El diario de Candy

221 27 7
                                    


Sentado en mi pulcra oficina observó el diario de mi hermosa Candy al mismo tiempo que jugueteó la portada con mis dedos, otra vez estoy indeciso en leerlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sentado en mi pulcra oficina observó el diario de mi hermosa Candy al mismo tiempo que jugueteó la portada con mis dedos, otra vez estoy indeciso en leerlo.

Me lo entregaron después de que recuperé la memoria, hace meses que intentó leerlo pero no he podido, creo que no me va a gustar lo que está escrito en estás páginas, escogí un párrafo al azar, en ella habla de la convivencia con los chicos, en otro habla del amor por Terry, cierro abruptamente el libro, no puedo seguir con la lectura, un diario es tan personal, son cosas íntimas de mi linda Candy que es irrespetuoso que yo vea el contenido y he decidido no leerlo lo que quiera Candy compartir conmigo ella misma me lo dirá.

Lo que si leí fue la última página porque ese mensaje fue escrito para mí, es donde me explica que tiene que hacer su propio camino, su agradecimiento hacia el tío abuelo y otra vez aparece ¡Terry!, Aunque nos hemos besado varias veces en nuestro hogar, tengo miedo de que ella nunca corresponda al amor que nace de mi ser. Después de disfrutar la esencia de Candy en su cumpleaños yo no he podido resistirme a su dulce boca y ella a propiciado a que yo vuelva a probar sus esquistos labios. Posiblemente tengo una oportunidad para conseguir su amor.

Ya esta decidido, después de pensarlo por un largo rato, le tengo que contar la verdad para poder tener una relación sin secretos.

Cuando llegue a casa, encontré a Candy triste, pusimos la mesa mientras ella intentaba sonreír, cenamos sin novedad, después la abracé, a ella se le salieron unas lágrimas y le pregunté:

—¿ qué pasa ?

—nada

—estas llorando ¡no me digas que no pasa nada!

—es que, hoy por casualidad me topé con Eleonor Baker

—me suena ese nombre... ¿acaso es la actriz?

—si

—y ¿ qué pasa con ella ?

—ella es la mamá de Terry, me dijo lo mal que la está pasando él. Quiere que mañana la acompañe a verlo para ayudarlo a salir adelante

—¿y tú qué quieres hacer?

—yo quisiera ayudar a Terry... para que el esté bien...

Al escuchar estás palabras mi corazón sin duda sufrió un golpe fuerte, siento como mi felicidad se me escapa, como si fuera el agua que se escabulle de entre los dedos y le digo ocultando mi incomodidad —tienes que hacer lo que te dicte tu corazón

—si Albert, tienes razón

Después de esto Candy se quedó más tranquila y yo más inquietó, tengo una batalla con los demonios que llevó dentro, siento tantos celos de Terry que me cuesta trabajo respirar y pensar con claridad, está rubia me hace perder la cabeza. Con estás ideas me obligó a dormir mañana tengo un día con mucho trabajo.

Ya me estaba quedando dormido, en eso apareció mi diosa de cabello dorado con solamente la camisa de su pijama que compró junto con el que me regaló. La prenda de vestir le queda largo pero eso no impide que pueda apreciar sus hermosas y estilizadas piernas. Ella se sentó cerca de mí para acariciarme la cara y yo le dije:

—ven acuéstate a mi lado

Ella sonrió y dijo — no es propio de una dama

— tú eres una dama única, especial y auténtica, acostarte al lado mío es propio de ti

Se acomodó junto a mí entre tanto yo la abrazaba disfrutando su compañía y sus formas de mujer. Cerré los ojos para dormir de una vez. Después ella acarició mi rostro, me dio un beso pequeño en los labios y susurró —descansa mi amor.

Cuando ella estaba a punto de levantarse para irse, yo la abracé con fuerza para no dejarla escapar mientras le decía melosamente —no te vayas, quédate conmigo— no me contestó así que proseguí con mis deseos, me subí a su frágil cuerpo mientras le...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando ella estaba a punto de levantarse para irse, yo la abracé con fuerza para no dejarla escapar mientras le decía melosamente —no te vayas, quédate conmigo— no me contestó así que proseguí con mis deseos, me subí a su frágil cuerpo mientras le besaba la boca con ansias, después sin despegar mis labios de su piel me dirigí a su oído para decirle con enojó, frustración y deseo —esta noche serás mía— lo que yo en un inicio estaba planeando era solo dormir abrazando su cuerpo pero el deseo me dominó y me envolvió unas ansias locas de deleitarme un poco con la suculenta figura de Candy, así que le atrapé las manos para inmovilizarla y le empecé a separar las piernas para poder sentir su calor. Conforme pasaba el tiempo también me estaba preparando para su enojo, insultos y posiblemente una cachetada de mi rubia, en vez de eso ella me sorprendió devolviéndome el beso con ganas, con gusto y suplico —suéltame, déjame acariciarte por favor— deje libre sus delicadas muñecas e inmediatamente me empezó a masajear el cabello, me acarició el cuello, después sus manos fueron directo a los botones de mi camisa del pijama para desabrocharlo de manera torpe, luego de su osadía me quitó la ropa para acariciarme la espalda desnuda al mismo tiempo que ella suspiraba y de vez en cuando emitía algún gemido de placer, yo estaba enojado y preocupado por Terry pero conforme sentía el placer que le provocaba a la dueña de mi corazón el sentimiento de frustración fue sustituida por la pasión de un gran amor y la confianza de saber que le gustó y que me desea igual que yo la deseó a ella. Después deslice una mano hasta llegar a uno de sus voluptuosos pechos entre tanto que con la otra me apoyaba para no soltarle todo mi peso, masajeó apreciando la delicia de sus generosos pechos y con mi dedo pulgar realice movimientos circulares en su pezón dándome cuenta de que no llevaba ropa interior cosa que hizo incrementar mi deseo por ella. Nuestros corazones laten con frenesí, mi musa incremento la intensidad de sus caricias haciéndome pequeños rasguños, el placer que me brindan sus manos es el mismo cielo, dejó sus labios para devorar su cuello al mismo tiempo que ella se arquea para acercarse más a mi endurecido miembro por la lujuria que me ocasiona tener su cuerpo de tentación debajo, tan dispuesto y abandonarse a la pasión emitiendo sonidos de placer y dijo con dificultad —Albert... Mi amor ¿ qué me haces ? ¿ qué es lo que me haces sentir ? Provocas que pierda el control

—jajaja ¿y cuándo has podido controlarte y tener esas manos quietas?

—me gustas Albert...

—ya me di cuenta, por los gemidos tan fuertes por no decir gritos escandalosos que emite tu linda boca

Al decir esto sentí su vergüenza e incomodidad, empecé a reír de manera descarada mientras la aprisionaba con fuerza con mi cuerpo para evitar su huida, le capturé la boca enérgicamente y mientras le decía a media voz —me gustan tus gritos escandalosos, me estimulan a desearte con mayor intensidad y vi como sus adorables ojos se cerraban para otra vez abandonarse al placer de la pasión, entre tanto sus piernas me rodeaban la cintura y me acercaban más a su centro sensible, después con toda la confianza del mundo mi mano la pasé a su pequeña cintura disfrutando de los espasmos de mi bella ninfa, proseguí aventurándome a sus piernas desnudas acariciando su piel suave y virginal, para después ir directo a sus redondeadas y grandes nalgas, mi boca tuvo la fortuna de probar por primera vez el inicio de sus formidables pechos, así estuvimos mucho tiempo entre caricias y besos atrevidos hasta que los dos nos perdimos en la dulce miel del amor.

Continuará...

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora