Sin reserva

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Salimos presurosos de la propiedad Andrew, en el parque central almorzamos arriba de un árbol, después de pasar tiempo con mi amada hubo un accidente, no lo pensé mucho se trataba de una persona que cayó al río y que era arrastrado por la corriente, yo soy un buen nadador, estoy confiado en mis habilidades físicas de ser capaz de ayudar a esa persona, corro velozmente mientras me quito la ropa para estar ligero, nadé hasta llegar a la personita que estaba en medio del agua a la deriva, se me estrujó el corazón al darme cuenta de que se trataba de una pequeña niña de cabellos castaños, su cuerpo estaba flácido, me di prisa por acercarme a la orilla, suspiré pidiendo al todopoderoso para que la niña salga ilesa de este accidente, la cargue para sacarla del río y depositarla en el suelo para darle respiración de boca. Ella reaccionó bien devolviéndome el alma al cuerpo por ver al angelito sonriendo, nos despedimos de la niña y de su familia pero no podía pasar desapercibido el llanto del niño por lo que decidí comprar algodón de azúcar para regalárselo a los chiquillos. Cuando el pequeño y yo fuimos por la golosina le pregunté de forma amable —mi nombre es Albert Andrew... ¿ y tú cómo te llamas?

El contestó acongojado — John

—¿la pequeña es tu hermanita?

—si

—¿ cómo se llama?

— Magui

—bien John ¿ quisieras decirme qué es lo pasó? ¿ cómo es qué Magui cayó al río?

—estábamos jugando... Mamá dijo que no debíamos de acercarnos mucho al río, mamá haca pulseras y las estaba vendiendo yo debía cuidar de mi hermana, pero Magui no sabía que estaba en los límites de tierra firme, empezó a correr, yo quería detenerla, solo quería protegerla pero ella pensó que estaba jugando y corrió más rápido y cuando se dio cuenta de su error ya era demasiado tarde, después llegaste tú para salvarla ¡eres valiente! cuando sea grande quiero ser igual que tú

Con una sonrisa condescendiente le contesté —serás mucho mejor que yo, ya verás que sí... ¿y tú padre?

—esta en su trabajo, es obrero... Mamá hace las pulseras para conseguir un poco de dinero, dice que de esa forma ayudamos a papá que trabaja tanto para mantenernos

Albert se imaginó que estando en esa situación Candy también haría lo mismo, su amada trataría de conseguir dinero para ayudarlo y lo haría de la mejor actitud

—hmmm te sientes culpable de lo que le pasó a Magui

—si... Debí cuidarla mejor

— los accidentes pasan cuando menos lo esperamos, pero tienes que saber y aceptar de que no fue tu culpa

Albert abrazo al pequeño, después secó sus lágrimas y continuó diciendo —hay de dos, sufrir, culparte y mortificarte para tener una vida amargada o superar esta situación de la mejor manera, aprendiendo de los errores para no cometerlos en el futuro. Tú decides

El pequeño sonrió y dijo — quiero no sentirme tan culpable

—ya diste el primer paso, ahora tienes que aceptar que no fue tu culpa... Sonríe que estoy seguro que a tu madre no le gusta verte triste

El niño trató de tener una mejor actitud ante la vida. Compré los algodones y una pulsera a la mamá de John.

Después de que nos despedimos de nuestros amiguitos me sacudí el pelo provocando que pequeñas motas de agua cayeran en el rostro de Candy, ella se sorprendió haciéndose la enojada en el mismo instante que le mostraba la pulsera que le había comprado, regalándome una de sus hermosas sonrisas, después la abracé sintiendo como su cuerpo se estremecía entre mis brazos, sus ojos me ven con dulzura, me dio un pequeño beso en los labios y comentó — será mejor que nos vallamos no quiero que te enfermes por estar mojado

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora