XXXIII

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Sobe mi cabeza y ví el suelo lleno de azúcar. Voltee a Paul y esté me veía con una mirada preocupada y tenía a sus manos sujetando mis hombros.

—Dios, ¿estás bien?

Asentí y ví como el azúcar caía de mi cabeza. Solté una carcajada por la idiotez que había hecho y Paul frunció su entrecejo.

—¿De que te ríes?

—Es que. —Volví a sobar mi cabeza. —no puedo creer que no alcanzara esa cosa, ¿Quien la subió?, ¿Pie grande o que?

—La subí yo. Tonto, hubieras agarrado una silla. —Se rió y dió unos golpesitos en mi hombro para retirar el azúcar. —¿Quieres una camisa?

—No, no. Mierda. —Moví mi pie sobre aquel polvo blanco y bufé. —Lo siento, voy a pagarte y a limpiar.

—No importa. Déjame ir por la escoba.

Giró y se fue de la cocina. Yo me quedé ahí mismo y sacudí mi cuerpo para quitar lo más posible de la azúcar. Luego de unos minutos deje de sentir aquello sobre mi espalda y pecho.

—Menos mal que estaba aquí cerca. — Dejó la escoba sobre el suelo y comenzó a barrer para ir juntando todo. —¿Entonces no te golpeaste fuerte?

—No, no. —Me hice a un lado para no ensuciar o expandir el azúcar. —Trono más de lo que me dolió.

—No usas tu cerebro, John. —Sonrió y dejó de barrer. —Como sea, creo que tengo unos sobrecitos de azúcar en la alacena, ¿Quiere que le ayude al bebito? —Hizo un puchero y lo dijo con un tonito "triste".

—No molestes. Pensé que si lo iba a alcanzar. —Paul recargó sus manos sobre la punta del palo de la escoba y descansó su mentón ahí, maldito infeliz, siempre me cautivaba. —Bueno, entonces ¿Dónde está el azúcar?

—En la alacena. Yo voy a a sacar esto de aquí. —Con ese pequeño recogedor levantó el azúcar y lo echó en una bolsita que sacó del cajón. —Que no se te caiga, eh.

—Qui ni si ti caigi.

Paul soltó una carcajada y me lanzó un beso al aire y se volteó para irse a tirar aquello.

—Solamente amigos, John. —Me repetía una y otra vez en voz baja. —Pero me lanza besitos todos bonitos...

Abrí la pequeña puertita de la alacena y en un paquete habían muchos sobrecitos de azúcar. Observé lo bien ordenado que tenía, en cambio yo tenía todo regado.

—Oye, Johnny.

Agarré el paquete y voltee hacia Paul.

—¿Que paso? —Dejé este mismo sobre una barrita que tenía Paul en la cocina y repose mis manos ahí mismo.

—Te...te quería decir algo. —Relamío sus labios redonditos y rosados, dejando su mirada sobre la mía. —Cuando tu te alejaste de mi, ¿Fue por decisión propia o Jane te obligó?

—¿Jane?, Claro que no, ella no me interesa. ¿Tenerle miedo a una mujer con carita de tomate?

—John, es encerio.

—¿Por qué la pregunta?

—Por que te escuché decir "Solamente amigos", creí que estabas enamorado de mi.

—Paul, no te voy a mentir. Me dolió cuando dijiste que no estabas enamorado de mi, digo, ya habíamos caído en la trampa. —Carraspeé. —luego me puse a pensar que lo mejor era no ser más que amigos.

—John, imagina que tu y yo estuviéramos en esa situación, pero en lugar de Jane, fuera Cynthia, ¿Que harías? —Me confrontó. —¿Le dirías, "oh claro que sí Cynthia, él es mi amante"?

—Bueno, a lo mejor si. Digo, ya nos habría descubierto, ¿Para que esconderlo?

—Como hubiese deseado que en lugar de Jane fuera Cynthia quien nos descubriera, para ver si relamente lo harías.

—Paul, no te enojes. —Me acerqué y tomé una de sus muñecas. —escucha, tengo miedo de algunas cosas. Te lo dije y te lo vuelvo a decir, si, estoy enamorado, pero pienso que esto no irá a ningún lado.

—Claro que no, John, con esa forma de pensar, claro que no. —Se soltó de mi agarré. Caminó hasta un mueble del cual sacó un tetera. —Yo he intentado acercarme a ti, he intentado muchas cosas para no alejarnos, pero tú lo haces más difícil.

—Voy a tener un hijo, Paul, ¿Cómo crees que me siento al respecto?, Tu me entenderás dentro de poco. Serás padre también, ¿no?

—Jane dió negativo. No lo seré, pero si esa es tu excusa pues muy bien por ti. —Llenó la tetera de agua y la dejó sobre la estufa para luego encender la llama.

—Solo quería venir a charlar contigo, no a pelear. —Me estaba frustrando demasiado, estaba algo harto. —Escucha, si continuamos con esto ¿Que será luego?

—John, no tengo la menor idea. Yo solo quería estar contigo porque me haces sentir muy feliz, realmente la pasaba de maravilla, creí que era mutuo.

—Lo es, Paul. —Dije de inmediato. —Pero estoy conciente que esto no es un cuento de hadas.

—Yo estoy conciente de eso también, pero nadie se tenía porque enterar.

—¿Haz leído los informes de asesinatos a sujetos como los que encontramos en aquel sitio? —Hice una pausa y prosegui. —Yo he leído cada texto que puedo y creeme que no es nada lindo ver los cadáveres de todos ellos. Paul, no quiero que tú y yo seamos los siguientes.

—Solo dime una cosa. —Camino hasta estar frente a mi. —Si Jane no hubiese descubierto lo nuestro...¿Tu seguirías igual que hace unos meses?

—Paul, es que..

—Solo dime.

—Si, claro que sí. —Lo tomé por los hombros e intenté hacer mi mejor cara ante esa situación. —Pero ella lo sabe, ¿Acaso quieres morir a causa de unos sujetos que te patean mientras te gritan cosas hirientes?

—Por ti, John, yo por ti daría la vida, ¿Sabes por qué?, Porque a cambio de ti, yo si caí como un idiota, pero bueno...ya me di cuenta que esto no es recíproco, ¿Qué puedo hacer?

—Ahg, deja de ser tan llorón.

—Es que no entiendo, me dices que le dirías la verdad a Cynthia si ella hubiese descubierto lo que teníamos, sin embargo me dices que no quieres seguir con esto porque tienes miedo de que nos maten. A veces pienso que en lugar de cerebro tienes una uva botando por tu cabeza.

—Paul, soy muy idiota, eso lo sé y mirá estoy muy confundido. Todo está revuelto, mis ideas, sobre mi vida y mis sentimientos, no puedo procesarlo todo.

—¿Y yo si?, Solo dime si quieres continuar esto, John.

—Dame tiempo para pensar, ¿Si?, Prometo decirte lo pronto posible.

—Bien, confío en tu palabra.

—¿Puedo darte un abrazo?

—Claro que si, John.

Solo deslicé mis brazos de sus hombros hasta si cintura y lo abrace bien fuerte, deseando que todo fuera más sencillo...

La tetera comenzó a sonar y Paul quiso separarse, pero le rogué por un momento más... él acepto y besó cerca de mi oreja.

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora