XXIII

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Paul y yo estábamos afuera del edificio donde laborabamos, en la noche, fumando un cigarro y sintiendo el aire fresco de noviembre.

Teníamos suéters de lana hechos por la mamá de Paul para él.

—He estado pensando en el bar que fuimos hace tres semanas. —Dijo Paul cambiando el tema de la conversación.

—¿Y que has estado pensando? —Di una calada a mi cigarro y expulse el aire.

—Quiero volver y conocer ahí. Me llamó la atención cada cosa, lo extrovertidos y felices que se veían. — Él probo de su cigarro y me volteó a ver con una pequeña sonrisita expulsando el aire por sus fosas nasales.

—Entonces volvamos, ahora que salimos del trabajo. —Respondí con la misma sonrisita que él me dió a mi. —Solo espero que no recuerden nuestras caras.

Una tipa que iba pasando junto a un sujeto nos vió y tomó del brazo a su acompañante, ambos se acercaron a nosotros dos y la chica me saludo con un ademán.

—Hola, John. —Expresó son emoción.

—Hey. —Asentí. —¿Que hacen por aquí a estás horas?

—Dábamos una vuelta. No creí verte y ahora que estás aquí quisiera pedirte un autógrafo. —De su abrigo sacó una librería y me la extendió. —La pluma Henry. —El joven pelirrojo le entregó una pluma que tenía en uno de su bolsillos de pantalón y ella me las extendió a mi. —Estoy muy emocionada.

—Lo mismo. —Respondí con una cálida mirada y firme el papel. —Tengan una buena noche, vayan a casa temprano y no hagan travesuras.

La muchacha agarró la libreta y pluma y asintió con emoción.
Los jóvenes se fueron tomados de la mano dejándonos solos.

—¿Listo?

Asintió y bajamos de ese escalón de un salto y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento trasero del edificio.

—Creí que no te había gustado ese lugar. —Dije con ironía.—No que muy macho.

—Cállate. —Se rió con pena. —Me he retractado. Solo quiero ver todo a detalle, ver lo que hacen.

—Te lo resumo así mi cariñito: sexo homosexual.

—Ay, John. —Me golpeó el hombro y negó. —Enserio, ¿No los viste?, Se veían muy felices, parecían ser ellos mismos.

—Lo ví, lo ví. —Bajamos los escalones y Paul saco las llaves de su auto.

Abrió la puerta de piloto y pronto abrió la del copiloto. Entré al auto y bajé la ventana.

—John, antes de irnos quiero hacer algo.

Me dijo, dejó sus llaves sobre la entrada para prender el auto y me vió con una tímida mirada.

—¿Que quieres?, ¿Por qué tan tímido?

Abrí mis piernas para poderme acomodar mejor sobre el asiento y Paul suspiró.

—Quiero que tengamos sexo, pero solo si quieres. No importa si no aceptas. —Parecía nervioso tanto que sus manos frotaban sus muslos.

—Tranquilo. —Me incliné y tomé sus labios entre los míos por un breve momento. —Esta bien. Ya sabemos cómo, ¿Lo recuerdas?

—Si, el picadientes roto. —Rió tapando su boca. —Eso me hizo recordar a la historia que me dijiste sobre tu experiencia teniendo sexo en el auto cine.

—Ah, no lo recuerdes. Cada que lo hago me duele allá abajo.

Paul lamió sus labios y agarró mi mentón con una de sus manos y se inclinó hacia mí.

—No lo haré entonces. —Me dió un beso breve y dirigió sus labios a mi mejilla dónde depósito otro beso y pronto otro me fue dado sobre el borde de mi cuello. —Si me das algo a cambio.

—¿Que es lo que quieres? .—Su calentito vaho rozaba mi cuello y eso me provocaba cosquillas.

—¿Puedes darme un oral?

Me separé de inmediato y me reí de nervios. ¿Yo a él?, ¿Yo?

—¿Yo?

—Pues si, John. ¿Quien más?

—Es que, creí que tú me lo darías a mi.

—¿Y por qué yo? —Frunció su ceño y volvió a su asiento.

—Bueno, ¿Y por qué no?, Digo, aquí el pasivo eres tú.

—¿Desde cuándo?, Tu eres el pasivo aquí. —Me reí y le negué. —Claro que si.

—Paul, tu tienes una energía que te hace ver cómo un bonito pasivo.

—Deja de decir pasivo, y no, tu das esa vibra. Eres muy gay.

—Claro que si, pero solo contigo, ¿Si?, Pero admite que tú también eres muy gay.

—No, claro que no. —Agarré su entrepierna y comencé a frotar para quitar mi mano de inmediato de inmediato. Él se quedó viendo mi mano y jadeo por lo bajo. —¿Por qué no seguiste?

—Porque no eres gay.

Con una clara mirada provocadora y un movimiento violento, se pasó de su asiento a mis piernas, dándome la cara.

—Eres un chico difícil.

—No soy un cualquiera, señor casanova. —Paul se rió y yo lo tomé de la cintura, masajeando los bordes de esta.

—Si, seguro que si. —Con su dedo pulgar e índice apretó los bordes de mis labios y los besó varias veces. —Señor Lennon, hágame una paja.

—Oh, claro que sí, joven McCartney. Tan solo encomiendeme una buena mamada. —Entable conversación con ese acento de la reina Isabel y mis labios apretados lo hacían escuchar más idiota, lo que hizo a Paul carcajear. —No se burle, jovencito.

—Eres realmente un maravillo hombre. —Soltó mis labios y volvió a su asiento.

Reposó su trasero sobre el asiento e intentó encender el auto, pero lo detuve y me volteó a ver con confusión.

—¿Que?

—Te haré un oral, está bien. —Su cara fue un shock y negó, él iba a decir algo pero lo interrumpí. —Tranquilo, lo hago por qué quiero, así que saca ese amiguito y disfruta de la magia del fabuloso y sorprendente Lennon.

—Que ego tan grande. —Me besó rápidamente. Elevó su pelvis un poco y bajó sus pantalones junto a su ropa interior. Pude ver su pene y me sentí realmente sonrojado y apenado.

"¿Que carajo estás haciendo?"

—Bueno, nunca he chupado un pene, así que...

—Tranquilo, debe ser como chupar una paleta o algo así. —Elevó su suéter y noté, ahora de manera más detallada, su pene.

Me incline hasta tener mi cara a la altura de su cintura y agarré su rosadita masculinidad y la metí a mi boca. Sentí una armada y lo saqué de inmediato.

"¿En qué mierda me metí?"








"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora