LVII

55 12 16
                                    

Dejé el plato con helado sobre la mesa, frente a Julian y acaricié su cabello.

—Gracias, papi.

—No tienes nada que agradecer, Jules. —Me senté frente a él, observando como agarraba la cuchara con su manita. —¿Te gusta?

—Ujum, ¿Quieres?

—No, cariño. —Sonreí. —Come tu.

Metió la cuchara a su boca y comió su helado. Ver a Jules completamente inocente me provoco tristeza, digo, su inocencia ante mis mentiras sobre su padre...

Sonrió al verme y yo lo hice de vuelta. Yo le insistí en que comiera más helado y así lo hizo, poco a poco hasta que se acabó.

—¿Listo?

—Si, listo.

Saltó de la silla y dejó el plato en el fregadero. Volvió a mi para tomar mi mano y hacerme levantar de la silla.

—¿Que pasa?

—Papi, ¿Vamos al parque?

—Es algo noche, ¿No?

—¡No!, Es de día oscuro.

Reí por su ocurrencia y acepté por fin. No tenía ánimos, no tenía motivo para salir...bueno, si, Jules.

—Muy bien. Agarra tu abrigo.

Soltó mi mano y corrió para su cuarto. En ese momento Cynthia apareció en la sala, tenía su ropa cómoda, su cabello agarrado a una coleta.

—Hola. —Sacudió su nariz con ese pañuelo. Con su mano me saludo en un ademán decaído y yo hice lo mismo. —¿Saldrán?

—Si, saldremos. Jules quiere ir al parque, ¿Gustas ir?

—Bueno, no estaría mal despojarme un poco. Iré por un abrigo.

—Los espero.

—Bien. Gracias.

Se volteó y caminó a dirección de su habitación.
Me quedé enmedio pasillo, golpeando mis muslos suavemente con las palmas de mis manos.

•••

Me senté al lado del señor Jaidev, quien estaba acomodando unos cuantos papeles, y agarré la manzana que estaba al lado de los documentos.

—Bueno, conseguí unos sujetos que van para Francia, queda cerca de Londres, al menos es lo más sustentable por ahora. Puedo ayudarte a llegar ahí, debo recojer a mi...hijo.

—¿Su hijo? —Mordí la manzana, estaba muy dulce.

—Si. Como decía, puedo ayudarte. Nos iríamos juntos.

—¡Claro!

Sonreí con ánimos. Dejé la manzana y me levanté de la silla para tocar los hombros del jefe y lo sacudí con suavidad.
Ambos reíamos de alegría. Mierda, regresaría a mi hogar..., ¿Mi hogar?
Nunca me había parado a pensar, ¿Dónde demonios vivía?, ¿Quien era mi familia?

—Pero. —Dije pensando en ello. —No recuerdo nada. —Volví a sentarme y el jefe me vio. —¿Cómo sabré a dónde ir?

—Te están buscando por todos lados. Escucha, habla a la gente y pregunta por algún lugar de comunicación grande, dí tu nombre...estoy seguro que funcionará. —Giró su cara a los documentos y escribió un par de cosas. —Solo intenta buscar donde dormir.

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora