Mi príncipe me espera

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El cielo es de un azul resplandeciente, el sol brilla al mismo tiempo que sus rayos acarician mi piel, la brisa del amanecer rocía mi cara, el aire fresco llenan mis pulmones, los árboles adornan el paisaje, las flores desprenden su perfume, mientras corro hacia la colina con mis pies descalzos, sintiendo la suavidad del pasto, escucho su voz dulce y juvenil, pronunciando mi nombre ──¡Candy, Candy! ──grita con entusiasmo y me apresuro a correr con todas mis fuerzas, porque, mi príncipe me espera parado junto al padre árbol, ¡oh!, pero si está hermoso. Cada vez estoy más cerca de él, más cerca de abrazarlo y no puedo con esta emoción, que me embarga y me hace sentir jubilosa. Lo veo, está esperándome con los brazos abiertos, esperándome con su maravillosa sonrisa. ¡Por fin llego!, y me arrojo a sus brazos fuertes. Y él me dice── por fin llegas, te he esperado por tanto tiempo, mi niña hermosa.

──Te hice esperar mucho ──le contesté── ¿te cansaste de esperar tanto tiempo? Mira que yo todos los días subo la colina para verte y nunca, después de tantos años te he vuelto a ver; y como te habrás dado cuenta ya pasó mucho tiempo, tanto que ya ...

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──Te hice esperar mucho ──le contesté── ¿te cansaste de esperar tanto tiempo? Mira que yo todos los días subo la colina para verte y nunca, después de tantos años te he vuelto a ver; y como te habrás dado cuenta ya pasó mucho tiempo, tanto que ya no soy una niña, y tú ya no eres aquél jovencito, pero lo que no se puede negar es que con el paso del tiempo te pusiste más guapo.

¡Qué osadía la mía!, soy tan coqueta, no dejo de pensar que he sido desmesuradamente atrevida y de seguro mi cara parece un tómate de lo roja que ha de estar. Mientras él pone cara de asombro. Lo veo ruborizarse para después reírse, en cambio yo, trato de sonreír discretamente, disfrutando de su risa fresca, que me llena el alma de felicidad.

──¡No! no hermosa... Hermosa señorita, le prohíbo que me alague, aunque, me guste ser de su agrado, aquí conmigo, el único; que puede adular inspirado en tú belleza, soy yo ──me lo dijo de manera relajada con su sonrisa apacible y con su mirada llena de calma como un lago tranquilo, después comenzó a hablar de nuevo── la respuesta a tu pregunta es no, jamás me cansaría de esperar por ti, aunque eso significara esperar por más de una eternidad a mi bella dama ──me lo expresó, acercándome más a su cuerpo firme, yo me sentí desfallecer de la alegría en sus brazos fuertes, levanté la mirada inmediatamente. Me envolvieron sus ojos azules. Él se aproximó a mi rostro, sentí su respiración en mi cara y sus manos acariciar mi espalda de arriba hacia abajo lentamente de una forma rítmica, ¡ah! No lo pude creer, el acercó sus labios a los míos y me besó; pero que beso tan suave, dulce y sublime, mientras le acariciaba el suave cabello de oro, deslicé mis manos por su cuello para sentir sus hombros; en eso siento que se desvanece de mis manos, despacio abrí los ojos y su rostro se esfumó ante mí, para darme cuenta, que estaba en el cuarto de Albert y en cuanto me despabilé, el sueño se volvió borroso y lo único que me quedó es el recuerdo de haber tenido un maravilloso sueño con mi príncipe.

Me levanté de la cama, vi la hora, y dije──¡qué barbaridad es muy tarde!── me apresuré para asearme y arreglarme para ir al trabajo. Comí lo que Albert me dejó en la mesita, la nota que dejó en la charola del desayuno la guardé en mi bolso de mano para leerlo más tarde. Salí de la casa corriendo, tomé un coche, que gracias a mi buena suerte, lo conseguí rápido para ir a la clínica feliz.

Ya estando en el coche leí la nota:

Hermosa Candy:

Nos vemos a las 5 PM en el departamento Magnolia.

Albert.

En la nota que dejó mi amigo, hay un comunicado; pero a mi mente llegaba con mayor intensidad la palabra hermosa, ¿será cierto o lo dirá por ser amable?, él es tan guapo: ¿cómo le gustarán las mujeres? Tal vez le gustan rubias de ojos verdes, ja, ja, ja; quizás si le parezco bonita o quizás no.

A la clínica llegué treinta minutos tarde, por suerte no hubo problemas, ya que el doctor Martín no tenía mucha gente que atender; solo estaban unos niños esperando por las vacunas, seguidamente llegó un hombre resfriado, luego más y más enfermos. En la tarde le pedí al doctor que me dejará salir una hora antes:

──Ja, ja, ja, enfermera responsable: llega tarde y quiere irse antes de su salida, esté mundo está al revés.

──Es que tengo... ¡un pequeño problema! Mañana le repongo las horas.

──Ja, ja, ja claro que puedes irte; aunque no repongas nada; ya lo sabes, nada más estaba bromeando.

──Ja, ja, ja, lo sé.

──Te puedo ayudar en tus asuntos.

──No, ya está resuelto el problema, solo es cuestión de ir por unas cosas al departamento. Ya me voy, que se hace tarde, ¡hasta mañana!

──Ja, ja, ja, sí, enfermera estrella, ¡aquí usted manda! Si por eso no me caso para evitar ser un mandilón, ¡nada más mírenme, aparece la enfermera estrella y hago lo que ella dice!

El doctor siempre jugando, soy feliz con mi trabajo; él es una maravillosa persona. Le sonreí y me despedí otra vez de él. Me fui a encontrarme con Albert.

Ya en el departamento empecé a acomodar las cosas en unas cajas y bolsas, en lo que se pudiera, para cuando llegara Albert, simplemente nos dedicáramos a transportar nuestras escasas pertenencias.

Después de una hora se abrió la puerta para dar paso a mi amigo, y, a su gran sonrisa.

Después de una hora se abrió la puerta para dar paso a mi amigo, y, a su gran sonrisa

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Continuará...



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