IX

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Cynthia termino de comer su pastel de zanahoria y se levantó.

Todas quedaron en irse de compras un rato, al menos me dejarían descansar un buen momento, más bien, la bruja de mi suegra.

—No tardamos mucho, mi amor. — Cynthia me dió un beso, percibí el rico sabor del pastel.

—Las veremos en la entrada del centro comercial.

Salieron del café, dejándonos a James y a mi en aquel establecimiento.

—Que bonita relación llevas con tu suegra. —Menciono con una sonrisita.  Dió un sorbo a su té y limpio su boca con una servilleta.

—Hay veces dónde nos llevamos mejor.

—¿De verdad?

—Si, por ejemplo nos llevábamos tan bien antes de conocernos.

—Creí que lo decias enserio. —Aun seguía con esa risita que me contagiaba. —Me agradas, John.

—¿Que te puedo decir?, Tu también a mí. —Sorbí la última gota de mi café y me levanté de la silla. —Hay que salir de aquí.

Saqué unos cuantos billetes de mi bolsillo del pantalón y lo dejé sobre la mesa. James y yo ya habíamos pagado, solo quería dejar un poco de propina.

—¿Que haremos?

James se levantó también y agarró su abrigo.

—No lo sé. ¿Que tal si solo salimos y recorremos este lugar?

—Me gusta la idea.

Yo salí primero luego James. Estaba haciendo un poco de frío, el clima en Liverpool era un tema tópico, nunca faltaba hablar de el.

—¿Hace algo de frío, no?

Realmente siempre tenía un maldito tema del cual hablar, jamás me quedaba callado, pero estaba vez no sabía que decir exactamente, todo el trayecto me la pasaba peleando con mi estúpida suegra y eso lo hacía reír, pero ahora no sabía que idiotez hacer.

—Si, hace bastante. Gracias al cielo traje mi suéter. ¿Tu tienes frío? No trajiste con que cubrirte.

—Algo, si.

—¿Quieres entrar a una tienda?, O puedo prestarte el mío si quieres.

—No, no. Entremos a una tienda, deben haber en descuento.

Ambos pasamos por un pasillo, era estrecho por qué había mucha gente caminando por ahí. Ambos tuvimos que caminar por la orilla y así pudimos llegar a una tienda de ropa.

—Me desespera estar frente a tanta gente. —James tenía cara de desesperación y tomo aire.

—James, debes acostumbrarte. Luego te caerá la fama.

Él negó con una pequeña sonrisita.

—Espero que no, solo quiero ganar dinero.

Comenzamos a andar por los pasillos de esa tienda, no era muy grande, pero si tenía pasillos largos.

—Lo mismo dije yo, pero la gente se encariña contigo y te sigue. Digo, no es que sea el más famoso del mundo, pero si tengo a gente que me aprecia.

—Me queda claro, hace dos años que sigo tu programa de radio.

Nos paramos frente a un perchero lleno de abrigos.

—Te lo agradezco, sin la gente que me escucha no tendría como mantener a la bruja de mi suegra y a mi novia.

—Un placer. —James se recorrió entre el pasillo mientras yo buscaba un abrigo calientito para la tarde en Liverpool.

Recorrí un par de suéteres hasta que encontré uno negro. Lo agarré y camine hacia donde estaba James.

—Oye ya lo encontr....

Él tapo mi boca y me devolvió a aquel pasillo.

—Debes ayudarme. —Quitó su mano de mi boca. Tenía un semblante bastante preocupado.

—¿Que paso?, Estás todo pálido.

—Mi...mi amante, de la que te conté hace un momento. —Volteó hacia atrás y luego hacia a mi. —Ella está ahí, pero Jane está allá con la bruja de tu suegra.

Solté una carcajada, pero él volvió a tapar mi boca.

—¿Te estás burlando de mí?

Negué y volvió a quitarme la mano de la boca.

—No, es que me dió risa como le dijiste a la bruja, ¿pero estás seguro que es tu amante?

—Si, es ella. Tiene el cabello corto y siempre tiene vestidos de color azul cielo, de verdad no sabes cómo le encanta usar de ese color, pero eso no importa ahora, debes ayudarme.

—¿Cómo puedo ayudar?, ¿Quieres que distraiga a Jane o a la otra? Decide, Don Juan.

—Ve con Jane y dile que si puede ayudarte a escoger un suéter que te haga ver sexy. —Decía con bastante prisa.

—¿Por qué debe ser sexy?

—Solo dile eso, te lo suplico.

—Me debes otro favor.

—Si, si, lo que sea, pero ve ya.

—Bien, bien. Cuida de este, por favor.

James agarró ese suéter y fue hasta donde la otra chica, mientras yo debía ir hacía Jane y la bruja arrugada.

—Hey, ¿pero que tenemos por aquí?

Sonreí e intente tapar a James a toda costa.

—Ah eres tú. —Jane agarró mi mano y me hizo tomar una bolsa que tenía. —Que bueno que vienes, ¿Dónde está Paul?

—Fue a...a cagar.

Jane frunció el seño al igual que Lillian.

—Si, si. Estaba hechandose gases terribles, como no te das una idea.

—Que asquerosos son ustedes los hombres. —Volteó hacia aquellos productos de belleza y hecho unos cuantos más a la bolsa que yo tenía. —Al menos estás aquí para cargar nuestras compras.

—Ah, vaya. —Ambas mujeres me hicieron caminar junto a ellas hacia el otro lado. —Eh, Jane.

—¿Que sucede?

Me respondió sin siquiera verme, Dios, era como mi suegra, pero joven y no tan fea.

—Quiero un suéter sexy.

En ese momento las dos mujeres, y otras más que estaba cerca me vieron.

—¿Sexy?

—Eh si, si. —Las otras siguieron su camino y al fin podía hablar con más libertad. —Quiero verme bien para Cynthia.

—Déjamelo a mi.

—Para poder ser sexy necesitas volver a nacer. —La maldita señora se rió y continúo viendo los productos de belleza.

—Ay, creí que estábamos en una tienda de ropa y no en el museo prehistórico.

Lillian agarró un bolso y me lo lanzó.

—Ven acá. Hay que buscar uno quedé con tu tipo de cuerpo.

Tuve que seguirla, todo iba tan bien, no sospechaba nada.

—Oye niña, ¿Ese de ahí no es Paul? , Ve que está coqueteando con esa tipa de ahí.

Quise estrellarle la misma bolsa que me había lanzado.

—¡James Paul McCartney Mohin!

Sus orejas se pusieron rojas y empuño sus manos.

"Oh no...."

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora