En una casa solitaria, en mitad del bosque eterno. Una pequeña casa de madera blanquecina, con dos ventanas y una puerta destartalada. La hiedra y las plantas trepadoras crecen envolviendo las paredes y el techo de pico. Entorno a la casa se extiende una pradera de hierba verde y fresca, moteada con flores de todos los colores y fragancias. Cerca suena el correr del agua: Un pequeño estanque de agua cristalina donde desemboca un riachuelo. Todo esto bajo el cobijo de un enorme árbol del bosque en el que la casa está empotrada, sirviendo este árbol como una de las paredes. Aquí, en esta pequeña casa, está Viento. Sentado en una silla de madera, mirando atónito hacia la puerta donde Ámbar, igual de perpleja, lo observa desde el suelo:
-¿Ámbar?
El curandero, aún colgando su gabardina en una percha de madera junto a la chimenea, también luce sorprendido al ver a la pequeña tirada en el suelo frente a la puerta:
-¿Qué haces... ?
Pero antes de poder acabar la frase Ámbar se pone en pie y le da una fuerte bofetada a Viento en la cara, tirándolo de la silla con un fuerte sonido:
-Esto por abandonarnos... -Dijo Ámbar furiosa.
Viento se frotó la cara sin decir nada, pues sabía que ella tenía razón. Entonces Ámbar se lanzó encima de él con, abrazándolo con fuerza:
-Y esto por todo lo demás...
Viento también la abrazó:
-Lo siento, pero no podía decirte donde estaba. Te lo explicaré todo... Si quieres escucharme.
-Cállate por ahora, por favor...
-Está bien...
Permanecieron allí unos instantes abrazados, en silencio. El curandero, sin querer molestarlos, se metió en una pequeña habitación lateral y salió con unas bolsitas de papel. En una olla que había al fuego, vertió el contenido de las bolsitas y un aroma a hierbas se esparció por el aire:
-Perdón por la interrupción, pero creo que la chica tiene muchas preguntas y tu muchas respuestas. Prepararé algo de té para la ocasión.
Viento sonrió:
-Eso no es propio de ti... -Viento le revolvió el pelo a Ámbar de forma cariñosa-... Ven, quiero enseñarte algo.
Viento y Ámbar salieron fuera de la casa, sintiendo el frío mañanero en sus carnes. La hierba que se extendía frente el umbral de la casa aún estaba húmeda por el rocío y los pocos rayos de sol que se colaban por las copas de los árboles se reflejaban en ella. Viento tomó a Ámbar de la mano y la llevó por un pequeño sendero que rodeaba la casa entre flores y enredaderas. El sonido del agua se acrecentaba cada vez más y, tras bajar una pequeña cuesta resbaladiza cubierta de musgo, llegaron a un pequeño estanque en el que desembocaba un riachuelo de aguas cristalinas por una pequeña cascada que producía un sonido refrescante:
-Es precioso...
Viento asintió:
-Sí que lo es, pero aún hay más, atenta...
Viento se acercó al estanque pisando con cuidado el suelo resbaladizo. Se agachó y desenterró una piedra del barro de la orilla, una piedra plana y sin nada especial, y volvió junto a Ámbar:
-No pierdas de vista el agua.
Dijo al tiempo que lanzaba la piedra al centro del estanque. La piedra se zambulló levantando gotas de agua en las que se reflejaba la luz del sol. Las ondas circulares se extendieron lentamente por el estanque y se fueron atenuando poco a poco. En un primer momento no pasó nada, pero tras unos instantes, unos pequeños puntos de luz rosada empezaron a salir del fondo del estanque, flotando sobre la superficie del agua cristalina. Ámbar se tapó la boca sorprendida, con los ojos desencajados. Los puntos de luz rosada empezaron a moverse por el aire y a girar en círculos entorno al estanque, cada vez más rápido:
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El Bosque Eterno
FantasySaben que nada bueno pasa cerca de este bosque, y que su llegada es solo un augurio de las peores catástrofes. Saben que dentro de este bosque habitan criaturas de cuentos, de libros antiguos. Saben que una magia extraña lo rodea, y lo hace crecer e...