Capítulo 30:"Ámbar"

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Estoy caminando sobre un lago de aguas oscuras y tranquilas. La superficie me soporta como si caminase sobre cristal translúcido. Miro al cielo, pero no hay sol, luna o estrellas, solo un manto negro y uniforme donde no hace frío o calor. Me miro las manos, el cuerpo, estoy desnudo, miro el agua oscura buscando el fondo... Lo veo. Hay alguien ahí abajo, tras el cristal que separa la superficie del fondo, abrazado a sus rodillas, hecho un ovillo, temblando y llorando. Me agacho, toco el agua con las manos, empujo, pero no logro sumergirme... Sigo anclado sobre el agua de ese lago en calma. Golpeo con los puños hasta que sangran, la sangre que gotea de mis nudillos rasgados se diluye en el agua. ¿Por qué estoy llorando? Ahora lo veo claro, quien flota en el fondo de ese lago oscuro y en calma soy yo, lo que fui yo, lo que seré yo... Grito para despertarlo, pero mi voz no llega, se disipa. Mi yo que duerme en el fondo del lado abre los ojos, vacíos, me miran y sus labios dicen algo. Se lo que dicen:

Tengo miedo

Todo está en calma ahí abajo, demasiada calma para la tormenta que azota el mundo.

Viento abre los ojos y se queda mirando el techo de madera agrietada. Cuenta las manchas de humedad, hay cuatro, todo un logro en tan poco espacio. Mira por la ventana, por la que se cuelan finos rayos de sol, se rasca el cuello allí donde la paja se escapa por un roto en la tela de la cama y le roza la piel. Cierra los ojos para permitirse dormir un poco más. Intenta buscarle un sentido al sueño que recuerda difusamente, pero unos golpes en la puerta lo despiertan de su vacilar:

-¿¡Hasta cuando vas a estar durmiendo!?

Viento se levanta sobresaltado y vuelve a mirar por la ventana:

-Aun es pronto para actuar.

La voz sonaba amortiguada por la puerta:

-¿Pronto? Está atardeciendo, chico. Has dormido durante todo el día.

Viento se frotó la cara para despejarse:

-Ya salgo.

Tom se alejó de la puerta mascullando maldiciones y palabras groseras relacionadas con el oficio de las prostitutas. Viento cogió la palangana de agua que había bajo su cama, metió las manos y se mojó la cara. Estaba fría, pero le sirvió para quitarse las legañas. Cogió aire y lo soltó lentamente:

-Hoy es el primer día del resto de mi estancia en Trincheras.

Volvió a mirar por la ventana. ¿Realmente había dormido durante todo el día? Se le hacía difícil de creer. Se palmeó la cara y se puso en pie.

El interior de la taberna estaba caliente, una hoguera de leña ardía al fondo en la pared contraria a la puerta. Viento salió por detrás de la barra, pues su habitación estaba en el almacén de bebidas justo tras la estantería que había detrás de la barra. En ese momento, Tom servía cerveza de barril a un señor alto y no demasiado limpio. Había más gente que el día anterior, una docena de personas al menos repartidas en las mesas agrietadas. Tom miró a Viento cuando lo vio aparecer por el almacén:

-Está bien chico, haz lo mismo que hiciste ayer... -Señaló hacia una mesa del fondo donde bebía un hombre bien trajeado y limpio, algo raro de ver en aquel lugar-... Ese hombre de ahí es un pez gordo, muy gordo para entrar en esta taberna. Le he endulzado el oído con la promesa de un espectáculo que nunca podrá olvidar, por favor haz...

Viento le puso una mano en el hombro y sonrió:

-Hagamos de este un día inolvidable para la taberna.

Tom sonrió también dejando al descubierto sus espaciados huecos sin dientes. Viento caminó hasta el centro de la taberna, haciéndose un hueco entre cervezas que se derramaban, olor a sudor y gritos e insultos. Miró al hombre bien vestido, lo ignoraba mientras miraba con desconfianza e indiferencia el resto de la taberna. Viento miró por las ventanas, estaba oscureciendo, sabía que unas simples ratas no serían suficientes, eso le dio una idea. Se acercó a la puerta de la taberna, dejándola abierta. También abrió las ventanas, haciendo que una leve brisa corriera por la taberna, haciendo ondear el fuego que ardía en la hoguera. Uno de los hombres que se sentaba junto a la ventana sintió un escalofrío:

El Bosque EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora