CAPÍTULO 20

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—¿Qué dices?

—El clan de los Becker te dio como ofrenda de paz a nuestro clan cuando tú aún eras una niña pequeña.

NARRADOR

FLASHBACK

—Queremos firmar un tratado de paz— habló el demonio —Ya que ustedes son el clan más fuerte, nosotros queremos darle a esta niña como alimento en señal de paz— movió la mano y en seguida un hombre metió a una niña pequeña dentro de la habitación. El hombre se puso de pie y se dispuso a retirarse —Espero sea de su agrado— añadió antes de irse.

La pequeña niña venía en condiciones deplorables, con marcas de mordidas en todas partes, con las ropas desgastadas, casi en los huesos y toda mugrienta. La señora Rise se levantó de la silla en la que se encontraba sentada y se acercó rápidamente a donde la niña se encontraba —Pero ¿Qué te han hecho?— la tomó de las mejillas y la miró con tristeza.

La pequeña niña estaba temblando de miedo, pensaba que tal vez estás personas le harían daño, así como sus antiguos dueños —No… me lastime… por favor— susurró aquella chiquilla mientras se encontraba hecha bolita en el suelo.

La señora Rise le acarició el cabello para que la pequeña viera que ella no iba a hacerle daño —Descuida, pequeña, yo no voy a lastimarte— la pequeña volteó a verla y la señora le dio una sonrisa —Ahora dime, ¿Cuál es tu nombre?

—Se… Serafina— respondió la pequeña con algo de miedo.

—Que bonito nombre—. La pequeña solo guardó silencio y volvió a agachar la mirada.

—Mi amada— el señor Rise llamó a su mujer —¿Estás dispuesta a criar a esta humana como hija tuya?— cuestionó viendo a la niña con algo de superioridad.

—Si— respondió la mujer —Nosotros jamás podremos tener descendencia y esta pequeña necesita de nosotros.

—Bueno, entonces adoptémosla. Nos vendrá bien tener un niño en la casa.

—Gracias por cumplir mis caprichos— sonríe. El hombre se agachó y le besó los labios tiernamente.

La señora Rise tomó a la pequeña de la mano y luego la llevó a una de las habitaciones de la mansión a instalarla —A partir de ahora dormirás aquí— dijo la mujer en cuanto entraron.

—¿En… en serio?— cuestionó la pequeña, incrédula de las palabras de la mujer.

—Así es, porque a partir de hoy tú serás mi hija.

—En serio se lo agradezco, ama.

—¡NO!— la mujer se alteró por la última palabra de la pequeña. Misma que se espantó y comenzó a temblar de miedo —No quería asustarte, es solo que preferiría que me llames mamá— la mujer se agachó a la altura de la pequeña y luego le acarició el cabello. La pequeña asintió y sonrió.

Le gustaba que la mujer la acariciara en lugar de golpearla —Solo que esta habitación es enorme, yo no la merezco.

—¿Qué te hace pensar que no mereces lo mejor?

—Mi antiguo dueño siempre me lo decía y por eso tenía que dormir en el sótano, junto a los demás esclavos.

—No tienes que recordar cosas tan crueles—. La mujer, quien manipulaba los recuerdos y las memorias a voluntad, borró toda la crueldad que había vivido y a cambio le dio recuerdos felices —Ahora— se levantó y le sostuvo la mano a su hija —Vallamos a bañarte, quedaste toda sucia por estar jugando en el jardín.

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora