Capítulo 53:"Vuelta a Trincheras"

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Los caminantes pasaron de largo sin recaer en la presencia del muchacho. El escondite entre la maleza era incómodo y las ramas duras se clavaban en la piel de Viento, que hacía todo lo posible por no moverse. Uno de los caminantes se detuvo en seco mientras pasaba de largo a no más de diez metros. Chasqueó el cuello y sus ojos negros brillantes buscaron algo en el aire, casi como si tratase de olfatearlo a pesar de no tener nariz. Eran un grupo de cinco caminantes a plena luz del día, Viento dio gracias por ello. Por la noche los caminantes son más rápidos, más receptivos, más sigilosos... Pero cuando la luz del sol se cuela entre los árboles, un grupo tan numeroso se puede oír y ver con facilidad. Finalmente el caminante reanudó la marcha y se perdió junto con el resto del grupo entre los árboles. Viento aguardó unos instantes más entre la maleza, con la mirada sería y los oídos prestos en el entorno. Sólo cuando estuvo seguro de que no había peligro salió de entre la maleza quitándose ramitas del pelo. Acto seguido, metió las manos en el arbusto en el que había estado escondido y dio un tirón, sacando un saco de arpillera que hizo un sonido metálico con un leve tintineo. Se lo colgó al hombro y siguió con su camino.

A las pocas horas le entró hambre. Pese a que no le gustaba la idea, estaba demasiado cansado como para cazar y se limitaba a llamar a animales para después degollarlos. En esta ocasión Viento se sentó en una roca cubierta de musgo junto a un árbol del bosque eterno. Entorno al árbol crecía un pequeño bosque de pinos, lo que era ideal para mantenerse fuera de miradas ajenas. Suspiró, cerró los ojos, y emitió un suave y prolongado silbido. No tardó en llegar un conejo gris y regordete, envuelto en una suave y peluda mata dando brincos entre las rocas y los árboles. Viento extendió la mano, el conejo la olisqueó y se frotó contra ella de forma cariñosa. Entonces Viento lo cogió en brazos y le acarició la tripa, el conejo se relajó. Con un golpe contundente en el cuello, Viento mató al conejo en un instante. Sintió una voz en su nuca que decía:

"¿Por qué?"

Las primeras veces había vomitado, pero al final logró acostumbrarse. "Es solo una voz más" Se dijo a sí mismo para poder soportarlo. Lo despellejó con un cuchillo sin filo, casi sin reparar en la sangre que le cubría las manos. Encendió una pequeña hoguera con un pedernal y esperó a que crepitase. Entonces ensartó al conejo con un palo robusto y verde, y lo tendió a unos pocos centímetros sobre las llamas. La carne no tardó en empezar a dorarse y a soltar grasa, que chisporroteaba al caer sobre las brasas. Viento se limpio la sangre en la camiseta, que ahora era de un marrón oscuro y harapiento. Entonces metió las manos en el saco de arpillera y apartó la cadena a un lado. Casi ni le molestó el dolor que esta le produjo al tocarla, y sacó su diario de entre los eslabones. Sacó una ploma torcida y un frasco de tinta medio vacío. Se acomodó en el suelo junto al fuego, mojó la pluma, y empezó a escribir:

"Ya ni cuento los días, solo sigo caminando esperando toparme con el abismo. Trato de deshacer un camino que hice a medias, no se si doy vueltas sobre mi mismo. Los animales no me sirven para encontrar el camino, y no puedo arriesgarme a coger un camino transitado sin Calma. Salir corriendo de Abadía quizá no fue la mejor idea, quizá Arnold me habría ayudado, quizá Evan, quizá alguien... Pero me fui. No, huí y abandoné a Arnold y Layla. Me odiarán, me matarán si me encuentran. Que más da... Ya pensaré en algo cuando esté con Ámbar en un lugar seguro. ¿Estará en Trincheras? Debo apostarlo.

Las quemaduras que las cadenas me han dejado entorno al cuello, los brazos y el torso no se han curado aún, y duele cuando me roza con la ropa. Después de todo yo también puedo ser herido como los demás. Estoy hambriento, la comida no me llena. Estoy sediento, el agua no me sacia. Solo me queda un nudo en el estomago que arrastra mi bienestar consigo. ¿Y si Evan también ha muerto por mi culpa? Dante, estas palabras son para ti, para tu historia, para tu laúd, para tus recuerdos. Te entregaré una historia real, sin caballeros, castillos ni princesas. Y si eres sensato, la quemarás. Quemarás la historia de Viento Whisper, quemarás la historia de El Bosque Eterno."

El Bosque EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora