XXXI

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Cerré la puerta de mi auto y estiré mi cuerpo hasta hacer tronar mi columna junto a mis brazos.
Había estado estancado en la carretera por un accidente automovilístico que bloqueo la calle y eso hizo que me cuerpo se tensara.

—Hey, Johnny. —Era Paul. Me extendió un vaso de unicel junto a una bolsa de papel. —Buen día, compré esto para ti.

—Que amable de tu parte. —Agarré la bolsa junto al vaso y comenzamos a caminar. —Mierda, me duele todo el cuerpo.

Comenzamos a subir las escaleras y Paul dijo:—Se nota desde aquí, estás todo tenso como un gato. ¿Que paso?

—Cuando venía para acá me topé con un accidente automovilístico. Estaban todas las ambulancias tapando el paso, todos lo que estábamos detrás tuvimos que dar vuelta, esperé bastante tiempo. —Abrí la puerta y saludé a Brian desde lejos, él hizo lo mismo. —Y no me pude estirar por bastante tiempo.

—Ow, pobrecito. —Paul presionó el botón del elevador y, gracias al cielo, se abrió de inmediato. Ambos entramos. —¿Quieres un masaje?

—¿Es burla o es enserio?

Paul se rió y asintió. —Es enserio, por algo te estoy diciendo, ¿No?

El ascensor se volvió a abrir y dejó entrar a dos mujercitas muy lindas. Me puse en una esquina y recargue una de mis manos sobre la pared del elevador. 

—Hola, hola Liverpool. —Dije muy animado. —Tengan sus paraguas listos porque hoy están cayendo ángeles.

Ellas se rieron entre si, cubriendo sus labios, y cuando ví a Paul, él se mantuvo de brazos cruzados y una expresión de molestia.
El elevador se abrió y las dos muchachitas se despidieron de mi con un ademán muy coqueto, las puertas del elevador se cerraron.

—Así que van a caer angeles, ¿No? — elevó una de sus bonitas cejas delineadas y sus labios hacían un mohin.

—Claro que si. —Con mi mano, que estaba ocupada por la bolsa de papel, lo apunto a él. —¿Que no te ves o que?

—Si, claro.

Se abrió la puerta de nueva cuenta y salimos, ya que ese era nuestro piso.

—Paulito, el muchachito celosito. — Intenté hacerlo sonreír, pero me vio sin una sola expresión. —No lo puedo creer, está es nuestra primera pelea de esposos.

—Eres un idiota. —Soltó una carcajada y abrió la puerta con la copia de la llave que le había dado. —Pasa.

Asentí y entré al estudio. Estaba bastante fresco, las ventanas estaban abiertas y supuse que George había entrado, el siempre disfrutaba tener la ventana abierta mientras yo me congelaba de frío.

Dejé la bolsa y el café a un lado de mi escritorio, para no derramar sobre el equipo de grabación y volví a la mesa donde estaban los micrófonos, siempre, antes de empezar, me gustaba tener todo en orden.

Paul comenzó a recojer algunos papeles que estaban sobre el escritorio y volteó a verme.

—Este documento es de hace dos años, ¿Que hago con el?

—Mmm, ¿Que dice?

—Producción y elaboración de un guión sobre...hum. —Acercó más la hola a su cara y luego me vió. —No se alcanza a ver, está mojado.

—Entonces tíralo. —Deje el micrófono justo delante de mi silla.

Paul caminó hasta el pequeño bote de basura, lanzó el papel, pero se cayó y tuvo que agacharse para poder levantarlo. Sonreí jocoso y corrí detrás de él para darle una nalgada que lo hizo caer de cuatro.

—Ay, idiota.

Me reí como un maldito loco. Ver su cara de molestia y como había caído se veía tan gracioso.

—¿Por qué esa maña de darme nalgadas? —Se levantó y fue hasta mí y mordió mi antebrazo.

—Auch. No muerdas conejito rabioso. —Lo agarré de la cintura y le dí un par de besos sobre la punta de su nariz finita. —Solo fue una pequeña nalgada.

—Una que me hizo caer, idiota.

—¿Se raspó las manitas el bebito? — Hice un puchero y Paul dejó la palma de su mano sobre mi cara.

—Cállate y mejor dame un beso como perdón. —Quitó su mano de mi cara y estrelló sus labios con los míos y de inmediato se separó.

—¿Por qué tan fugaz, eh?

Agarré su mentón y acaricié su barbilla con mi dedo pulgar.
Mis labios tocaron los suyos y comenzamos a moverlos, en un lento vaivén. La parte trasera de mis muslos choco con el borde de la mesa, Paul me hizo retroceder hasta sentarme en ella y comencé a recostarme ahí, sin abandonar sus labios, entonces, Paul se sentó en mi regazo y continuamos besándonos. Sus lindas y algo cayosas manos recorrieron mi cabello, mientras las mías acariciaban el borde de su cara, desde sus mejillas, menton y barbilla.
En el estudio solo podía escuchar el sonido de nuestros labios tan malditamente sedientos y necesitados.

Paul separo sus labios de los míos, justo a tiempo ya que yo comencé a toser.

—¿Estas bien? —Me dijo mientras limpiaba el exceso de saliva que se puedo quedar en sus labios.

—Si, si. —Contesté cuando deje de tose. —Estoy bien.

—Menos mal, porque quiero seguir dándote besitos.

Acercó sus labiesitos rosaditos y volvió a besarme. Mis manos bajaron a su cintura y luego recorrieron sus cinturón de cuero, el cual, buscando la herradura, comencé a quitar.
Pronto, cuando quite su cinturón, bajé su bragueta, todo esto mientras seguía besándole.

Una de sus manos pellizco un pezón mío, y por inercia estiré mi pie y tiré algo.

—Dejalo ahí. —Dijo Paul, cuando vio mis intenciones de levantarlo.

Sus pequeños besos me hicieron quedar completamente estúpido y me concentré en el movimiento.

—¿¡QUE ES ESTO!?

Ambos, asustados, nos separamos y vimos a Jane en el umbral. Sus manos cubrían sus labios, sus ojos derrochaban sorpresa y pronto una lágrima salió de ello.

—Jane amor. —Paul se levantó de inmediato y con las intenciones de tomar sus manos.

Antes de que eso sucediera, Jane estrelló su mano sobre la mejilla de Paul, que hizo su cara girar.
Yo me quedé en shock, no supe que hacer, y pronto vino a mi y con su puño me dió en la panza, pero ella también se había lastimado.

—Amor...

—¡QUÍTATE, MALDITO MARICÓN!

Juntó sus manos sobre su cara y comenzó a llorar.
Paul y yo nos vimos en silencio.

"Voces Nocturnas". •McLennon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora