CAPÍTULO 30

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A la mañana siguiente, una de las criadas fue a la habitación de Félix y le llevo un cambio de ropa. Aunque Félix llevaba su propia ropa la señora Taylor veía las ropas de Félix como las ropas de una persona de la clase baja y eso no iba con la familia Taylor.

—Amo Félix— la criada toco la puerta antes de entrar a la habitación —Le he traído su ropa, por favor levántese y alístese— se acerca hasta la cama y coloca la ropa sobre ella —La señora Taylor es muy estricta con los horarios y el desayuno se sirve a las siete en punto— después de decir eso, se dio la vuelta y salió de la habitación.

Félix aun se encontraba durmiendo, no era hora de que él se levantara, por lo regular Rosa siempre lo levantaba alrededor de las diez de la mañana. Al escuchar a la criada, con dificultad abrió los ojos y se puso de pie. Luego fue a lavarse la cara con agua fría y regreso a ponerse la ropa que la criada había dejado sobre la cama.

Aun con sueño, salió de la habitación, bien arreglado, pero con demasiado sueño. Camino por los pasillos hasta llegar a la terraza en donde se encontraba la señora Taylor tomando un poco de aire fresco —Buenos días— saludo en cuanto se posiciono a su lado.

—Buenos días para ti también— la señora Taylor se da media vuelta y lo mira —Sigo sin creer que mi nieto haya venido hasta aquí para visitar a su envejecida abuela materna—. Sonríe y le acaricia la mejilla.

—Tiene que acostumbrarse a verme porque en el futuro viajare mas seguido para poder verla— sonríe.

—Estoy muy feliz de poder tenerte aquí— la señora sonríe también —Creí que moriría sin poder conocerte, pero mírate, aquí estas, parado frente a mi.

—Madame, el desayuno esta listo— dice una de las criadas.

—Ahora vamos— responde la señora Taylor. Se da media vuelta y comienza a caminar hacia el comedor.

—¿Ya ha leído las cartas de mi madre?— pregunta Félix mientras caminaban.

—Por supuesto y en la mayoría de ellas derrame lagrimas.

Al llegar al comedor, tomaron sus respectivos lugares. Solo se encontraban sentados Félix y la señora Taylor, pero en un corto tiempo Alfons y Franz llegaron a sentarse y a los pocos minutos, Jessica y Connor también llegaron.

En cuanto estuvieron todos sentados, las criadas llegaron con el desayuno y le sirvieron su porción a cada quien. Todos comenzaron a comer y cuando terminaron Connor bebió una copa de sangre. Era simple, él era un vampiro y tenía que beber al menos un litro de sangre al día para no debilitarse. Si bien, podía comer comida humana, pero esta no le daba los nutrientes que necesitaba.

—¿Qué es lo que esta bebiendo?— pregunta Félix al ver que el contenido que tenia la copa no era vino. Este era mas espeso y mas rojizo.

Connor le mintió y espero a que Félix creyera la mentira —Es medicina—. Respondió apurado.

—¿Está enfermo? ¿De qué?— volvió a cuestionar.

—Es solo una extraña enfermedad que tengo desde pequeño y por eso tengo que tomar esta medicina.

Aunque a Félix lo engaño, a Franz y a Alfons no. Su alto nivel de olfato logró percibir que el contenido de la copa era sangre, pero no de humano sino de animal. —Y ¿Podemos saber cuál es su enfermedad?— cuestiona Alfons algo intimidante.

—Claro que si— dice Connor —Cuando era pequeño una bruja me lanzo un hechizo a mí y a mi hermana y al cumplir dieciocho años el hechizo se activó. Mi hermana tendía a convertirse en un lobo salvaje cada luna nueva y yo me convertí en un ser inmortal incapaz de morir. Claro que, si no consumía sangre, ya fuera de animal o humano, me convertía en un demonio sediento de sangre— respondió seco.

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora