Capítulo 91:"Una buena mentira"

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El corazón bombeaba con fuerza. Las pisadas sobre la hierba eran casi inaudibles pese a que se movía con velocidad, el tipo de pisadas de alguien que no quiere ser visto. Era de noche en el bosque, y eso hacía que la oscuridad fuera casi total. Las estrellas y la luna quedaban ocultas por las copas de los árboles y la única fuente de luz provenía de un gran fuego. Un grupo de soldados estaba pertrechado en las ruinas de un pequeño asentamiento abandonado del que sólo quedaban un par de casas a medio derrumbar y cubiertas de musgo. Las casas antaño se habían dispuesto en círculo entorno a una estructura en el centro del asentamiento, lo que hacía que en la actualidad las ruinas desmoronadas formaran un círculo entorno a los soldados. En el centro ardía una gran fogata sobre la que se asaban generosos trozos de carne chisporroteantes clavados en espadas o palos gruesos. El corazón poco a poco se ralentiza, se calma. La figura que se mueve entre las sombras, sigilosa y ligera, se agazapa junto a una de las casas desmoronadas cerca de la fogata y guarda silencio. No han reparado en su presencia. Al asomarse pudo ver que eran una docena de hombres bien armados. Once de ellos llevaban armadura, el último sólo una simple túnica de tela gris. Curiosamente éste último, pese a estar en mitad de la noche en el bosque e ir desprotegido, era el que más tranquilo parecía. Estaba sentado sobre una roca plana cerca del fuego, hablando con voz tranquila y calmada. Los demás soldados, sentados al rededor del fuego, algunos sobre la hierba, otros sobre tierra desnuda, escuchaban y asentían. Desde donde se encontraba la figura era imposible escuchar la conversación. ¿Debería de acercarse un poco más? Desde donde estaba ya era una distancia peligrosa, pero tenía que asegurarse. Se deslizó contra la pared resbaladiza de la estructura y se arrastró por la hierba hasta una segunda pared más cerca del círculo de soldados. Se detuvo y escuchó:

-... Por la zona... -Dijo una voz tranquila y profunda. 

-Pero... -Preguntó otra un tanto nerviosa. Temblaba ligeramente.

-¿Desconfías de mi?¿Me ves nervioso?... -Preguntó la primera voz. 

-No... Claro que no, pero tiene que entenderme. Mis soldados están inquietos. Es de noche y estamos a campo abierto. Déjeme apostar un par de soldados de guardia y...

-¿Tienes miedo de los caminantes?... -Se escuchó una carcajada que se arrastraba y calaba hasta los huesos-... Esos inútiles no sirven para nada. Dile a tus hombres que ningún caminante se acercará a este campamento. 

-Por mucho que yo se lo diga no me creerán. Llevan años viviendo con el mismo miedo y las palabras no bastarán para convencerlos... -Respondió el soldado con un poco más de firmeza en la voz. 

El fuego crepitó y ocultó las siguientes palabras del hombre tranquilo. Las llamas acallaron y pudo seguir escuchando. El hombre de voz calmada continuaba hablando:

-... ¿Mentido?

-No, señor. Pero este lugar muchas veces va contra la razón. No es cuestión de confianza, es cuestión de supervivencia. 

Hubo un silencio que se hizo eterno. Se pudo escuchar el sonido del fuego incluso aunque fuera muy leve. No corría ni una brisa de viento y era una noche calurosa. Pero ese no era el  motivo por el que la figura entre las sombras estaba sudando:

-¿Cómo te llamas, soldado?

-Larris, señor... -Respondió con confianza. 

-¿Y sabes por qué estás aquí, Larris? No necesito tu instinto de supervivencia ni a tus hombres, pero si toda esta parafernalia me ayuda en mi tarea entonces estoy obligado a trabajar contigo. 

Larris titubeó:

-No comprendo, señor... 

-Lo que quiero decir con esto es que tu vida puede serme ligeramente útil, y sólo con eso te debería bastar. 

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