LX

64 10 34
                                    

Cerré la puerta y me despedí de Alexandre, el sujeto que me había llevado hasta el borde de Francia; las costas.

Me había dado dinero y suerte para volver a mi querido Londres.
Saqué la revista de mi mochila y la analicé una vez más.

"Paul, Paul"

Suspiré observando el rostro de ese hermoso chico, quien me hacía acelerar el corazón, y quién me motivaba a seguir adelante con mis recorridos y no darme por vencido.

Si bien, deseaba traerlo a mi memoria, dolía hacerlo... Mi cabeza se sobreestimaba al intentar recordarlo y la migraña venía en segundos, por lo que prefería hacerlo cuando me sintiera bien de salud, pero mal de sentimientos y este era el momento.

Solo podía recordarlo vagamente; sonriendo con sus mejillas regordetas, dejar la yema de sus dedos sobre sus labios para taparlos al reír... Y, bueno, algo más que me ponía a pensar y era ver a un pequeño niño entre nosotros dos, un pequeño, que al igual que yo y Paul, sonreía.

Elevé mi mirada y noté como llegaba uno de los barcos en los que me iría. Santo Dios que había encontrado a gente con contactos, ese maravilloso hombre me había conseguido un pasaje por veinte billetes hasta las costas de Lewes a unos kilómetros de Londres.

Me forme detrás de un joven como de unos quince años. Me sentí bastante intimidado ya que la gente me veía bastante, con sus miradas fruncidas y un rostro de confusión... Debías ser mi aspecto o tal vez podría ser que me reconocían, pero de ser así tenía que ser precavido, no confiar en nadie.

Solo subí y pagué mi boleto al hombre en la entrada del barco, no era tan bueno, pero si decente. Con mi mochila, y la revista en mano, decidí echarme a un asiento de madera, todos los que estábamos ahí éramos "ilegales" por lo tanto el proceso debía ser pronto y sin ningún retroceso, por eso, la gente avanzaba sin voltear hacia atrás...igual que yo.

-Les pido que bajen la cabeza cuando se los indiquemos, las instrucciones son sencillas, si quieren salir de aquí deberán acatarlas, de modo contrario la policía nos podría encontrar.

Luego de dar ese aviso, el capitán se dió la vuelta y entro a navegar.

"¡Listas las anclas! Andando"

•••

Observé a Julian con una sonrisa, notando como sus labios se abrían en una sonrisa emocionada.

-¡Papá!

Me abrazo las piernas e insistió que lo cargara. Cómo lo extrañaba, él era mi recuerdo más preciado de John, y prometía cuidarlo con mi alma.

-¡Jules!

Lo agarré por la cintura y lo cargue entre mis brazos. Besé sus mejillas varias veces mientras él reía y se echaba hacia atrás, ya que mis besos le causaban cosquillas.

-Te traje una sorpresa.

Jules recorrió sus deditos hacia mis ojeras y luego a mis labios resecos. Debía confesar que me causaba vergüenza verme tan demacrado y desganado, pero no podía evitarlo; la perdida de John me había roto internamente y externamente.

-Tienes los ojitos tristes. -Dijo Jules con su boquita fruncida. -¿Por qué?

-¿Yo? -Sonreí únicamente para él. -Claro que no. Mira, tu sorpresa. -Me aseguré de tomar bien a Jules por la cintura y con la otra mano saqué el carrito de juguete que cabía en el bolsillo del pantalón. -¿Te gusta?

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora