CAPITULO 34

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NARRADOR

Después de que Irina se unificó con Félix, este hizo lo mismo que en sus vidas pasadas. Se convirtió en un enorme lobo salvaje. Comenzó a atacar a los vampiros que lo rodeaban, con su enorme mandíbula trituró sus puntos vitales para dejarlos inconscientes.

—¿Félix?— Mason no reconocía al Félix que estaba enfrente suyo, ¿Por qué él actuaba así? ¿Por qué su aroma había cambiado? —Detente, por favor— no quería que su Mate actuara así.

Félix simplemente se dejó llevar por sus instintos asesinos. Esos que aparecían cuando llegaba a la madurez. Mientras la herida que había recibido lo desangraba, él no dejó de atacar a los enemigos. Poco a poco las fuerzas se le fueron y volvió a su forma humana.

Al verlo, Mason corrió a donde estaba y lo tomó en sus brazos. —Félix, Félix— lo llamó.

Félix lo miró y sonrió —Me alegra que estés bien— susurró —Perdóname— comenzó a derramar lágrimas.

—¿Por qué?

—Por no poder cumplir mi promesa. Te prometí que en nuestra próxima vida seríamos felices y de nuevo voy a morir.

—No hables, no. Guarda tus energías para que te pongas bien— las lágrimas comenzaron a resbalar. Tenía miedo de perder a su Mate. Él no quería que Félix muriera.

—No te preocupes. Prometo que en nuestra próxima vida vamos a ser felices los dos juntos— susurró antes de cerrar los ojos.

—¿Félix?— Mason lo llamó, pero este no daba señales de vida. —No me abandones— dijo llorando. Su amado estaba herido y él no había hecho nada para poder protegerlo.

Después de dar un grito, se puso de pie con el cuerpo de Félix en sus manos. Comenzó a correr hacia la salida del bosque —Por favor resiste, no mueras— susurró.

En un breve momento el padre de Serafina se posicionó a su lado y le arrebató el cuerpo de Félix —Ya no hay nada que hacer. Su destino se ha cumplido—. Dijo, pero Mason solo tenía en mente salvar a Félix.

—No— se aferró al cuerpo de Félix y comenzó a jalarlo para que el padre de Serafina lo soltara.

—¡Escúchame, Mason!—. Dejó el cuerpo y tomó a Mason de los brazos —Ya no hay nada que hacer. Su corazón se detuvo.

—Mientes— susurró mientras sostenía el cuerpo fuertemente  —Solo se desmayó, necesito llegar con él al hospital para que lo ayuden.

—Escúchame por favor. Se acabó, él murió.

—¡NO ES VERDAD!— gritó. No quería aceptar que su amado ya no estaría más ahí. —Él aún no muere— susurró mientras se dejó caer al suelo con el cuerpo en sus brazos. Las lágrimas comenzaron a fluir mientras se aferraba al cuerpo de Félix. Sintió su pulso, un pequeño latido débil, su corazón aún no se paraba por completo. Miró al padre de Serafina —Aún no muere, apurémonos.

Se levantó del suelo y comenzó a correr —Dámelo a mi— la velocidad de un vampiro superaba por completo a la velocidad de cualquier otro ser y si el padre de Serafina lo llevaba llegarían más rápido al hospital. Mason se lo entregó y el padre de Serafina corrió rápidamente hasta llegar al hospital.

En cuanto llegó al hospital una de las enfermeras se acercó al hombre —¿Qué sucedió?— preguntó la mujer.

—Alguien lo hirió. Por favor, ayúdenlo pronto—. Respondió.

Un par de paramédicos lo llevaron en una camilla hasta la sala de urgencias en donde un médico lo atendió. Después de un rato el médico salió a la sala de espera en donde se encontraba el padre de Serafina esperando noticias sobre Félix.

—El chico perdió demasiada sangre, es necesario que nos proporcione a qué grupo sanguíneo pertenece para poder administrarle la cantidad que necesita.

—Su madre viene en camino, podría decirme, ¿Cómo se encuentra?

—Ya que perdió mucha sangre su salud es crítica en estos momentos. La bala perforó algunos órganos vitales y es necesario que le realicen cirugía. Le mentiría si le digo que se encuentra bien cuando es visible que el chico llegó en malas condiciones.

—¿Vivirá?

—No puedo decirle eso ahora, pero su condición es grave. Si no recibe sangre pronto corre el riesgo de morir desangrado.

Al pasar de media hora, todos llegaron al hospital —¿Cómo se encuentra mi hijo?— cuestionó Verónica al padre de Serafina.

—Está grave. El médico me explicó que necesitan administrarle sangre, pero no sé cuál es su grupo sanguíneo.

—Es O- — Verónica respondió rápidamente.

—Le avisaré al médico— dijo una de las enfermeras. Se dio la media vuelta y se alejó por el pasillo.

Después de unas horas, el médico volvió a salir para dar noticias sobre el estado de Félix.  —Pudimos estabilizarlo, afortunadamente la sangre que el paciente ocupaba estaba en la reserva de sangre del hospital. Ahora solo tenemos que hacer la cirugía para reparar los órganos dañados. Necesito que el tutor firme unos papeles para poder hacerlo.

—Lo haré, solo encárguese de salvar la vida de mi hijo— dijo Verónica un poco alterada.

El médico regresó y pidió que prepararan el quirófano para realizar la cirugía. Afortunadamente la cirugía salió bien, no por nada el padre de Serafina había llevado a Félix al mejor hospital de toda Alemania. Gracias a que Félix era un Licántropo sus heridas se recuperaban rápidamente.

—Afortunadamente el paciente está fuera de peligro por ahora, pero su condición aún es delicada. Estará en terapia intensiva por los siguientes tres días, así revisaremos su progreso— habló el médico.

—Gracias por salvar a mi hijo— dijo Verónica.

—No fue nada— añadió el médico antes de irse.

—Deberías regresar con tu hija. Ella te necesita en estos momentos, nosotros nos quedaremos aquí para recibir noticias de Félix.

—Está bien. Me encargaré de los gastos del hospital, así que no se preocupen por eso.

—No es necesario, nosotros podemos pagarlos.

—En serio, por mi no hay problema y es lo mejor que puedo hacer por mi sobrino—. Dio media vuelta y regresó con su hija.

Verónica se quedó pensando a que se refería, pero no le dio mucha importancia, ya que su principal prioridad en ese momento era su hijo.

Estaba amaneciendo, las heridas de Félix sanaban rápidamente. Su alma regresaba a su cuerpo y en un breve tiempo despertó recostado sobre la cama de la habitación.

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora