Durante todo el día Viento estuvo de un humor de perros. El sol marcaba el medio día y la posada empezaba a llenarse de Vida. Viento atendía las mesas con eficiencia, pero su mente volaba hacia otros lugares, buscando una solución a su problema inminente. Conforme el día había pasado, las horas habían traído consigo un creciente murmullo proveniente del bosque. Las voces de este eran cada vez más sórdidas y molestas, y eso hacía que Viento fuera más despacio con sus pedidos. No es que eso lo hiciera lento, sólo lo hacía humano, y eso mosqueaba a la gente. La taberna había cogido tres famas: Actuaba un mago que controlaba a los animales, el servicio era extremadamente rápido y que un fantasma dejaba las jarras limpias antes de usarse de nuevo. Las tres famas bien merecidas, pero eso era un problema cuando alguna de las tres fallaba. Hoy fallaba el servicio extremadamente rápido, siendo simplemente rápido a secas:
-¡Eh, mi cerveza aquí!
Viento levantó la cabeza y oteó las mesas buscando al hombre que había pedido la jarra, pero las voces del bosque se mezclaban con las voces de la taberna haciendo imposible guiarse por el oído. Y el día continuó de esta forma, irritando a Viento hasta tal punto, que por primera vez en el mes que llevaba en la taberna, en el descanso a media tarde que hacía para comer, no comió con Ámbar. Con permiso de Tom, salió a la calle y se sentó en el umbral de la puerta para tomar el aire quieto y frío. Miró el cielo cubierto de hojas, verdoso y brillante por los rayos del sol que ardía por encima de las copas de los árboles gigantes. Deseó poder tener un claro al que mirar y poder ver las estrellas una vez más, pero no existía tal claro. Con indecisión, se puso en pie y echó a andar.
Pese a que Viento llevaba más de un mes en Trincheras, apenas se conocía las enrevesadas calles de esta. Y no porque no lo hubiera intentado, desde luego. Trincheras se componía de una enorme y desordenada telaraña que se extendía más allá de donde podían ver los ojos. Hacer un mapa sobre el papel de la ciudad era difícil y tedioso, pero hacerse un mapa mental era imposible. Así pues caminó buscando un lugar específico, ¿para qué? Para encadenarse sin hacer daño a nadie.
El lugar debía de ser lo suficientemente remoto como para que no pasara nadie y lo suficientemente escondido como para que nadie llegara fácilmente. En las pocas horas que tenía antes del atardecer apenas pudo encontrar nada que se pareciese a ese lugar. Y aún quedaba otro tema en el aire, ¿Usaría cadena? La cuerda se rompería como si fuera papel si se ataba con eso. ¿Qué cadena usaría?¿Si usaba la cadena que Holen le había dado, cómo la cargaría? Él no podía tocarla, alguien tendría que llevarla en su lugar. Comprar otra cadena era peligroso, debía de ser esa y no otra. Se tocó la mano, inconsciente, allí donde la cadena de Holen le había tocado y la piel aún estaba roja. Todas las respuestas se chocaban contra un muro de respuestas sin sentido. La única respuesta que tenía clara era que no quería hacer daño a nadie, y si en tres días no hacía nada, le haría daño a Tom y Ámbar.
Después de un largo rato andando sin sacar nada en claro decidió volver a la taberna. Pero, abstraído en sus pensamientos, olvidó una cosa crucial e importante: Elegir el camino correcto. De pronto, sintió un escalofrío que recorrió su nuca como si un torrente de agua helada bajara por su espalda. Al levantar la cabeza pudo verlo más claro que nunca: "Taberna La Yegua Rampante". Se sorprendió a sí mismo plantado delante de la puerta de la taberna que regentaba Arnold, el hombre que inspiraba un terror indescriptible en Viento. Por un instante, una fracción de tiempo, su cabeza barajó la posibilidad, una descabellada posibilidad de pasar la noche de luna roja en esa taberna. Pero borró esto de sus pensamientos con un sacudir de cabeza y se puso en marcha a paso rápido, pues alguien podría verlo allí parado, frente a la posada más peligrosa de Trincheras. Se giró y echó a andar, pero en su torpeza, chocó de frente con un hombre, trastabillando hacia atrás para mantener el equilibrio:
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El Bosque Eterno
FantasySaben que nada bueno pasa cerca de este bosque, y que su llegada es solo un augurio de las peores catástrofes. Saben que dentro de este bosque habitan criaturas de cuentos, de libros antiguos. Saben que una magia extraña lo rodea, y lo hace crecer e...