CAPÍTULO 22

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Después de recibir el golpe que me dejó inconsciente. Me despertó el agua fría que me empapó por completo. Abrí los ojos y me encontraba en el suelo de la casa a la que me habían metido horas atrás.

—El momento llegó— de nuevo, la anciana hizo acto de presencia frente a mí. —Ponte esto— se acercó a mí y me dio una túnica color blanco.

Yo solo obedecí y me cambié. Después de eso, un par de hombres entraron a la casa, se acercaron a mí y me tomaron de los brazos para sacarme y llevarme a otro sitio. Recorrieron la calle conmigo y luego se adentraron al bosque en donde todos los integrantes de la manada se encontraban presentes.

Me llevaron a través de un pequeño camino que las personas dejaron libre y luego me subieron a un pequeño piso de piedra cubierto de suciedad. El lugar era perfecto para que todos los espectadores pudieran ver mi muerte. Al costado de mi se encontraban un par de hombres, tocando tambores al ritmo de una melodía que había escuchado en algún sitio.

Me pusieron de rodillas y me hicieron inclinar mi cabeza hacia el frente en donde se encontraba una pequeña estructura de piedra. Ataron mis manos y luego bajaron del lugar. La anciana subió los pequeños escalones y se posicionó frente a mi —Hoy, por fin, después de dieciocho años de infertilidad en nuestra manada, hemos encontrado al lobo hembra que será sacrificado para que la diosa luna nos bendiga y nos permita tener descendencia.

—¡SI!— todos los presentes comenzaron a gritar de alegría.

¿Qué iba a pasar conmigo? Nadie sabía en donde me encontraba, así que mi único final sería morir. Moriría bajo las manos de una mujer que ni siquiera conocía. Para un motivo, para que una diosa que ni siquiera sabía que existía, bendijera a la manada que estaba a punto de matarme.

—¡MUERTE AL OMEGA!— gritó la anciana. Los tambores dejaron de sonar y la audiencia guardó silencio.

Yo solo cerré los ojos y esperé a que mi muerte llegara. Un par de lágrimas se me escaparon, no había deseado este final para mí, no así; yo no quería morir de esta forma.

Los gritos de las personas me hicieron abrir los ojos. Toda la audiencia se encontraba corriendo en distintas direcciones. Un par de licántropos en su forma de bestia se encontraban atacando a la audiencia. Escuché unos gruñidos detrás de mí y me giré con dificultad para poder ver qué pasaba.

Un enorme lobo negro se encontraba atacando al hombre que iba a matarme. Este lobo lo mordió en sus puntos vitales y le trituró los huesos. Solté un pequeño chillido, ya que la escena me había horrorizado.

El lobo dejó de atacar al hombre y comenzó a volver a su forma humana —¿te encuentras bien?— Mason preguntó en cuanto volvió a su forma humana. —¿Ellos te lastimaron?— se acercó a mí y me rodeó con sus brazos.

—Creí que iba a morir— dije correspondiendo a su abrazo y luego dejé caer un par de lágrimas.

—Ya todo está bien, yo estoy aquí y nada va a pasarte— me abrazó más fuerte y comenzó a liberar su aroma, eso hizo que me tranquilizara y simplemente me hundí más en su pecho.

—Tenía miedo— susurré.

—Volvamos a casa— se separó de mí y luego se puso de pie y me ayudó a levantarme. En ese momento me di cuenta que estaba desnudo, así que volteé a otro sitio.

—Tú ropa desapareció— dije con un ligero sonrojo. Tengo que admitir que su cuerpo estaba muy bien formado y se veía sexi.

—Escondí el repuesto en el bosque— me tomó de la mano —ahora ven y volvamos a casa—. Comenzamos a caminar y nos adentramos en el bosque.

No quise averiguar qué pasó con la audiencia y los demás licántropos que venían con Mason. Solo dejé que él me tomara de la mano y me guiara a un lugar seguro. Un par de metros después él se detuvo y se acercó a un tronco seco de dónde sacó una mochila color negro y de dentro sacó su ropa.

Se cambió y luego comenzamos a caminar por el bosque oscuro. Miré al cielo y pude ver que la luna estaba llena y brillaba a todo su esplendor.

Un par de personas encapuchadas se posicionaron frente a nosotros y otro más se posicionó detrás de mí y me tomó del cuello —No vas a arruinar nuestros planes— susurró en mi oído después de perforarme el estómago con la bala de una pistola. La bala atravesó mi cuerpo y la sangre comenzó a salir, tiñendo la túnica de color rojo.

Me tomé el estómago y luego vi a Mason mientras me desvanecía y caía al suelo —Ayúdame— dije antes de caer al suelo.

Vi el rostro de preocupación de Mason y sus ojos en color carmesí. Sentí sus cálidas manos recorrer mi cuerpo mientras me gritaba algo que no logré escuchar. Poco a poco perdía la noción, me estaba desangrando y no podía hacer nada. Solo cerré los ojos y la oscuridad vino con ello.

—¿Por qué no te curas?— escuché a Irina detrás de mí.

Yo no sé cómo— respondí mientras me giraba para poder verla.

—¿No sabes o no quieres?— sonrió —¿Quieres morir?

No— susurré.

Se acercó a mí y me abrazó, comenzó a acariciar mi espalda; eso hizo que me sintiera relajado y que me dejara llevar por el relajante masaje que estaba recibiendo. —Déjate llevar. Verás que pronto estarás en un lugar mejor—. Susurraba en mi oído una y otra vez, al mismo tiempo que sentía que su cuerpo se unía al mío.

Después de eso una serie de recuerdos comenzaron a invadir mi mente. Comencé a recordar algo que creí haber olvidado. ¿Qué era esto? ¿Acaso era lo que tanto me pedían que recordara? Pero… ¿Quién querría recordar algo tan cruel como esto?

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora