XX

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Paul apretó mi mano e intentó retroceder.

—Tranquilízate. —Sobe su dorso con mi pulgar y continuamos caminando.

Paul y yo nos frenamos al ver a todos esos hombres. Todos vestían ropa muy excéntrica, como un sujeto que tenía unos tacones y unas mayas que parecían red de pescar, tenía un short muy corto de mezclilla y una camisa de tirantes, tenía un labial muy llamativo color rojo y caminaba como una modelo.

Y como si ese sujeto fuera un imán y nuestros ojos otro, lo seguimos con la mirada hasta que desapareció por unas cortinas rojas.

—¿Qué... qué fue?

Paul intentó retroceder y yo volví a detenerlo.

—John, hay que irnos. —Tomó mi mano y me hizo caminar un poco.

—¿Para donde van, guapetones?

Voltee y ví a dos sujetos sin camisa, mostrando el vello de su pecho, ambos vestían pantalón de mezclilla y con una sonrisita lasciva, el tipo de cabello rubio me tomó de la otra mano y me jaló hacia él.

—¡Oye idiota, suelta a John!

Paul me arrebató de los brazos del joven rubio y se interpuso.

—Tranquilo, Paulie. —Lo sujeté del hombro, pero insistió y con su dedo índice apuntó al sujeto.

—No lo vuelvas a tocar.

—Baja tu alteración, bonito. Vimos que estaban indecisos a quedarse y quisimos invitarlos. —El rubio me guiñó un ojo y Paul gruñó con fastidio.

—No, gracias ya nos íbamos.

—Los lunes son muy aburridos, ¿Por qué salir de aquí?

—Mañana tenemos trabajo. —Insistió Paul.

Sinceramente yo tenía curiosidad por entrar y ver todo lo que había detrás de ese telón rojo.

—Cariño, ¿Que te parece si entramos solo una hora?

—John. —Hizo mohin con sus redonditos labios.

—Paul. —persistí.—Es más, solo treinta minutos.

—Vamos, bonito. —El otro castaño comentó y Paul al final aceptó con una mueca en sus labios.

Los cuatro juntos caminamos por el lugar fresco, obscuro, y con luces de colores llamativos. Habían muchos hombres ahí, todos vestidos de maneras que yo llamaría; femenina.

Era algo extraño estar en un entorno así, y no podía negar que esa era una guarida para todos ellos. Se estaban escondiendo de la gente normal, como una hormiguita se esconde en los huecos de la tierra para no ser quemada por una lupa y los rayos del sol.

Pasamos esa cortina roja y pude darme cuenta que ahí habían muchos hombres sentados bebiendo, charlando y besándose.

—Dios...no. —Murmuro Paul. Noté como sus ojos comenzaban a salpicar de preocupación.

—Aquí hay mucho alcohol, mis amorcitos.

Con un ademán, el sujetó rubio nos encaminó hacia una pequeña barra, dónde detrás de ella habían muchos productos de alcohol.
Los otros dos se sentaron frente a nosotros dos y nos vieron de la cabeza hasta el pecho.

—Entonces, ¿Son nuevos? —preguntó el castaño y recargo su mentón sobre su mano.

—Si. —Le contesté. —Vinimos aquí por mera coincidencia, ¿Verdad, cariño?

—Pues, si. —Volteo a ver todo el lugar y luego a mí. —Más bien, tu me trajiste aquí.

—Maravilloso. ¿Y que quieren para tomar?, ¿Ron?, ¿Solo una cerveza?

—Con una cerveza me conformo. — Contestó Paul. Yo lo volteé a ver con ironía por su comportamiento y alzó sus hombros. —Tengo que liberar al menos mi tensión.

—Yo me conformo con una limonada.

El castaño asintió y se levantó el lugar, para irse por la bebidas. El rubio con sus labios alegres nos observó de nueva cuenta y jugueteando con sus dedos índice y medio —Como si fueran dos piernas— los llevó hasta mi mano y la acarició.

—¿Puedes dejar de toquetearlo?

Paul gruñó y el rubio alejó de mano de la mía.

—Supongo que son pareja, ¿No? Digo, pareces un novio celoso.

—No estoy celoso, solo que lo estás hostigando. —recalco con rabia. —Y me molesta.

—Solo somos compañeros solo somos trabajo. A veces solemos hacer cosas.

—Una aventura peligrosa, eh. — Relamio sus labios y dejó sus codos sobre la barra para apoyar su mentón sobre sus manos. —Me encanta escuchar sobre eso, cuéntenme, ¿Quien picha y quién cacha?

Paul y yo nos vimos con confusión y ambos le vimos. Él rió y negó.

—¿No saben?, Bueno, ¿Quien es el pasivo y el activo? —Sin entender, el elevó sus cejas y bufó. —Pero vaya que son nuevos en este mundo. Cuando les pregunto que quien es el pasivo y el activo me refiero a quien le toca ser como la mujer y quién es el hombre. —Hizo comillas en esa última frase. —¿Ya entendieron?

—Definitivamente es John.

El castaño volvió y nos dejó nuestras respectivas bebidas, se sentó junto a nosotros.

—Claro que no. Tu lo serías, ¿Quien lo sería?

Le pregunté al rubio, quien solo reía por nuestras expresiones, y me apunto a mi.

—¿De qué hablan?

—De quien es el pasivo y activo, pero tuve que explicárselos a profundidad.

—Ah, eso. Ay, que lindos, me recuerdan a mi cuando recién empezaba. Les diré algo. —Hizo una breve pausa y nos vió a ambos. —El que sea el pasivo, le dolerá como el mismo infierno ahí abajito.

—Eso es muy real, cariño, pero yo te puedo ir preparando. —Propuso el rubio y yo reí.

—Bueno, ya, ¿No?, Para eso estoy yo. —Interrumpió Paul. —Yo le voy a dar todas las noches, no te preocupes por eso 'cariño'. —Bebió un buen trago de cerveza y me vió fijamente.

—¿Que haces?

No respondió y pegó sus labios con los míos. Yo le tomé de los hombros y Paul paso la cerveza de su boca y la mía, tuve que tragarla, cerré mis ojos.
No paró ahí, siguió besándome y comenzó a juguetear con mi lengua, no podía seguirle el ritmo porque él iba muy rápido.

Se levantó de su asiento sin dejar de besarme y me tomó del mentón con ambas manos y profundizó más el beso.

Se despegó más de mí y tomamos aire. 

—Paul, Mierda. —Sonreí bastante  encantado por su beso. Estaba sintiendo bastante cosquilleos sobre la parte baja de mi abdomen. —Estas...

No me dejó hablar y me volvió a besar y deslizó sus labios por la punta de mi lengua como si estuviera haciendo una maldita mamada y comencé a escuchar silbidos y murmuros.

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora