El calabozo no era más que una serie de celdas que se encontraban bajo tierra. Pasillos con celdas delimitadas por barrotes de hierro a ambos lados que antaño encerraron a criminales y prisioneros de guerra. Tenían polvo, pues ya no se usaban para nada más que para encerrar recuerdos anteriores al bosque. Allí abajo no había luz del día, la que había provenía de antorchas colocadas en las paredes. Sólo se escuchaban las pisadas de ocho personas sobre los adoquines del suelo. Bajaron otra escalera más, más profundo, más oscuro, más frío. Sven caminaba al frente llevando una antorcha, seguido por Marcus, Arlin, Connor, Willow, Isaac, Melphy y, en último lugar, Dante, llevando otra antorcha. En una de las celdas de piedra y hierro se pudo ver el esqueleto de una persona tirado contra una esquina. La ropa y los huesos habían sobrevivido al tiempo:
-Es una mazmorra muy profunda... -Dijo Marcus intentando calcular mentalmente a qué profundidad debían de encontrarse.
-Desconozco para qué se usaba este lugar antes de que llegara Grimman... -Dijo Sven sin girarse al hablar-... Las celdas son robustas y hay más de las que puedo contar. Nunca me gustó bajar aquí, el aire está viciado y siento que no estamos solos. Mucha gente murió entre estos barrotes.
El camino central se ramificaba hacia los lados y se perdía en la oscuridad. No había tantas antorchas para abarcar tanto espacio, así que habían decidido iluminar sólo el camino central y dejar el resto sumido en las sombras. Ni siquiera los soldados de aquel fuerte sabían qué podía esconderse en aquellas mazmorras. Demasiadas celdas, más de las que Melphy podía contar. Bajaron otra escalera, hacía más frío:
-Sólo Grimman bajaba a hablar con ella. Yo lo esperaba en sus aposentos y a veces me hablaba de sus charlas. Se le veía realmente emocionado, decía que había descubierto un alijo de oro con esta chica... -La antorcha crepitó y saltaron chispas-... Pensaba que lo estaba exagerando, pero una semana después nos atacaron... ¿Por qué tomarse tantas molestias por alguien?
-No lo sé hijo, por eso estamos aquí abajo... -Confirió Marcus.
En todo el trayecto Dante no había podido dejar de pensar en las posibilidades. Sólo conocía a una persona que pudiera ser Alice. Pero esa persona estaba muerta. ¿Estaba muerta?
El camino central finalmente reveló una puerta de hierro con una pequeña ventana de un palmo de alto y dos de ancho a la altura de la cabeza:
-Es aquí... -Dijo Sven deteniéndose y metiendo la mano en uno de sus bolsillos. Sacó un aro de llaves y empezó a pasarlas. Se detuvo en una y la introdujo en la cerradura. "Clack" La cerradura se abrió y la puerta chirrió al desplazarse. Uno a uno, los miembros del León fueron pasando al interior de la estancia. En interior de la habitación estaba dividido en dos mitades por un muro de barrotes metálicos verticales que cruzaban la estancia de izquierda a derecha. Entre barrote y barrote habría menos de un palmo de distancia. La primera mitad era la zona donde habían entrado Marcus y compañía. Estaba bien iluminada. Había un pequeño mueble con cajones, una mesa y cajas con provisiones. La otra mitad, la que se encontraba tras los barrotes, estaba en penumbra, pues no había ninguna fuente de luz al otro lado. En la oscuridad de los barrotes había una figura sentada en el suelo sobre un colchón de paja.
Sin darse cuenta, Dante se adelantó al resto de sus compañeros y se acercó a los barrotes a paso indeciso. Apuntó con la antorcha al interior de la celda:
-¿Alice? ...-Preguntó esperando recibir una respuesta.
El bulto oscuro se movió y se acercó hacia él. La luz de la antorcha arrancó destellos rojos de una cabellera brillante y sedosa, roja escarlata que apenas le llegaba a los hombros. Una cara de mujer joven de rostro marcado y dos preciosos ojos, grandes como la luna: El derecho de color verde profundo, el izquierdo de color azul tan cristalino como el agua de un manantial. Tan diferentes como el día y la noche. Estaba envuelta en una manta de lana, pero se intuía por las curvas que debajo de aquella manta estaba desnuda. La que se hacía llamar Alice se acercó con los ojos muy abiertos hasta casi pegar el rostro contra los barrotes. Su rostro denotaba una curiosidad infinita, como si ver a Dante allí parado le resultara extraño y a la vez maravilloso. Alargó la mano haciéndola pasar entre los barrotes intentando tocar el rostro de Dante. Este, hasta ahora absorto, se retiró en el último momento:
ESTÁS LEYENDO
El Bosque Eterno
FantasiaSaben que nada bueno pasa cerca de este bosque, y que su llegada es solo un augurio de las peores catástrofes. Saben que dentro de este bosque habitan criaturas de cuentos, de libros antiguos. Saben que una magia extraña lo rodea, y lo hace crecer e...