Capítulo 14:"Muñeca sin vida"

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"Estoy tumbado en el tejado de un granero. Es de noche y corre una brisa agradable, que hace ondear mi cabello con suaves movimientos. Observo el cielo nocturno moteado con infinitos puntos de luz que brillan con un leve resplandor. Una noche de estrellas, como tantas veces hice tiempo atrás, contengo la respiración al ver cruzar la fina estela de una estrella fugaz. Cierro los ojos y sonrío: 

-Hola de nuevo, estrella fugaz. 

Algo flota en el aire. Un leve olor a especias y estofado sale de la granja, por cuyas ventanas se pueden ver las luces de las velas. Bajo del tejado y miro el cielo de nuevo, está amaneciendo y el sol tiñe de naranja el horizonte. Camino descalzo hasta la granja, empujo con cuidado la puerta, pero dentro no hay luces de velas. Todo está oscuro y el antes agradable olor a comida es ahora nauseabundo. Hace frío, pero no me detengo. Al entrar en la cocina algo caliente y viscoso toca mis pies:

-¿Alice? 

Pero no hay respuesta. A medida que me adentro en la cocina el olor aumenta, oigo moscas. Reprimo una arcada al ver un manojo de carne triturada en el suelo. Sería irreconocible de no ser porque la cara de Alice estaba intacta entre todas las vísceras esparcidas por el suelo. Algo me pide silencio, me pone la mano en el hombro, me dice que si grito también me matará a mi:

-Esto es lo que pasa cuando no obedeces a madre... . 

Al darme la vuelta solo veo a una persona resguardada por las sombras. Intento zafarme, pero tropiezo y pierdo el equilibrio. Tratando de no caer me agarro a las cortinas. Las arranco de su sujeción con mi peso y caigo al suelo, haciendo que la luz del amanecer entre en la cocina. Ahí estoy yo,en pie, bañado en sangre con expresión de satisfacción:

-¿Quién eres?

Pregunto con la voz aún temblando, a pesar de que ya se la respuesta, guardo la esperanza de que no sea así:

-¿Que quién soy?. Tú eres el viento, y yo soy la calma. 

Calma se acerca con cuidado, se arrodilla ante mi, alza las manos en dirección a mi cuello. Cierro los ojos, trago saliva, me preparo para lo peor. Pero me sorprendo al ver que lejos de querer ahogarme, me fundo en un cálido abrazo con él:

-Tú eres yo, y yo soy tú. "


Aún le dolía la cabeza de la noche anterior. Había dormido durante horas en el carro tambaleante, pero nunca descansaba por las pesadillas. Se quedó tumbado en la paja, mirando la tela blanca sujetada por varillas que cubría a modo de cúpula el carro. Apenas había luz blanca, habían abandonado Albor hacía tres días y la sombra del bosque los volvía a cobijar. Varios cántaros, sacos, cajas de provisiones y, por supuesto, maletas encueradas con las pertenencias personales de cada uno estaban repartidas por el transporte. Cada una con una elegante etiqueta identificativa, como la de Dante en la cual ponía "Para todo aquel que desee una muerte lenta y dolorosa, por favor, toquen mis pertenencias":

-¿Quién es Calma?

Melphy estaba sentada entre las cajas en una esquina del carro leyendo un pesado volumen de "Mil formas de ser envenenado". Estaba descalza, con las piernas juntas y doblabas hacia arriba para apoyar el libro en los muslos. Lucía un vestido negro recogido hasta las rodillas. Se apartó un mechón de la frente y pasó una página. Sus ojos bailaban al compás de las letras mientras se sumergía en la lectura. Desde esa posición, Viento podía ver sus muslos al descubierto, y pese a no estar en la edad, no podía negar que Melphy le llamaba la atención. Ella debió de percatarse, porque carraspeó y levantó el tono de voz:

-Dime por favor que no estás mirando donde creo que lo estás haciendo.

En efecto. Pese a no tener mas de doce años, Melphy tenía unas robustas y torneadas piernas. Lo suficientemente atractivas como para hacer que Viento no supiera que responder. Este se limitó a bostezar y a fingir que no la había oído:

El Bosque EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora