El amor que siento por Candy

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Me encuentro caminando descalzo sosteniendo mis zapatos con la mano derecha a orilla del mar, sintiendo a cada paso la suavidad de la arena mientras que las olas terminan chocando levemente por mis tobillos. Soy feliz no lo puedo negar pero sin mi princesa está dicha es incompleta. Admiro el paisaje de la inmensidad del agua fusionándose con el azul del cielo, el sol se está escondiendo dejando a su paso los colores naranjas, amarillentos y violetas por las nubes mientras que las estrellas están saliendo indicando que pronto va a anochecer. Pienso en mi amada, ¿ qué estará haciendo?. Me puedo imaginar su risa espontánea, su energía inagotable, la dulzura de sus ojos, quizá les está regalando amor a los niños de Pony, una labor muy noble como lo es ella, de pronto mis pensamientos hacia mi amor son interrumpidos por una voz enigmática de mujer, que grita:

—¡William! ¡William!

Reconozco ese timbre y al voltear me percato que no me he equivocado es ella con su flamante sonrisa que se acerca cada vez más a mí. Le sonrió sin mostrar mucho entusiasmo mientras que ella me abraza y me da un beso en la comisura de mis labios, la despegó de mi con suavidad y le contestó — Charlotte que sorpresa verla aquí

—me gusta nadar por las tardes

—me lo imagino... El agua es refrescante

Con cierta picardía ella contestó —pues no te lo imagines... Podrías comprobar lo refrescante que está el agua

—otro día con mucho gusto, pero hoy no me apetece... Solo quiero admirar la belleza del paisaje

Ella con coquetería posó frente a mí para que pudiera observarla a detalle mientras que gotas pequeñas y cristalinas caían de su cabello mojado, el agua escurría por todo su cuerpo, haciendo su traje de baño transparente y pegajosa que se podía apreciar levemente sus pezones erguidos y las curvas de mujer que poseía, cualquier hombre podría apreciar su belleza incluso yo se que es una hembra apasionada capaz de cumplir los deseos eróticos en realidad. Su descaro fue evidente cuando dijo —y ¿ qué opinas sobre esta belleza? — al mismo tiempo que se tocaba las caderas.

La mire directo a los ojos con cierta frialdad y le contesté — opinó que a ¡tú esposo! No le agradaría saber que su mujer esta comportandose de manera inadecuada

Su rostro se turbo unos instantes para hablar con suficiencia —por eso no se lo diremos... Será nuestro secreto

Negando con la cabeza le contesté —no lo creo... Tú y yo no tenemos ni tendremos ningún secreto. Ya es tarde me retiro, con permiso

Ella se aferró a mi brazo restregando sus pechos voluptuosos y con una inocencia fingida comento —no seas amargado William... Somos jóvenes, deberíamos divertirnos juntos sin compromisos.

Con cierto enfado le dije — ya es hora de irme... Podría soltarme

—¿ a dónde vas? No tengo nada que hacer... Solo pensar en ti así que podría acompañarte

—¡no! Voy a un lugar donde se vería mal que una mujer casada entrará

—entonces acompáñame a mi casa... A tomar una copa como amigos

—no... Ya tengo planes con permiso

Me solté de su agarre y me fuí directo a la casa que estoy rentando a seguir pensando en mi dulce Candy mi amor verdadero.

Los meses pasaron y después de lo que sucedió a orillas de la playa con Carlotte la eh estado evitando a toda costa por que no quiero problemas con mi socio. A pesar de eso ella no pierde la oportunidad de seducirme dándome indirectas como subirse la falda en mi presencia, me manda besos, me guiña los ojos y me sonríe mordiéndose el labio inferior cuando sabe que su esposo no la ve.

Y si, te digo que siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora