CAPÍTULO 9

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Serafina Rise, una de las mejores en cuanto a promedios académicos. El orgullo de su padre y la bendición de su madre. Heredera de toda la fortuna Rise e hija única. Ganadora de premios a mejor modelo en los últimos cinco años, con una vida realizada. No tiene porque preocuparse por los gastos económicos, solo tiene que estirar la mano para obtener lo que quiere. Extraña fetichista hacia los hombres lobo y todo lo que tenga relación a ese género de ficción.

Fui su primer y único amigo de verdad y ella fue la única persona que comprendió por lo que pasaba. Aún recuerdo como es que la conocí, recuerdo haberla encontrado llorando en las escaleras de la escuela a la que mis padres me habían transferido.

FLASHBACK

—Félix, hijo— mi madre me llamó. Yo me encontraba haciendo mi tarea en mi habitación.

—Bajo en un minuto, mamá— dejé de hacer tarea, me levanté de la silla y pausé la música, salí de la habitación y bajé a ver para que me ocupaba mi madre.

Ella se encontraba sentada en la sala, junto con mi padre y mi hermana Charlotte —Siéntate— me miró felizmente.

Yo fui a sentarme y los miré algo confundido —¿Qué pasa?, los noto algo extraños.

—Tu padre acaba de recibir un ascenso y nos mudaremos.

—¿En serio?— miré a mi padre, el cual asintió —Pues muchas felicidades.

—Gracias, hijo— sonrió feliz.

—También hemos hecho los preparativos para que asistas a una de las mejores escuelas junto con tu hermana Charlo— ambos los miramos felices y agradecimos.

(…)

Después de saber eso, transcurrieron un par de semanas. Mis padres terminaron de empacar todas las cosas y el camión de mudanzas las llevó a la nueva casa.

La nueva casa era algo espaciosa y mis cosas no llenaban por completo mi nueva habitación, pero eso era lo menos importante. El vecindario era armónico, pero jamás me hice amigo de ninguno de mis nuevos vecinos.

El fin de semana terminó y por fin conocería la nueva institución de la que mi madre no paraba de hablar, me alisté y luego mis padres nos llevaron a Charlotte y a mi hasta la famosísima escuela.

El uniforme escolar era un tanto exagerado, así que no lo utilizaba correctamente. Los alumnos que asistían ahí eran personas de alto prestigio, como hijos de ceos e incluso asistía el hijo del presidente.

Quise mantener un perfil bajo, pero el chico nuevo llamaba mucho la atención. En cuanto puse un pie dentro, mi hermana y yo éramos mirados como carne fresca, al parecer todos sabían quienes éramos, pero nosotros no sabíamos quienes eran ellos. Decidí prestar la menor atención a sus miradas y me dirigí hasta el aula en donde tomé mi lugar y esperé a que el profesor llegara.

Sentía las miradas de todos posando sobre mi y eso era demasiado incómodo.

Al finalizar las clases fui uno de los últimos en salir. Salí del aula y caminé por el corredor hasta llegar a las escaleras. Mientras bajaba vi a una chica sentada, tan solitaria como yo y me vi reflejado en ella.

No le di importancia y seguí bajando, hasta que escuché un sollozo provenir de ella. Me detuve —¿Por qué lloras?— pregunté sin esperar una respuesta.

—Que te importa— se levantó y comenzó a bajar las escaleras.

—La abuela siempre dice que cuando alguien llora es porque está triste o tiene algún problema sin solución.

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora