—Félix, hijo, es hora de irnos— escuché a mi mamá hablar desde fuera de la puerta.
Estaba preparando mis maletas. Como cada año, estás vacaciones iremos a la casa de la abuela y nos quedaremos ahí todas las vacaciones, luego, cuando concluyan, regresaremos a casa nuevamente.
—Ya voy, mamá, estoy terminando de empacar mis cosas.
—Está bien, dile a Charlotte que se apure también— agregó y salió de la casa.
Yo tomé la maleta y fui directo a la habitación de mi pequeña hermana menor —Charlo— toqué la puerta.
—¿Qué paso, Félix?— abrió la puerta y no se miraba muy contenta.
—Hermana, sé que odias ir, pero tienes que hacerlo, por mamá— traté de convencerla.
—Pero odio ahí, sabes que los niños bobos del vecindario me caen mal— se excusó.
—Charlo, tú irás a ver a la abuela no a esos “niños bobos” como tú los llamas— seguí insistiendo. Ella solo me miró —Hazlo por tu hermano favorito— mostré una cara tierna.
—No me convencerás fácilmente— se cruzó de brazos y se recargó en la puerta.
—Está bien, si vas con nosotros te daré todas mis mesadas por un año entero, también te compraré todo lo que quieras estando allá— comencé a negociar.
Ella se lo pensó por unos segundos —¿Lo dices en serio? — cuestionó.
—Por supuesto— respondí poniendo una de mis mejores sonrisas.
—Está bien, iré— cerró la puerta y minutos después salió con su maleta color rosa en su mano derecha y su cosmetiquera en su mano izquierda —Podemos irnos— comenzó a caminar delante de mí.
Yo tomé la maleta y caminé detrás de ella —No necesitarás ese maquillaje en la casa de la abuela— inicié una conversación.
—Nunca se sabe, hermano— dijo mientras salíamos de la casa —Como dice la abuela: “Mujer prevenida vale por dos”
Cerré la casa perfectamente bien con llave y caminé hacia el auto, metí mi maleta y mi mochila dentro de la cajuela y luego entré al auto, donde mis padres ya se encontraban esperándonos.
—Tardaron demasiado tiempo en salir— dijo mi padre y comenzó a conducir hacia el aeropuerto.
—Déjalos, cariño, tenían que empacar todas las cosas esenciales— añadió mi madre en nuestra defensa.
El resto del camino permanecimos callados mientras escuchábamos la música que mi padre había puesto. Al llegar al aeropuerto, todos bajamos, mi padre abrió la cajuela y sacamos las maletas. Luego cerró el auto perfectamente bien y comenzamos a caminar para poder entrar al aeropuerto.
—El vuelo sale a las cuatro, ¿Qué hora es?— preguntó mi padre mirando los boletos de avión.
—Son las tres cuarenta— mi hermana sacó su celular y le dio la hora.
Mi madre sacó los pasaportes y nos los dio —Este es el tuyo, Félix— lo tomé y agradecí.
—Pasajeros con destino a Alemania, favor de abordar el avión número trescientos treinta y cuatro. Pasajeros con destino a Alemania, favor de abordar el avión número trescientos treinta y cuatro— la operadora comenzó a hablar.
—Ese es nuestro vuelo, apresurémonos— mi padre comenzó a caminar.
Llegamos a donde nos examinaban para ver si no poseíamos algún arma o cosa que pusiera en peligro la vida de los pasajeros. Luego fuimos a donde te sellan el pasaporte para que lo sellaran y finalmente colocamos las maletas en el lugar correspondiente para que las subieran al avión.
—Vamos a subir al avión— agregó mi padre mientras caminábamos.
Cuando por fin subimos al avión, nos sentamos en el lugar correspondiente. Charlotte y yo nos sentamos juntos y nuestros padres tomaron otros asientos lejos de nosotros.
—El avión está por despegar, abrochen sus cinturones, por favor— habló la azafata.
Todos nos abrochamos y el avión despegó, así que las turbulencias comenzaron. Tomé la mano de mi hermana y la apreté —Sigues siendo el mismo llorón de siempre— se zafó de mi mano y me abrazó. Si, tal vez parezca exagerado, pero odio esa parte del vuelo.
(…)
Después de varias horas, comencé a aburrirme, así que tomé una ligera siesta.
—El elegido está entre nosotros— una mujer de cabellos canosos y algo vieja, comenzó a hablar. Todos nosotros nos encontramos sentados al frente de una fogata.
—El elegido murió cuando era bebé, abuela— habló un tipo que se encontraba sentado al lado de mí. Su rostro estaba desfigurado, así que no logré ver de quien se trataba.
La mujer comenzó a señalar en todas direcciones y finalmente detuvo su mano, señalándome a mí, luego mostró una sonrisa —Tu— susurró.
—¿Qué sucede abuela?, no creerá que es el hijo del jefe— volvió a hablar el mismo hombre.
—Atrápenlo, el sacrificio debe ocurrir— los hombres que se encontraban sentados al lado de mí, se pusieron de pie y comenzaron a caminar en mi dirección. Su cara, al igual que la del tipo que está a mi costado, era irreconocible, pero una enorme sonrisa macabra era lo único que podía apreciarse.
—Aléjense— me levanté del tronco y comencé a retroceder. Los hombres caminaban lentamente y seguían sosteniendo aquella aterradora sonrisa. Yo retrocedía, pero una piedra hizo que tropezara. Los hombres caminaron más rápido y se abalanzaron todos sobre mí.
Di un brinco y desperté, ¿Qué había sido esa pesadilla?, me cuestioné. —¿Estas bien?— preguntó Charlo, yo asentí y miré que todos los demás pasajeros ya estaban bajando del avión.
—¿Ya llegamos?— pregunté al ver a los pasajeros bajar.
—Así es. Dormiste como tronco— respondió Charlotte.
—En ese caso, tenemos que bajar también— ella se levantó y luego yo hice lo mismo. Mis padres ya habían bajado hace algunos minutos, así que nos esperaban fuera del avión.
—Félix, ¿Estuvo interesante tu sueño o por qué dormiste tan profundamente?
¿Mi sueño?, ya lo había olvidado —No recuerdo lo que soñé, mamá— respondí.
Fuimos a recoger las maletas y salimos del aeropuerto —Estoy agotado— mi padre extendió las manos.
—Aprende de Félix, él está más vivo que nunca— agregó mi madre burlándose de nosotros.
Mi padre hizo la parada a un taxi, el cual nos llevaría a la casa de la abuela. —Buenas tardes— saludamos todos al chófer, el cual nos devolvió el saludo.
Durante el camino observe por la ventana, algunas cosas habían cambiado y otras seguían como siempre. Habían puesto una tienda de comida rápida y más adelante habían construido un Bazar. Abrí un poco la ventana e inhalé un poco del aire fresco.
Si, estaba en Alemania y lo que más me gusta de venir es que la abuela vive en una zona muy alejada de la civilización y el aire aquí es más limpio, aparte de que detrás de su casa está un enorme bosque y me encanta.
Después de una hora, llegamos a la casa. Bajamos del taxi y mi padre pagó el viaje, el hombre abrió la cajuela y bajamos las maletas y las cosas que llevábamos y nos paramos frente a la puerta de la casa.
Me sorprendió ver que el vecindario había crecido, antes había unas cuatro casas y hora había más de diez. Mi madre tocó el timbre y unos minutos después ella abrió la puerta. —¡Hola, mamá!— mi madre se abalanzó sobre ella y le dio un abrazo.
—¡Llegan antes!— dijo mi abuela cuando se soltó de mi madre.
—Las vacaciones de los niños comenzaron antes, así que decidimos en darle una sorpresa— agregó mi padre.
—Pero pasen— se movió de la puerta y todos entramos, primero mamá, luego papá, después Charlotte y al final yo.
—Señora Louisa ya acomode todas las cajas que me ordenó— un chico, algo mayor que yo, salió del sótano.
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MI OMEGA (En Proceso De Edición)
WerewolfUn chico omega, condenado a ser sacrificado. "SERÁ POR EL BIEN DE LA MANADA" Un chico Alfa, el que todo lo tiene y el que nació para liderar a su manada. "ERES EL ALFA, EL LÍDER DE LA MANADA" Un amor prohibido. "LOS LOBOS NEGROS NO DEVEN MEZCLAR S...