XXIV

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Volví a tragar y alcé mi mirada a la cara de Paul, él se rió de mi expresión y sujetó mi cabello.

—No es para tanto. —Dijo restándole importancia al asunto.

—Claro, porque tú no eres el que está aquí abajo. —Relamí mis labios e intentando ser "valiente" puse mi lengua en el glande. Era una sensación extraña, como si fuera gelatina.

Fue tan estúpida la comparación que solté una carcajada y Paul frunció su ceño mostrándome una expresión de confusión.

—¿Que?

—¿De que te ríes?

—Es que se siente como gelatina.

Paul soltó una carcajada y dió un suave golpe sobre mi nuca que me hizo golpear una de mis mejillas con la punta de su pene. Rápido limpié y volví a lamer esa cosita extraña..., que yo también tenía.

"Esto es lo que sienten las mujeres cuando lo chupan...Dios, es tan raro"

Con mi lengua dí círculos al rededor del glande y decidí meterlo un poco más a mí boca, pero la extención topó con la campanita al fondo de mi cavidad bucal y di una arcada más.
Continué lamiendo y subí un poco para volver a lamer la punta. Sin esperarlo escuché un gruñido de Paul, lo que me incito a continuar.

Paul acomodo sus piernas sintiéndose más relajado y yo algo incómodo por la posición en la que estábamos.
Volví a lamer la extensión completa del pene y sentí aquella arcada tan horrible, pero no me detuve y continúe chupando. Por ti sentí la mano de Paul manejar el control de los movimientos de mi cabeza y es que cada vez la impulsaba hacia delante y atrás con cada lamida que daba.

—Mmh, Johnny.

Realmente, no sabía que carajos estaba haciendo. Solo movía mi lengua imaginando que eso que tenía en mi boca era una golosina fálica y con un sabor algo salado, como los pretzels o una mierda así. Sentí curiosidad al mover mi lengua por el pequeño orificio del glande, así que lo hice y cause una sensación, según yo, agradable al bonito azabache, ya que jadeo y movió mi cabeza y levantó su pelvis, haciendo que casi me ahogara.

—Ah, John. —Murmuro con su voz algo profunda y pastosa. —Sigue asiendo lo que estabas...—Volví a lamer esa zona y con la voz entrecortada me dijo:—Si..eso.

Continué un par de minutos asiendo así, pero una sensación en mi paladar me hizo sentir la necesidad de abandonar esa trabajo, el sabor salado me hizo asquear y lo saqué de mi boca. Paul agarró su miembro y comenzó a frotarlo hasta hacer salir un chorro de semen y cuando terminó  cerró los ojos y dejo reposar su cabeza en el asiento.

—¿Entonces iremos?

Pregunté luego de limpiar mi lengua con la manga del suéter.
Paul me indico con su mano que esperara un segundo, se estaba recuperando de mi estupendo y fabuloso trabajo. Joder, es que hasta siendo gay era el mejor.

°°°

"Ah son ustedes de nuevo"

Asentí y él hombresote ese nos permitió la entrada. Volvimos a recorrer el camina ya bien sabido y pasamos las cortinas rojas.

Ahora habían más hombres, claro, un viernes en la noche era tiempo de más libertad.
Pude ver al castaño y al rubio en la barra y ellos voltearon a nosotros, ambos, nos saludaron con un ademán.

—Juro que si ese idiota vuelve a coquetearte frente de mi. —Masculló con una mirada algo penetrante al rubio. —lo golpeare tan fuerte que no recordara ni de dónde vino.

—Uy tranquilo, Muhammad Ali.

—Es encerio, John. Ese sujeto no me cae bien.

—Solo no le hagas caso, lo hace para provocarte.

Ambos llegamos a la barra y nos sentamos frente a esos dos.

—Buenas noches, bombón. Creí que ya no vendrías. —Dijo el rubio mirándome con una sonrisita malvada.

—Paul quiso venir a conocer el lugar a detalle.

—Uy, Paulie. Quien lo diría de ti. — Comentó el castaño. Acercó dos vasos de alcohol a nosotros y Paul de inmediato bebió.

—Solo vine a conocer y ya. — Mencionó sin darle tanta importancia.—Y quiero saber más sobre el sexo...ese.

—¿Cuál ese, muñequito?, Hay mucho sexo.

—Sabes de lo que hablo, el gay..

Lo último lo dijo con rapidez, lo que me causo una sonrisa de ternura.

—¿Y qué cosas quieres saber?

—No tengo la menor idea, Dios, por eso pregunto.

—Oye necesitas calmar tus aires ¿Bien? — Respondió el rubio con poca cordialidad.

—A ver tranquilos. —Dije por fin. —Solo cuenten cómo podemos empezar a tener sexo y ya. —Saqué un cigarro de mi bolsillo delantero y seguido de mi encendedor.

—Para comenzar, nosotros experimentamos un poco de todo. — Dijo el castaño. Yo encendí mi cigarro y guardé el encendedor. —Esta el sexo oral.

—Si, ese ya lo conozco. —Mencione con cinismo y Paul casi se atragantó con la cerveza.

—Ah, entiendo. —Sonrió el castaño con complicidad.—Bueno, ese es bueno para comenzar, solo lo chupas hasta que salga el pre-seminal y ese te ayudará como un lubricante para tener el tan conocido entre el mundo gay; sexo anal.

—¿Ana- que?

—Dios, sexo anal. Se meten el pene o dedos ahí. —Explico con una sonrisa burlona. —Ah, pero hay que lavarse bien, no queremos algún tipo de suciedad que arruine el momento, a no ser que estén enfermos o tengan algún fetiche.

—Los enfermos son ustedes. —Les respondí. —¿Cómo vas a meter el pene en el ano de alguien?

—Bueno, así como le meten el pene a una vagina, pedazo de tonto., Pero no es obligatorio pueden probar otras cosas, el punto es conocer su cuerpo y saber que les gusta. Ah, y si lo intentan, aseguren que esté bien lubricado sino les arderá como el infierno o habrá un desgarre...—Hizo una pausa y bebió un poco. —A todo esto, ¿Quien es el pasivo?

—¡Él!

Dijimos Paul y yo al mismo tiempo. Los otros dos soltaron una carcajada burlándose de nuestra inexperiencia.

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora