La noche ha caído por completo sobre el bosque eterno. En mitad de un cielo despejado, se alza una luna redondeada y roja que tiñe la oscuridad nocturna con un color sanguinolento. Allí arriba, solo existe una calma cálida abrigada por la luz hipnótica de la luna, pero bajo las copas de los árboles se tercia otro mundo totalmente distinto. El bosque entero se agita, se estremece como si estuviera vivo. Cientos de caminantes salen de entre las sombras para cazar una noche más a los intrusos del bosque, pero hoy es una velada algo especial. La luna orquesta una sinfonía ligera para avivar las ya de por sí irrefrenables ansias de sangre de los habitantes de este infierno arbóreo. En las noches de luna roja, hasta el depredador más fuerte sabe que debe aguardar hasta que amanezca, pues es una noche reservada especialmente para ellos. Todos saben que en las noches en las que el cielo sangra, algo malo ocurrirá.
Es de noche en Zilgrem, antigua ciudad bastión ahora abandonada y olvidada,que sirve como nido de ratas a los bandidos que buscan refugio. Cientos de caminantes se congregan ante la muralla de Zilgrem frente al portón plagado de antorchas, donde un enorme tejado de madera arde para mantenerlos a ralla. No se mueven, se mantienen quietos como estatuas grotescas, mirando sin ver hacia algún lugar. Algo se abre paso entre los caminantes, haciendo que estos abran un pasillo en el centro de la formación para dejarlo pasar. Una figura oscura, envuelta en las sombras de una túnica negra. No se oye nada más que su pisar suave en la hierba del suelo, y el agitar de una pequeña campana que lleva en la mano derecha:
"Tilín, tilín... "
Casi imperceptible, un sonido arrastrado por el viento. La figura del oscuro se retira hacia atrás la capucha mirando a la Torre Blanca, ahora escarlata bañada por la luna, en el centro de la ciudad amurallada. El vendedor oscuro torció su gesto en lo que parecía ser una sonrisa demacrada por las sombras que la luna proyectaban en su rostro decrépito. Agitó la campana una vez más de forma suave, mirando algún lugar en lo alto de la torre mientras se daba la vuelta y se alejaba a paso tranquilo de la misma forma en la que había llegado.
La compañía del león se congrega en lo alto de la torre blanca al abrigo de la noche. En su afán de encontrar un lugar seguro para refugiarse, se topan con una vieja conocida de Viento. Milma, la anciana que viajaba con el grupo ambulante de Rom, se encontraba en la torre cuando la compañía llegó. Allí estaba ella, tan frágil y a la vez tan fuerte, cuidando las heridas de un niño de pelo moreno y ropas sucias que lloraba a causa de un corte profundo. Viento no podía creer lo que veían sus ojos:
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
Milma vestía una túnica marrón que cubría casi todo su cuerpo. Su pelo ceniciento estaba recogido en un moño asegurado con un lazo rojo:
-Tengo mis propios medios.
Dante se adelantó con gesto desconfiado:
-Hay pocos medios en el bosque para viajar seguro. Pocos más aparte de un numeroso grupo armado.
-Las armas y el número son prescindibles si sabes como utilizar tus dotes.
Dante arqueó una ceja:
-Y... ¿Cuáles son tus dotes?
Milma apretó las vendas sobre las heridas del joven y se retiró hacia atrás. Una chispa se elevó de la rudimentaria hoguera que ardía en el suelo:
-Si te dijera que soy una maga... ¿Me creerías?
-¿Y tú me creerías si te dijera que soy un dragón en el cuerpo de un hombre? Que escupo fuego mientras duermo y que como hierro al rojo vivo, ¿me creerías?
Milma se encogió de hombros y suspiró:
-Supongo que es inútil hablar con alguien que solo cree lo que puede ver... -Miró hacia el resto de la compañía, que seguían de pie sin moverse-... Acercaos al fuego. No hace frío pero os vendrá bien.
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El Bosque Eterno
FantasíaSaben que nada bueno pasa cerca de este bosque, y que su llegada es solo un augurio de las peores catástrofes. Saben que dentro de este bosque habitan criaturas de cuentos, de libros antiguos. Saben que una magia extraña lo rodea, y lo hace crecer e...