Capítulo 17:"Solo tinta y papel"

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Y allí estaba Eylinn, tan fresca y radiante como la primera vez que intentó secuestrar a Viento. Melphy no bajó hasta pasados unos minutos, y lo hizo sin la intención de saludar a nadie. Pese a que no la conocía muy bien,Viento sabía que había algo extraño en ella, sus ojos rezaban:"No me mireis". Marcus no se percató del milagro que estaba contemplando:

-Eylinn... Vaya, ¿cómo estás?

Eylinn levantó su tosca camisa de lino, dejando ver una piel perfectamente cuidada sin marca alguna en el lugar en el que hacía apenas un día había una grotesca quemadura:

-Estoy... Bien. 

Marcus se rascó la barba sorprendido:

-Vaya, sabía que Melphy era buena, pero esto... Esto es un milagro, por mucho que odie decir esa palabra. 

El nudo seguía creciendo en el estómago de Viento. No existen los milagros, y, como Dante le explicó, tampoco los deseos acertados. Pero Eylinn estaba bien por el deseo de Viento. Es decir, el frasco estaba vacío, no había duda alguna. El nudo ya tenía el tamaño de un puño. Viento repasó la pesadilla en la que pidió el deseo inconscientemente: "No puedes morir". El nudo tenía el tamaño de una sandía. ¿Eylinn iba a convertirse en una especie de muerto viviente?:

-¡Viento!

Arlin bajaba del carro unas cajas que parecían pesadas sin esfuerzo alguno:

-No te quedes ahí parado, ve a buscar a Melphy. Hoy la compañía del león está de celebración.

Viento parpadeó unos instantes más antes de comprender lo que pasaba:

-¿Qué?¿Vais a acampar con nosotros?

-Claro que vamos a acampar con vosotros. Si os atacan por la noche lo pasareis muy mal sin nosotros. ¡Vamos!, la sidra corre esta noche a cuenta de Marcus. 

Viento se levantó con torpeza. Miró a su alrededor, Melphy no estaba en el círculo de luz de la hoguera, donde la gente ya desplegaba tiendas y preparaba el guiso. Se internó en la oscuridad sin alejarse mucho del campamento. El frío aumentaba de forma alarmante conforme los pasos se alejaban del cálido abrazo del fuego. No solo el frío, la oscuridad y los sonidos extraños ganaban protagonismo cuando las risas y los gritos de Marcus quedaron apagados tras las hojas movidas por los árboles y el aullido de algún lobo en la lejanía. Un sonido cobraba especial fuerza: Un río. Y allí estaba ella, oculta y pequeña silueta de una pequeña chica. Sentada en una roca, abrazada a sus piernas encogidas, agazapada bajo su oscura y voluminosa melena desparramada salvaje y sin control. Mirando el río, un pequeño río que bajaba sin mucha fuerza entre las raíces de los grandes árboles. ¿Qué tendría aquella pequeña persona que atraía a Viento?. No, las hormonas aún no habían despertado gritando a voces el roce de una mujer, era algo más profundo y extraño:

-¿Quién está ahí?

Viento se quedó quieto. Melphy se movió despacio, pero no miró hacia atrás. Permaneció abrazada en su pequeña forma mirando el agua:

-Soy yo. 

-¿Qué quieres?

-Me han pedido que venga a buscarte, van a celebrar que Eylinn ha... Sanado. Podría decirse que es una fiesta en tu honor. 

Melphy se abrazó más a sus piernas, encogiendo su ya pequeña figura, agazapada como un gato asustado. Su voz perdía fuerza:

-A vuestra salud, no iré. 

Viento permaneció inmóvil unos segundos más, escuchando en silencio. Se acercó un poco más, sentía el impulso de proteger a Melphy como un padre cuida a un hijo:

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