CAPÍTULO 28

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12 DE JUNIO DE 1552

ALEMANIA

—Félix, es hora del desayuno— habló Rosa desde la cocina de la casa.

—Salgo en un segundo— respondió Félix, se acercó a la mesa y tomó su lugar.

 —Buenos días— saludó a todos, los cuales ya se encontraban sentados a la mesa

El resto de ellos saludó, a excepción de Franz, con el que llevaba una mala relación desde hace años. Tres para ser exactos, ambos comenzaron a odiarse, o bueno, Franz comenzó a odiarlo y la razón, pues, esa nadie la conocía.

Félix esperó a que le sirvieran el desayuno y después de que Rosa se sentara a la mesa, comenzó a comer junto con los demás. —Gracias por la comida— Franz agradeció y se puso de pie, para que, como siempre, salir sin decir palabra y no volver hasta el anochecer.

Félix esperó a que los demás terminaran de comer y después de que su padre se puso de pie, él comenzó a caminar detrás de él para que aprendiera el oficio de su padre y a como liderar la manada en el futuro. —Ten— Karl le estiró un regalo a Félix. Mismo que se encontraba sentado en la silla junto al escritorio.

—¿Qué es?— preguntó cuando lo tomó en sus manos.

—Feliz cumpleaños, hijo— dijo mirándolo y dándole una sonrisa. —Este es un regalo de parte de tu madre y mío.

—Muchas gracias— comenzó a desenvolverlo y cuando vio la sorpresa miró a su padre y comenzó a llorar. Era un retrato viejo de su madre y el sentimiento de nostalgia lo invadió. —En serio, gracias—. Limpió las pequeñas lágrimas que había derramado —Voy a atesorarlo por siempre.

—Lo encontré entre las pertenencias de tu madre hace poco. También encontré esto— le dio la llave del baúl en el que guardaba todas las cartas que había escrito para sus padres y hermana.

—¿Para que es esta llave?

—Es para abrir el baúl que esta en tu habitación, también le pertenecía a tu madre y quisiera que lo conserves como un recuerdo.

—En serio le agradezco.

Después de terminar la rutina, volvió a su casa y corrió a abrir el baúl y también a colocar el retrato de su madre sobre el pequeño escritorio que estaba al lado de la ventana. Al abrir el baúl se dio cuenta que este estaba repleto de cartas dirigidas a alguien en específico. Todas las cartas estaban dirigidas a sus padres, hermana y cuñado, entonces se dio a la labor de entregarlas a su destinatario.

Al llegarse la hora de la cena, esperó a que todos terminaran de cenar para poder pedirle a su padre que le permitiera entregar todas las cartas. —Padre— lo llamó en cuanto vio que se puso de pie.

—Dime— Karl esperó y escuchó a su hijo.

—¿Usted sabía que madre escribía cartas para sus padres?

—Si ¿Por qué?

—Bueno, pues me preguntaba si existía la posibilidad de entregárselas en persona.

—No— respondió rápidamente.

—Pero ¿Por qué?

—Porque es peligroso.

—Pero yo se protegerme solo o, ¿Es que acaso no confía en el entrenamiento que recibí de usted?

—Bueno, bueno. Pero tengo condiciones— regresó a su lugar a sentarse —Ya que ellos son tus abuelos no voy a negarte conocerlos, pero Franz va a acompañarte al igual que Alfons.

MI OMEGA (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora