar el dulce del cacao pude lamer sus dedos largos y gruesos riendo por mi pequeña travesura involuntaria, después mi rubio mordió un pedazo de fresa, lo mastico disfrutando de su sabor mientras que yo lo veía con deseo por ver su rostro de placer, acercó su boca a la mía y me preguntó —¿quieres?

Tenía la respiración agitada de tan solo verlo disfrutar del sabor del chocolate mezclado con lo dulce de la fresa, mi boca no pudo pronunciar palabra alguna, solo me pase la lengua por los labios y asentí con la cabeza. Mi rubio se acercó lentamente a mi rostro, aspiró mi aroma para después besarme despacio como disfrutando de cada movimiento del beso, su lengua bailaba con la mía, sus manos curiosas se pasearon por mis curvas dejándome extasiada y con ganas de más. Me encantó verlo sorprendido cuando él se dio cuenta de que no llevaba puesto el corsé, verlo con esas ganas de disfrutar de mi cuerpo me incita a besarlo con más ímpetu y me da la valentía de despojarlo de su fino sacó, mis manos también quieren pasearse por su piel desnuda por eso me atrevo a desabrocharle el chaleco para quitárselo, después dándome mi tiempo le quité la pajarita, cuando le empecé a sacar su linda camisa planchada a la perfección el tomo con agrado mi trasero emitiendo un gruñido erótico por encontrarlo desnudo mientras que yo sonreía satisfecha de lograr mi cometido. Mi amor me acerco a su mástil duro, yo no me podía quedar atrás y sosteniéndome de sus hombros con mis brazos le rodeé la cintura con mis piernas al mismo tiempo que él me sostenía gustoso de las nalgas, sentía que estaba en la gloria restregándome en su falo entusiasta de darme placer, sin poderlo evitar pensé en voz alta —me gusta tenerte así... Tan excitado, tan deseoso, tan duro y es solo por mí

—jajaja ¿ dónde quedó tu humildad mi dulce Candy?

Un poco apenada contesté —¡me escuchaste! Yo...

Me interrumpió con un beso demandante y dijo —es verdad... solo tú me gustas y solo a ti adoraré con mi cuerpo y mi alma... Después de ti no hay nada, solo queda el olvido

Sin darme cuenta ya estábamos en nuestra habitación que tenía un ligero aroma a canela, mi hombre me depósito con cuidado sobre el piso de madera, al percatarme de la decoración me acerque a la cama y vi con una enorme sonrisa el corazón que cubría todo el lecho, no pude ocultar mi asombro y me puse a dar unas cuantas vueltas de la alegría que inundaba mi pecho eufórico por un detalle romántico de la persona amada, mientras daba vueltas como niña con los ojos cerrados pude sentir como suaves pétalos de rosas caían sobre mi cuerpo como agua de lluvia que cae sobre la tierra, al abrir los ojos pude percatarme como Albert sonreía complacido. Las flores rojas terminaron en el piso como sospechaba que iba a terminar mi hermoso vestido. Con decisión me acerque al amor de mi vida, admiré su perfecto rostro, me perdí en su mirada azul mientras le sacaba la camisa del pantalón, deseosa desabotone la prenda para abrirla deleitándome la pupila con semejante cuerpo esculpido por los mismos dioses, le acaricié el pecho después el abdomen sintiéndome complacida por escucharlo gruñir de pasión, sin esperar más le quité la camisa para pegarme a su pecho al mismo tiempo que lo rodeaba con mis brazos y me adueñaba de su espalda ancha y poderosa.

Mi rubio me besaba con desesperación los labios para después ir hacia mí cuello mientras que sus manos estaban ocupadas bajándome el cierre del vestido, al lograr su cometido empezó a ayudarle a la fuerza de gravedad para dejarme sin ropa, cuando mi hermoso vestido rojo yacía en el suelo mi hombre se alejó de mí viéndome completamente desnuda, recordé que llevaba puesto el broche de mi príncipe y lo intente ocultar con mis manos mientras bajaba el rostro apenada pensando que era una falta de respeto traerlo puesto cuando mi corazón pertenece a otro hombre, me lo puse está mañana para tener fuerzas de seguir adelante con mi vida pero después de bañarme se me olvidó quitármelo por que apareció Albert en mi puerta y cuando él aparece se me olvida todo que no sea referente a mi rubio y dije en un susurro — discúlpame, no debí... Me lo puse en la mañana y se me olvidó quitármelo

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora