El plan era simple: Viento cabalgaría en uno de los caballos con Nelo, Albina y Ámbar en otro caballo y Arthur en el restante. Se separarían para abarcar la mayor zona posible pero sin llegar a salir del aura de Viento y avanzarían en linea recta sin descanso hasta encontrar un árbol escalera. En caso de que Albina encontrase el árbol escalera bastaría con decirlo en voz alta y Viento la escucharía desde la lejanía. Entonces Viento se pondría en contacto mental con los caballos para guiarlos hacia el objetivo. En el caso de Arthur era un poco más difícil ya que el visionario no tenía ojos y no podía distinguir el alma de un árbol escalera de los demás árboles. Viento le había pedido a su caballo que si encontraba el árbol relinchara para hacérselo saber. De esta forma, Viento avanzaba en el centro de la formación, con Albina y Ámbar a su izquierda y Arthur a su derecha. Las tres monturas marcaron desde el primer momento un ritmo implacable, cortando el viento al galope. El tiempo era un recurso valioso, y nadie es tan tonto como para tirar el tiempo. Viento sentía las piernas doloridas y cansadas, las jaquecas iban en aumento y empezaba a estar cansado por mantener su aura tan expandida. Pero aún así espoleó el caballo al límite sintiendo su pelo y su ropa ondear con el aire. Miró hacia arriba y entrecerró los ojos para calcular las horas de luz que les quedaban, entonces bajó la cabeza y clavó los ojos en el horizonte. Una extensión llana e infinita de hierba y flores hasta donde llegaba la vista, como un mar de color verdoso únicamente manchado por las imponentes figuras de los gigantescos árboles que nacían en el suelo y se perdían cientos de metros más arriba. Las raíces de algunos árboles creaban montículos en el terreno, otras sobresalían de la tierra como si fueran enormes tentáculos de madera retorcida, formando arcos gigantes. Viento tenía la vista clavada en el horizonte ignorando esta extraña y mágica belleza a la que ya se había acostumbrado. Frente a él, sentado en la silla de montar, Nelo se sujetaba a las riendas para no caer. A Viento no le gustaba la idea de separarse de Ámbar, podía sentirla lejos, en la distancia, cabalgando con Albina a casi dos kilómetros de distancia. Podía sentir su respiración pausada y su pulso cada vez más débil. Aún no había despertado. No le gustaba tampoco la idea de que cabalgasen tan separados, tan cerca de los bordes de su aura. Si por algún motivo Viento perdía la concentración y su aura se encogía, corrían el riesgo de quedarse fuera de ésta y ser atacados por los espectros. Pero los espectros no parecían estar interesados en ellos, seguían persiguiendo sólo a Viento. Podía sentirlos en los bordes de su consciencia, rápidos, incansables. Espoleó al caballo: Más rápido. Sabía que si no encontraban ese árbol escalera durante la luna roja estarían en problemas si flaqueaba su aura. Viento hizo rodar los hombros, empezaban a molestarle las correas de su mochila de cuero. Se la quitó y la posó entre él y Nelo. Abrió los broches de latón y miró dentro. Sacó un odre de agua fresca y le dio un trago largo, dejando que el agua le cayera por el cuello.
Después de dos horas seguían sin encontrar nada. Viento había albergado la esperanza de que en cualquier momento la silueta retorcida de un árbol escalera apareciera en el horizonte, pero no fue así. Tampoco obtuvo respuesta de Albina ni Arthur. El tiempo corría, se evaporaba mientras Viento miraba de tanto en cuando la luz que se colaba entre los árboles para calcular las horas soleadas que quedaban. Sin quererlo, empezó a mentalizarse para lo peor. Empezó a trazar planes alternativos a la velocidad del rayo, y a la velocidad del rayo los iba descartando al darse cuenta de que eran inútiles. Seguir por tierra se convertía en una batalla de desgaste que no podía ganar. ¿Podían ganar sobre las ramas? Viento también barajó la posibilidad de que sería necesario romper la rama de un árbol si la situación lo requería. ¿Podría soportar romper una rama sin colapsar de nuevo? A medida que buscaba respuestas se acumulaban las preguntas. Y a medida que se acumulaban las preguntas lo hacía la ansiedad de Viento. Tampoco encontró ni rastro de otros animales a los que preguntar si habían visto un árbol escalera. No era un bosque muerto, era un bosque vacío y ausente de vida. El bosque donde vivían los vendedores oscuros.
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El Bosque Eterno
FantasySaben que nada bueno pasa cerca de este bosque, y que su llegada es solo un augurio de las peores catástrofes. Saben que dentro de este bosque habitan criaturas de cuentos, de libros antiguos. Saben que una magia extraña lo rodea, y lo hace crecer e...