MI OMEGA (En Proceso De Edición)

CAPÍTULO 31

El salvaje temperamento de Félix convertido en lobo hizo que gruñera y aullara bajo la luz de la brillante luna llena. Esto hizo que Franz y los demás que se encontraban durmiendo, despertaran de un susto.

Franz, al ser el Mate de Félix, supo de inmediato que se trataba de él, así que salió de su habitación y corrió por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación de Félix, la abrió y entró lo más rápido que pudo —¡FÉLIX!— gritó al mismo tiempo que entró, solo pudo ver las cortinas meciéndose gracias al viento y la silueta del enorme lobo negro. Mismo que al ver a Franz escapó por la ventana.

—¿Qué sucede?— preguntó Connor en cuanto entró a la habitación de Félix.

—Félix se transformó, pero su forma es diferente a la de nosotros— respondió Franz un poco alterado —Era incluso más grande que un alfa.

—Pero, ¿Por qué dices eso? Félix es alfa, ¿No?— cuestionó Connor nuevamente.

Franz negó —Félix es omega, se nota con su solo aroma, ¿Qué no te diste cuenta de eso?

—Lo siento, yo no sé distinguir entre omegas y alfas.

—Bueno, pues ahora ya lo sabes. Félix es omega y Alfons y yo somos alfas. Los que se encargan de su seguridad.

—¿Dónde está Félix?— preguntó la señora Taylor en cuanto entró a la habitación.

—Él escapó en su forma lobuna— respondió Connor. —Tenemos que encontrarlo pronto o los demás descubrirán quién es.

—Entonces dividámonos— habló Alfons —Franz irá hacia el sur, Connor al oeste y yo al norte.

—Andando— todos salieron de la habitación. Las criadas encendieron antorchas y cada uno de ellos tomó una. Después de tomar la antorcha, cada uno se dirigió por el lugar indicado y comenzaron la larga búsqueda.

La mañana estaba llegando y los primeros rayos de sol comenzaban a salir por las montañas, estos iluminaban el extenso bosque en el que Franz se encontraba buscando a Félix. Franz gritaba el nombre repetidas veces para que, cuando este lo escuchara respondiera y le diera su ubicación.

La angustia de no encontrarlo hacia que Franz imaginara cosas como que alguien le había hecho daño o peor aún, que los cazadores lo habían capturado para exhibirlo fuera de una taberna. De pronto, el exótico aroma de Félix llegó a las fosas nasales de Franz. Sin duda alguna este era su aroma. ¿Cómo podría no reconocer el aroma de su Mate?

Sin pensarlo más, comenzó a correr hasta que, dentro de una cueva oculta en lo mas profundo del bosque, se encontraba el pequeño Félix, desnudo y en su forma humana. Franz corrió rápidamente y cargó ese pequeño y frágil cuerpo en sus brazos.

Salió de la cueva con el chico en sus brazos y luego corrió hasta salir del bosque y llegar a la mansión de los Taylor. Al entrar a la casa la abuela de Félix se acercó corriendo hasta donde se encontraba Franz con el cuerpo de Félix —Dios, ¿Dónde estaba?— preguntó la mujer.

—Lo encontré dentro del bosque— Franz caminó hacia las escaleras, las subió y llevó a Félix hasta su habitación.

Recostó al chico sobre su cama y luego dio la vuelta para poder irse. —No— Félix susurró y le tomó el brazo a Franz —Quédate a mi lado, por favor— el chico se sentía cómodo con el aroma de Franz.