CAPÍTULO 46

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MASON
Tome mis cosas y regrese a la manada. En cuanto llegue ahí mi padre me esperaba fuera de casa —¿Finalmente te diste cuenta que ese omega no te convenía?

—Él me abandonó— dije eso, aún con el corazón roto.

—Te lo advertí ¿no?— se acercó a mi y me toma el hombro con su mano derecha —Es por eso que la sangre no debe mezclarse.

Solo me limite a mirarlo, no respondí nada más. Él me soltó y entre a la casa —Hijo ¿Por que volviste?

—Félix me abandonó, mamá— deje caer la mochila y me acurruqué en su hombro —Rompió nuestro vínculo.

—Oh, hijo no te lamentes por esto— ella me abraza y me da pequeñas palmaditas en la espalda —Todo estará bien.

Me solté de ella y fui a mi habitación para poder dormir una siesta.

—¿En serio vas a dejarlo ir? Él es nuestro mate— habla Helmut cuando me reuní con él.

No puedo encontrarlo. Él rompió nuestro vínculo.

—Pero nos será difícil encontrar a otro mate tan lindo como el. Su aroma es único y exquisito— me mira.

Lo se, yo lo sé, pero él no nos amaba

—Tienes razón— dice decaído —La diosa luna pronto nos emparejará con alguien más. Esta vez solo mantenlo cerca de ti y no permitas que alguien lo lastime o que se aleje de nosotros— camina hacia la oscuridad.

Desperté gracias al ruido que hacía mi celular. Tenía una llamada entrante y el número era desconocido, tome el teléfono y conteste la llamada —aló— dije al contestar.

—Mason— era la voz de Félix. Estaba cien por ciento seguro de eso, pero ¿por qué marcaba de un número desconocido? —Por favor, necesito verte.

—¿Crees que voy a ir corriendo a donde estás? Rompiste nuestro vínculo, ahora ya no hay nada que nos una. Pronto voy a tomar el liderato y me desposaré con una alfa de la manada.

—Quiero explicarte el porque me fui. Solo por esta vez, déjame hacer las cosas bien— su voz se escuchaba quebrada y por alguna extraña razón eso me hizo sentir mal.

—No quiero verte ¿No entiendes que me heriste al romper el vínculo?

—Solo, por favor. Prometo que después de explicarte me iré para siempre— insistía.

—¿Dónde quieres que te vea?— cedí. Yo también quería verlo para sentir su aroma por última vez así que solo cedí.

—En el lago, al que te llevé la última vez. Ahí te estaré esperando— después de decir eso colgó la llamada.

Me levante corriendo, el sol apenas comenzaba a salir, pero entre más pronto termináramos con esto, sería mejor para los dos. Tome mis cosas y baje a la planta baja en donde se encontraba mi padre sentado en el sofá y mi madre en la cocina.

—¿Vas a salir?— pregunta mi madre.

—Iré a buscar a Ernest. Hace tiempo que no lo veo.

—¿Desayunarás antes de irte?— pregunta nuevamente.

—No— respondí —Volveré pronto.

—Ve con cuidado. Supe que Ernest comenzó a trabajar en la tienda de su abuelo. Pasa ahí primero.

—Eso haré— dije antes de salir de la casa. Obviamente no irá a ver a Ernest así que me ahorre la molestia de ir a buscarlo. Solo iría y regresaría tan pronto como me había ido.

Me adentré al bosque y tome mi transformación para poder llegar al lago lo más pronto posible. Al llegar ahí me quede esperándolo ya que aún no llegaba. Al paso de un rato comencé a oler un aroma extraño, el mismo aroma que estaba en el departamento de Serafina.

Me levante del tronco en el que me encontraba sentado y mire hacia todas partes tratando de buscar el origen del aroma. Cuando me giré pude ver a un hombre de alrededor un metro setenta, de cabello negro, tez pálida, ojos color rojo sangre y estaba vestido de traje negro.

—Saludos, Mason.

—¿Quién eres?— pregunté mirándolo.

El hombre se acercó a mi lentamente —Me presentó, mi nombre es Arthur Becker y soy la persona a la que tienes que temer— corrió velozmente hasta encontrarse frente a mi —Gracias a ti Félix será mío.

—¿Dónde está el?— pregunté —¿Dónde lo tienes?

—Tranquilo muchacho, él no se encuentra aquí— responde dando media vuelta —por ahora— susurra levantando la mano.

—¿Qué planeas hace...?— un dardo con sedante se estampó en mi abdomen. Comencé a sentirme mareado y traté de cederle a Helmut para tomar mi transformación, pero el sedante hacía efecto rápidamente. Mi vista se oscureció y quede inconsciente.

(...)

Desperté gracias a que me lanzaron agua helada en el cuerpo. Di un brinco y comencé a mirar en todas direcciones y me di cuenta que estaba en una especie de celda. Mis extremidades se encontraban atadas con cadenas de plata y mi cuello tenía un collar de plata, eso me perjudicaba, no podría tomar mi transformación y eso era malo.

El hombre se encontraba en frente de mi y luego me tomó el rostro —Te tengo una buena noticia— sonríe —Tu dulce Félix viene por ti.

—¿Qué?

—Él está en camino.

—El no vendrá— dije —Él y yo ya no somos mates. Él no tiene nada que ver conmigo.

El hombre comenzó a reír —Por favor. Él te abandonó porque no quería que yo te encontrara o te matara. Él no lo soportaría. Perderte de nuevo lo descontrolaría.

—No es verdad.

—Jamás me atrevería a mentirte— se aleja de mi y luego dos hombres me desencadenan. El hombre se da la vuelta y comienza a caminar —Tráiganlo— dice con voz autoritaria.

Los hombres me jalan de las cadenas que ataban mis extremidades y me hacen caminar a su paso. Me llevaron a través de largos pasillos donde colgaban cuadros de pinturas del renacimiento.

Cuando llegamos al salón principal del castillo, los hombres me arrojaron al suelo justo al lado del hombre. Mismo que se encontraba sentado en un sillón individual con terciopelo rojo y algunos detalles bañados en oro.

Después de una horas el hombre comenzó a impacientarse y se levantó del pequeño sillón —¡¿DONDE ESTÁ?!— gritó tomando un jarrón con flores que se encontraba en una mesa de cristal, lo arrojó al suelo y él jarrón se rompió y las flores se esparcieron por el suelo al igual que el agua.

—Te dije que no vendría. El solo te mintió al igual que a mi—. Lo mire mientras me recargaba en la pared.

—Lo hará, yo sé que si. Solo hace falta darle más tiempo— se acercó a mi y me dio una patada en el rostro. Dolió y mucho, salió sangre de mi boca y también de la nariz —No digas tonterías.

Dio la vuelta y fue a sentarse en el pequeño sillón y continuó esperando. A los pocos minutos un hombre apareció en su costado y se rebajó a la altura del oído del hombre —El chico está aquí— susurró.

—Qué esperan. Tráiganlo a mí presencia— ordenó. El hombre hizo una pequeña reverencia y luego se marchó para seguido volver con Félix.

—¡¿DÓNDE ESTÁ?!— gritó su loba. Se acercó hacia el hombre y puso su cara frente a la suya —Te advertí que no le pusieras un dedo encima o sufrirías las consecuencias— lo tomó del cuello y lo hizo ponerse de pie.

El hombre tomó el brazo de Félix y lo rompió —También te dije que no pararía hasta verte destruido.

Libere mi aroma, demostrándole a Félix que estaba bien. Él, al olerlo, giró su mirada hacia mi y su rostro cambió. Volvió a girarse y, con su brazo fracturado, le plantó un golpe en el rostro —¿Te atreviste a lastimarlo?

El hombre le devolvió el golpe a Félix y con ello se desencadenó una pelea a muerte.

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora