Muestras de amor en la sala

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Después de llevar a Candy a la clínica feliz regrese a casa con el plan de dormir un poco para después levantarme, preparar una deliciosa cena e ir por mi rubia al trabajo.

Al entrar a la habitación me sentía realmente dichoso por ser correspondido en el amor, me acerqué a la cama y después decidí tomar con sumo cuidado el camisón de mi amada para llevarla a mi nariz y aspirar el aroma de mi dulce Candy con los ojos cerrados recordando su forma de ser tan espontánea, por último me acosté para dormir abrazando el camisón.

Al despertar me di cuenta de que había dormido más de lo previsto, ya no tengo tiempo de preparar la cena, lo único que puedo hacer es salir corriendo de la casa para llegar lo antes posible a la clínica.

Gracias al coche es que llegue justo a tiempo cuando Candy estaba conversando con Paty en el patio de la clínica. Después fuimos a un modesto restaurante para comer, mi amorcito realmente se ve hermosa con sus cabellos dorados peinados en una coleta alta que hacía resaltar su cuello largo y delgado, la observaba mientras platicaba de como Paty ayudaba en la clínica feliz, posiblemente no debí de verla por mucho tiempo pero en verdad que no podía apartar la mirada de su persona, porque la manera en que se expresaba era verdaderamente adorable, todo de ella me gusta, sus ojos brillantes, su boquita del color de las cerezas maduras, tan dulces son sus labios como lo es su voz que me tiene idiotizado y me impide sentir como es que transcurre el tiempo.

Más tarde nos trajeron la comida y empezamos a comer, para mí todo era perfecto pero todo empezó a ir mejor cuando Candy empezó a jugar y a tocarme primero las rodillas, en esta parte todo va bien hasta que mi pequeña revoltosa empezó a intensificar las caricias, no debía de sorprenderme su proceder travieso y espontáneo pero la verdad es que no me lo esperaba, fue tanto mi asombro cuando Candy empezó a acariciarme la entrepierna que por poco me atragantó con la comida que tenía en la boca ocasionando un ligero rubor en mis mejillas mientras que Candy reía disimuladamente mientras se mordía el labio inferior, ella tenía una mirada pícara que ante mis ojos parecía exageradamente sexy, tanto que si no estuviéramos en un lugar público le habría arrancado la ropa con los dientes. Después de este acontecimiento Candy dejó de jugar para tener un comportamiento intachable como la señorita Andrew que es.

Más tarde fuimos a dejar a Paty a la residencia Brighton para luego dirigirnos a nuestro hogar, ya dentro de nuestra casa tomé las manos de mi alma gemela de manera delicada para atraerla a mi cuerpo y poder ver con detenimiento su precioso rostro lleno de pecas, embrujado por sus brillantes ojos verdes tome sus mejillas con mis manos para poder besar tus labios rosas, empecé a besar a Candy de manera suave y tranquila tratando de controlar las sensaciones de mi propio cuerpo pero sentir su boca cálida y húmeda, sumándole su olor que me vuelve loco de pasión, sentir sus manos suaves masajeándome el cabello y sentir como ella pega su cuerpo al mío rozándome con sus pechos mi corazón, todo en conjunto provocó que perdiera la prudencia besándola hasta cierto punto de manera salvaje, conforme pasa el tiempo me cuesta más trabajo controlarme, su figura es tan apetecible y ella es tan confianzuda que me da tanta libertad para acariciarla como yo quiera y en el momento que yo lo deseé, que es difícil no aprovechar la oportunidad, hechizado cómo estoy de mí amada me atrevo a pasear las manos por su cuerpo cubierto por un adorable y sencillo vestido naranja adornado con encaje blanco. Ella al momento de sentir mis caricias por zonas restringidas también empezó a intensificar su cariño hacia mí, por escasos segundos podía ver su rostro, ella tenía una expresión de satisfacción con una mirada chispeante y con la respiración entrecortada, después ella levantó una pierna y me la depositó en la cadera mientras que su mirada me guiaba a ver como su mano deslizaba su falda lentamente para que viera más piel blanca de su muslo, luego su mano toma la mía para depositarla en la pierna que tenía puesta en mi cadera y guiarla hacia su centro más sensible, debí detenerme pero no lo hice, en vez de eso la caricia de manera más íntima mientras que ella me abrazaba con mayor fuerza y echaba la cabeza hacia atrás ofreciéndome su cuello, la bese para dirigirme a sus senos y con mis dientes le desabotone el vestido mientras veía como sus pechos quedaban al descubierto invitándome a amarlos, sabía que tenía que cargarla para llevarla a nuestra habitación pero tenía tanta hambre de su cuerpo desnudo que no me pude resistir a las muestras de amor en la sala, enseguida le quité la ropa para dejarla con un pequeño camisón interior que me dejaba verla a detalle, después la acosté en la alfombra acolchada para saciarme de ella. Acostado enredado en sus piernas largas y bellas empecé acariciarle su espalda desnuda con las yemas de mis dedos y le dije a media voz:

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora